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El Sexto


Enviado por   •  16 de Julio de 2014  •  Síntesis  •  1.709 Palabras (7 Páginas)  •  385 Visitas

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. RESUMEN

Empieza con el ingreso de Gabriel Osborno a la prisión y lo primero que oye es la canción de “La Marsellesa De Los Apristas” que es cantada por los presos políticos del tercer piso. Gabriel es conducido al pabellón de los presos políticos y es introducido en una celda.

Alejandro cámac Jiménez y Gabriel serán compañeros de celda. Cámac, a medida que pasaban los días, le fue enseñando a los presos uno por uno: Maraví, el amo del sexto; el Negro Puñalada, el Piurano, Rosita, el Pato, el Pacasmayo, entre otros.

También le dice que en el primer pabellón están los vagos (2º piso) están los delincuentes mas avezados (violadores, asesinos, estafadores) y en el tercer piso, se encuentran los presos políticos.

En la novela se narra la muerte del pianista, la violación de Libio Tasaico por parte del negro puñalada, la muerte de el pato” por manos del piurano, el suicidio de “Pacasmayo”, la muerte del Japonés, la locura del delincuente “clavel”, la muerte del “negro puñalada”.

El escritor José María Arguedas cuenta el drama humano de una cárcel peruana. El dolor, la angustia, el sufrimiento y la muerte, son elementos vitales que giran alrededor de la obra.

B. ARGUMENTO

La obra El Sexto se trata de un libro testimonio, que denuncia el horror carcelario, las experiencias de un estudiante universitario llamado Gabriel (Arguedas, recluido en el penal “El Sexto” por las protestas de los estudiantes universitarios, noviembre de 1937- octubre de 1938) En este lugar conocerá las injustitas y demás aberraciones que se cometen dentro de una prisión.

Al llegar al penal El sexto, es enviado al pabellón donde se encuentran los políticos donde se conoce a los lideres de los apristas (Luis) y los comunistas (Pedro), (Camác es un comunista con quién tiene que compartir la celda), luego de una conversación con los lideres de ambas agrupaciones llega a la conclusión que ninguno de los partidos es compatible con sus ideas.

Puñalada es un asesino; jefe de unas de las bandas que existen dentro de la prisión; este controla el negocio de prostituir a un joven llamado clavel, la venta de drogas y otros objetos dentro de la prisión. Este y los otros jefes de la prisión, “Rosita” y “Maraví”, desean controlar por completo el penal motivo por el cual existe una cierta tensión entre ellos.

Todo lo que hay de depravado, inmundo y vil en la prisión es costeño. Los violadores del niño serrano, el degenerado que exhibe su gran miembro viril por cuarenta centavos, el sádico repartidor de comida que se divierte a costa del hambre del japonés y del pianista. Los oficiales cínicos y corruptos o el sanguinario soplón apodado el pato son criollos, sin duda limeños. En cambio, los espíritus generosos y nobles, o son serranos como Alejandro Camác o Moc’ontullo, al menos provincianos como el piurano don Policarpo Herrera. Gabriel es un enemigo de la dictadura, pero, al mismo tiempo, un hombre sin partido, un francotirador. Se halla lejos de los apritas, aunque se siente más cerca de los comunistas, tampoco es uno de ellos.

Gabriel descubre, sorprendido, que en el Sexto es posible hablar sin tapujos de la situación política, expresar ideas que afuera eran impronunciables: Pero la libertad de palabra es la única ventaja que el mundo de adentro tiene sobre el mundo de afuera. En todo lo demás el claustro carcelario es una pesadilla. Hay presos de tres categorías y cada una de ellas ocupa una de las tres plantas en que se escalonan las celdas: abajo, los vagos, asesinos y delincuentes avezados; en medio, los ladrones y forajidos principiantes y arriba, en el último círculo infernal, los políticos.

La vida en el Sexto, en la novela incluye todas las atrocidades carcelarias comunes, homosexualismo, tráfico de alcohol y droga, colusión de criminales y policías, bestialidad de los guardianes, existencia de pandillas sometidas a jefezuelos que reinan por el terror, también describe a los vagos que distraen su tiempo arrojando sus piojos a los que caminan por la planta baja; los cabecillas puñalada y Maraví defecan sobre periódico que sus acólitos – los “paqueteros” se encargan de arrojar al excusado; un Perfecto ordena a los soplones que hagan tragar excrementos a los presos políticos; la comida es hedionda y podrida, además de escasa, y para los débiles nula; así, los vagos deben contentarse con devorar cáscaras y pepas, lamer el suelo, al japonés, uno de los matones le ha prohibido cagar inmóvil y debe hacerlo a la carrera o a escondidas; un muchacho ultrajado por los matones es luego prostituido, lo alquilan a los demás delincuentes por cincuenta soles “pase” y cuando los guardias lo encierran en un calabozo el negocio prosigue pues los clientes lo fornican a través de los barrotes. Esta brutalidad empuja a otros al suicidio, enloquece a otros, hay quienes mueren por falta de atención medica, los violados contraen sífilis que acaban con ellos rápidamente y los sobrevivientes suelen liquidarse entre si a puñaladas. La vida es un campo de batalla donde cada cual libra varias peleas pues todos están contra todos: costeños contra serranos, indios y cholos contra negros y zambos, apristas contra comunistas, policías y soplones contra detenidos, delincuentes comunes contra presos políticos, etc. Por eso Gabriel, prefiere juzgar a los individuos no por sus diferencias políticas. Sino por su personalidad, y llega a sentirse hermano de adversarios como Camác, Moc’ontullo o Pacasmayo, en quienes por sobre las ideologías predomina cierto instinto justiciero.

Cuando el pianista muere, se acusa a Gabriel de ser responsable de su muerte, se dice que las ropas que le regalo atrajeron la codicia de los vagos y que estos lo asesinaron para robárselas. Es la condición marginal la que lo hace tan sensible hacia los seres mas segregados, como el japonés y el pianista. Cuando ambos mueren, Gabriel afirma: “En el japonés y el Pianista había algo de la santidad del cielo y de la tierra”. La violencia no es solo política y social, contamina todas las acciones humanas. El libro ha sido construido sobre todo a base de diálogos, la parte descriptiva es menos importante que la oral. Esto significo un cambio en la narrativa de Arguedas. En Yawar Fiesta había ensayado con acierto una reelaboración castellana del quechua para hacer hablar a sus personajes indios, y este estilo mestizo alcanzaba un alto nivel artístico en los ríos profundos. En el Sexto, con una sola excepción, quienes hablan no son indios sino limeños, serranos que se expresan ordinariamente al español y gentes de otras provincias de las costas. Arguedas trato

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