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El Orden Elíptico En Las Hilanderas, De Velázquez.


Enviado por   •  6 de Agosto de 2013  •  1.468 Palabras (6 Páginas)  •  269 Visitas

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Velázquez - La Fábula de Aracne o Las Hilanderas (Museo del Prado, 1657-58)

El cuadro a analizar es La Fábula de Aracne, más conocido como Las Hilanderas, de Diego Velázquez. Es uno de los cuadros más representativos de la corriente barroca, aunque su cuadro más importante y conocido es Las Meninas.

Diego Velázquez fue un pintor de la corte de Felipe IX que vivió entre fines del 1500 y mediados del 1600. Su trabajo principal en la corte era el de retratar a la familia real y otros personajes importantes de la época. Sin embargo, también capturaba momentos de la vida cotidiana de los pueblerinos, utilizando el concepto barroco del orden elíptico para representar dos focos de atención de igual importancia.

Velázquez nació en Sevilla, España. Era hijo de una familia perteneciente al escalafón más bajo de la aristocracia. Pacheco lo tomó como discípulo, y más tarde, le daría a su hija en casamiento.

Felipe IV, quien reinaba en esa época, era un hombre aficionado a las artes, y tras algún intento fallido, Velázquez logró participar como artista principal de la corte. El artista vivió en el palacio y comenzó a tender su ya marcado realismo barroco hacia el retrato de la vida real. Sin embargo, supo continuar con su educación artística y expandir la temática en sus cuadros. Pintó algunos cuadros de carácter mitológico, como Los Borrachos (también conocido como El Triunfo de Baco), y varios cuadros que asentaban imágenes de los campesinos en su vida cotidiana.

Las Meninas, como mencioné previamente, es uno de sus cuadros más importantes y reconocidos, ícono del arte de Velázquez y del movimiento Barroco. Su gran interés surge de ésta mezcla de lo retratado, la familia real representada por la Niña Margarita, rodeada de sus damas de compañía. Pero ante todo, es la técnica a través de la cual nos incluye a nosotros espectadores como parte de la imagen retratada, la que llama la atención de aficionados y expertos del arte. Asimismo, es uno de los pocos cuadros en los que Velázquez se autorretrata.

En el caso puntual de Las Hilanderas, es interesante descubrir una mirada ideológica por parte del artista, que pone como focos de igual importancia a parte de la realeza y parte del llamado tercer estado. Así, pone en juego la relación de jerarquías que se da entre las diferentes escalas sociales.

Éste cuadro actualmente radicado en el Museo del Prado, Madrid, expone al máximo el concepto de elipsis que rompe con la tendencia anterior de circularidad, según la cuál el foco de atención se dispone en el centro de la imagen, y el resto de lo retratado gana importancia en relación a la cercanía a ese centro.

La visión ideológica o social que surge de ésta circularidad hace a la distribución de poderes en el Estado Absolutista. El Rey es el centro, y la corte se ubica a su alrededor, más o menos cerca a él dependiendo del grado de importancia. El tercer estado queda por fuera de los cuadros Reales, y pasan a formar su propio círculo jerárquico en otras pinturas.

Sin embargo, la nueva elipsis da cuenta de aquél contraste de dos partes que se hacen necesarias mutuamente: no puede haber campesinos sin realeza ni realeza sin súbditos. Se diría entonces que no sólo hay una coexistencia de los focos, sino también que cada uno hace posible la existencia del otro. En términos del contraste, puede percibirse también un contraste explícito en términos de la iluminación. Siguiendo las teorías de las órbitas elípticas alrededor del Sol, comienza a comprenderse que un foco será siempre visible e iluminado, mientras que el otro será un centro casi tácito, oscuro.

Los dos centros en Las Hilanderas ganan importancia por diferentes motivos.

El área que representa justamente a las mujeres hilanderas, tiene importancia visual al estar en un plano más cercano al del espectador. Sin embargo, su luminosidad es notoriamente menor a la del segundo foco.

Aquí se retrata una de las partes de la sociedad, aquella que necesita la otra y que a su vez es necesitada por la otra. Se deja ver la coexistencia incluso en el espacio físico, aunque no estén exactamente en la misma posición o habitación que las damas nobles. El telón que una de las hilanderas pareciera estar atando, no sólo retrata la gran teatralidad de la época Barroca, sino que también se nos presenta como una especie de invitación a observar lo que pasa “detrás de cámaras”, a espiar ese mundo más invisible que pone en funcionamiento la vida de la realeza.

Incluso

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