El Modernismo En Venezuela
yoligi11 de Septiembre de 2013
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EL MODERNISMO EN VENEZUELA
Entre nosotros el modernismo llega con retraso. Se asoma detrás de los escombros del romanticismo, que había señoreado durante casi un siglo en nuestro escenario literario. Por esto, un crítico como Jesús Semprum ha dicho que el modernismo es influencia de influencias. Esto es, sin abandonar la influencia elemental, tanto de los clásicos como de los románticos, el nuevo movimiento se emparenta con la búsqueda de los simbolistas, por una parte y de los parnasianos, por otra.
Es posible, como han dicho algunos analistas del proceso literario hispanoamericano, que el modernismo haya sido el producto de la crisis generada por los excesos del romanticismo. Esta crisis, sin duda se debió a la angustia del cambio, surgida a finales del siglo en la mente de la juventud dispuesta a rebelarse contra la caducidad del antiguo estado de cosas. Frente a los viejos métodos de dominación y de atraso, la desilusión de las generaciones, creaba una situación de sueño y de evasión, que tenía como meta la reforma del medio propio. Los modernistas no ven la realidad como los románticos sino que la toman como materia de expresión simbólica para relacionarla, por la vía estética con los conflictos del artista.
En el Modernismo venezolano se posee dos tendencias: la primera hacia el esteticismo puro, esa búsqueda de la belleza a través del lenguaje preciosista. Se puede observar en los ensayos de Pedro Emilio Coll y en la narrativa de Manuel Díaz Rodríguez y Pedro César Dominici. La segunda hacia el nativismo, hacia lo propio, lo vernáculo, presente en los cuentos u novelas de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl y en la poesía de Francisco Lazo Martí
En poesía se destacaron Rufino Blanco Bombona, Carlos Borges, Arvelo Larriva y José Tadeo Arreaza Calatrava.
LA NARRATIVA MODERNISTA (1896 - 1916)
La prosa narrativa modernista es considerada como prolongación y rectificación del Romanticismo: prolonga y desarrolla la libertad de éste; pero también se opone a la despreocupada entrega a la inspiración, al olvido del trabajo creador del artista, causas de la degeneración y crisis final del movimiento romántico. La novela modernista se caracteriza por reducir al máximo el elemento argumental, por ser expresión de los sentimientos e ideas de un protagonista en cuya conciencia, al manifestarse, se define su mundo, y por utilizar un lenguaje que, al privilegiar la función expresiva, se orienta hacia lo lírico. La novela existe como extensión de un personaje cuyo mundo brota y se materializa como “novela de personaje” porque queda definida por éste.
La narrativa modernista es la culminación del la expresión del individualismo de fin de siglo a un grado máximo, cruzado de uno a otro extremo por una ola creciente de ideas, proyectos y realizaciones que hace al individuo, centro y razón de ser de todas las cosas, así en la filosofía como en la vida. Y ese individualismo, teñido de despreocupación, es lo que se vierte en la prosa narrativa, una prosa que a veces no cuenta nada, que se explaya en descripciones de lujos y bellezas y no trasciende, pues se diluye en un antipositivismo escéptico en aras de la valoración del conocimiento como muestra de museo, o bien, en un pesimismo o desidia de vivir o bien en un cosmopolitismo, como fuga de la realidad, fuga que se puede interpretar como oposición al modelo de vida impuesto. Ese deseo de evasión en la novela modernista se manifiesta a su vez por medio de temas que anteriormente no habían aparecido en la novela hispanoamericana, tales como el ocultismo o el esoterismo. Son novelas que describen paisajes urbanos, con una sublimación de la realidad histórica; dos son las vertientes experimentales del personaje de las novelas modernistas: la primera es la experimentación en su relación con la sociedad a través del erotismo, las drogas y la cultura y la segunda es más bien una relación consigo mismo, una introspección que es la del propio autor. El desarrollo de la narrativa modernista fue tan prodigiosa que estuvo determinada por una verdadera poética con reglas prefijadas que hizo de la escritura del cuento y la novela hispanoamericanas un verdadero arte que ha persistido hasta la actualidad.
La prosa modernista presenta dos variantes:
1. La prosa modernista estetizante o artística
2. La prosa modernista criollista (de carácter realista o naturalista)
La prosa modernista artística o estetizante
La narrativa estetizante surge cuando la prosa modernista se vio en aprietos al tratar de novelar los recursos de la poesía por el conflicto entre la frase bonita y el cuidado del desenvolvimiento de la acción. Un resultado de esto es el poema en prosa o prosa poética (que no halló su perfección sino hasta bien entrado el siglo XX); hubo quienes celebraron este nuevo género pero muchas veces nos encontramos con mutilaciones que quedaron en palabrería. Sin embargo, quienes encontraron una visión profunda, contribuyeron a la dignificación de la prosa castellana. Algunos estuvieron en ambos casos. Entre los estetizantes hay que decir que encontramos una gran mayoría de poetas dados a la narrativa y también encontramos autores de cuentos y novelas, pero, así como los románticos preferían a la novela, los modernistas preferían al cuento.
Esta variedad del Modernismo se interesa más que todo por explotar lo estético y lo artístico de la palabra, inspirándose sus autores en modelos europeos y siguiendo, al pie de la letra, las doctrinas y los conceptos esteticistas europeos de la larga tradición grecolatina. El discurso narrativizado y la focalización cero son los más apropiados para la finalidad descriptiva del Modernismo al trasponer, en el discurso, objetos de otras artes y crear así un lenguaje puramente estético, rítmico y musical. De las funciones del narrador sobresale la función expresiva que pone de manifiesto una total filiación hacia el esteticismo y la quintaesencia, con el fin de dotar, a la realidad descrita y a los personajes, de predicados remitentes a la belleza por la belleza misma tomados de las otras artes. La función ideológica es inherente a la expresiva, pues el autor, al decidirse por lo puramente estético, renuncia a lo que no lo es, y, por lo tanto, toma una actitud de rechazo ante lo feo y no artístico. La fábula es de carácter lineal, por lo tanto, los personajes no sufren ningún tipo de transformaciones, pues lo que interesa es la descripción de exquisitos ornamentos, formas y cosas, donde ellos también forman parte de esos objetos. En la narrativa modernista estetizante, la historia es un simple pretexto para poner en evidencia un derroche de fantasías artísticas y de sugestiones sensoriales.
Tras los primeros ensayos prosísticos modernistas, con la publicación de cuentos artísticos y preciosistas a la manera de los relatos de moda en Francia, muy pronto, también se manifestó la tentativa de llevar a la novela las novedades estetizantes de Modernismo, siguiendo, como modelos, las novelas de ciertos autores europeos como Wilde, Lorraine, Huysmann y D’Annunzio. En las novelas modernistas, la materia novelable está totalmente subordinada a los requerimientos de la prosa artística, y sobresale el tema europeo y no lo propiamente americano. Las novelas modernistas son, más bien, lentos poemas en prosa, cuajados de preocupaciones intelectualistas y de toda una elaborada retórica de lo exquisito y lo raro, es decir, un lujo de formas, de colores y sonidos, cuyos personajes, frecuentemente, reflejan el desdeñoso sentimiento de superioridad intelectual de sus autores: abúlicos, mal hallados con la realidad y llenos de sueños de belleza, enamorados de una armonía inalcanzable.
La prosa modernista criollista
De la fusión del realismo tradicional, ya renovado con la influencia del naturalismo y con el legado culto y esteticista de la corriente artística del modernismo, surge una fecunda y madura forma de narrar en Hispanoamérica que, en su origen, se puede designar con el nombre de narrativa modernista criollista.
La narrativa criollista encuentra sus recursos en el realismo y el naturalismo y se acercó a veces a la literatura poética del Modernismo, pero tomó su propio cauce hacia una descripción objetiva de la realidad. Volteó los ojos a las costumbres y paisajes de la región en donde el sujeto-contemplador se acerca al objeto-contemplado. La narrativa modernista criollista se interesa por mostrar la vida criolla, sus contrastes, sus conflictos, temas límites como: la lucha del hombre con la naturaleza, la lucha del hombre con los demás hombre y la lucha del hombre consigo mismo, todo ello, ya no como un mero inventario de hechos o como un álbum de cuadros de costumbres, sino como la materia de una obra cuya unidad final proviene de una concepción estética, la Modernista. En algunas narraciones predomina un realismo matizado con gustos por lo artístico y en otras la inclinación hacia un realismo agresivo y descarnado (naturalismo), pero en todas, en mayor o en menor grado, siempre la mezcla de las dos corrientes.
NARRATIVA MODERNISTA EN VENEZUELA
Características:
1. Presencia del exotismo, una visión amplia sobre el mundo. Ambiente refinado.
2. Personajes enfocados desde su mundo psicológico. Son de conducta enfermiza y sin ánimo de vivir.
3. El lenguaje del autor es literario y estilizado. El de los personajes es culto y refinado.
4. Presenta una actitud pesimista y negativa ante la realidad venezolana.
Revistas que sirvieron de voceros al Modernismo venezolano
El Cojo Ilustrado: Fundada por José María Herrera Iragoyen en 1892.
Su finalidad fue enlazar las letras y el arte europeo con el americano.
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