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El Lazarillo Puertorriqueno


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  1.628 Palabras (7 Páginas)  •  249 Visitas

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•Ciego /minusválido en silla de ruedas en plaza de Ponce

•Clérigo/ pastor de iglesia en Yauco

•Escudero/ Dueno de Barra en Juana Diaz

•Fraile/ Creador de ayuda comunitaria en Salinas

•Buldero/ La que mentia mientras le leia las cartas de la suerte en Caguas

Artesano de santos

•Aguador/Distribuidor de agua no filtrada

Cura de parroquia en Cayey

El Lazarillo Puertorriqueño

Entre Raúl Bravo Rodríguez y su novia Ana Linda Pérez existía un amor de conveniencia desde sus estudios en la escuela intermedia, Raúl el brabucón y Ana la chica linda que suena que con atributos físicos se obtiene todo. Ambos jóvenes del pueblo de Hormigueros en Puerto Rico no llegaron a terminar ni su escuela superior y tomaron exámenes de equivalencia de escuela superior para poder cumplir con algunas exigencias sociales; aunque siempre estaban luciendo un carro último modelo, ropa y prendas de la última moda, ya que Raúl siempre tuvo la habilidad para el traqueteo y la mentira, por lo que fue aceptado en el bajo mundo del matón del barrio para controlar el contrabando de drogas ilegales en esa zona del oeste de Puerto Rico. Ana Linda quedo embarazada de Raúl y apenas dos semanas antes de dar a luz a Raúl le cayeron los federales encima y fue a cumplir una pena de cárcel de treinta años. Ana Linda da a luz un varoncito (Rafael Bravo Pérez) en un hogar de ayuda social y luego de varias semanas vende parte de sus prendas para fugarse a New York con una tía lejana, dejando atrás a Rafaelito. Ante la situación, el programa de servicios sociales se hace cargo del niño para ver si algún día alguien se enamora del chico y lo adopta. Así pasaron los años y Rafaelito llega a su adolescencia cansado de esperar por una familia que lo adopte, se fuga en el camión que llevaba alimentos desde un centro de distribución en Ponce para buscar mejor suerte en el sur de Puerto Rico. De esta manera comienza la historia de El Lazarillo Puertorriqueño.

Minusválido en silla de ruedas en la plaza de Ponce

Rafael, comenzó pidiendo limosnas para sobrevivir en la plaza de Ponce, mientras buscaba trabajo sin suerte por su apariencia sucia y descuidada. Un buen día el piragüero de la plaza le dijo que Don Jacinto, el anciano en silla de ruedas que vivía a una cuadra de la plaza ya estaba cansado de mover su propia silla de ruedas y buscaba alguien que lo ayudara. Rafael se dio a la tarea de buscar a Jacinto y le propuso empujarle la silla de rueda y otros favores domésticos por comida un lugar donde descansar sin peligro. Don Jacinto lo contrato inmediatamente. Resultó que el minusválido a pesar de tener dinero era muy avaro y tenía a Rafael casi sin comer. Cada vez que Rafael lo llevaba a desayunar, almorzar y a cenar Rafael tenía que esperar a fuera del establecimiento y luego de Don Juan darse un atracón de comida le traía un pastelillo o relleno de carne por lo que recurre a toda suerte de trampas para comer y beber algo más de lo que éste le permitía y en las tardes cuando dejaba a Don Juan en su casa salía a ciertos lugares que frecuentaban y comía fiado a nombre de Don Juan. Don Juan le cedía una esquina en el balcón de su casa para dormir y así llevar la rutina diaria que más le complaciera al avaro de Don Juan. Meses pasaron y un día Pepe el dueño de un cafetín le entrego a Don Juan la cuenta de lo que le debía por la comida de su fiel servidor, Don Juan castigó brutalmente a Rafael. Lo obligo a otras tareas mucho más arduas y lo envió a dormir al banquito del patio de la casa debajo de un árbol de mango frondoso. En el frio de una noche de lluvias decide abandonar al Don Juan. En la plaza se monta a una guagua publica y le pide al chofer que lo lleve a un pueblo cercano ya que no tiene casi dinero; el chofer le dice bueno yo paso por Yauco de camino a Salinas y allí te dejo.

Pastor en Yauco

Tan pronto llega a la pequeña plaza de Yauco comienza a hacer lo mejor que sabe hacer mendingar y luego de varios días se topa con un pastor predicador con altavoz en la plaza (Manuel Ángel Quiñones) y este le ofrece la salvación, ya que necesita un ayudante para el mantenimiento de su iglesia en la zona rural de Yauco.

Pero éste tenía muy poco de cristiano y era muy avaro y lo trataba muy mal, sólo comía bien cuando iban a algún funeral o visita de enfermos. Rafael un buen día mientras limpiaba encontró la llave del almacén donde el pastor guardaba los alimentos para la venta después de los servicios domingueros. Rafael le saco una copia en la ferretería cercana.

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