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El agua del molino


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2013  •  676 Palabras (3 Páginas)  •  206 Visitas

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El agua del molino

Raúl Carrancá y Rivas

Energía, educación y democracia

Organización Editorial Mexicana

29 de agosto de 2013

Dos capítulos fundamentales en la agenda del actual gobierno son, sin duda, los relativos a la reforma energética y a la reforma educativa. La buena voluntad del Presidente parece manifiesta en el tema, al que aludió desde que era candidato. Tocan aquéllos, por supuesto, puntos neurálgicos del interés nacional y obviamente del particular o de ciertos grupos de poder. Lo evidente es sin embargo la imperiosa necesidad de darle impulso al patrimonio energético del país y a la educación que imparte el Estado, en crisis desde hace mucho tiempo. No es posible negar que nuestra riqueza petrolera, administrándose con honradez y patriotismo, explotándose al máximo con nuevas técnicas, debe darnos mayor bienestar económico. Y tampoco lo es ignorar la falta de preparación, cultura y valores, de un importante número de maestros que a cargo del propio Estado enseñan en educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. Es prácticamente letra muerta en la realidad lo dispuesto en el artículo 3º de la Constitución, que se puede resumir en lo que dice su párrafo segundo: "La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia". Pocas palabras pero mucho contenido. ¿Se cumple cabalmente con este precepto? En los dos capítulos fundamentales a los que he aludido al principio de mi artículo se concentran las necesidades básicas de México, a saber, administración de nuestra riqueza y educación de nuestro pueblo. Éstos son los motores del progreso y de la consolidación social.

Ahora bien, vivimos en una democracia, desde luego no perfecta, y en un Estado de Derecho, por lo menos nominalmente hablando; siendo que ambos reclaman ciertas reglas esenciales a cumplir. Me refiero al respeto a la Constitución y a los derechos de terceros; pero no nada más respeto formal, de mera locución, sino real, efectivo. Las protestas en la calle, cerrando arterias de circulación de vehículos e impidiendo el libre tránsito, son acciones que evidentemente caen fuera del marco del derecho. Pero al mismo tiempo son algo más. A mi juicio no se dan gratuitamente aunque en ellas intervengan personas con intereses ajenos a los manifestantes, en el caso los relativos al petróleo y a la reforma educativa. Son síntomas de que desde arriba se tomó una decisión que hiere, lastima e incluso agravia a muchos. Se dirá que en una democracia así sucede, o sea, que no hay uniformidad sino variedad y que por ello manda

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