El consumo de drogas en España
sasseresMonografía13 de Julio de 2011
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La preocupación por el consumo de drogas en España, no es una temática nueva, sobre todo en lo que a las primeras exposiciones a las drogas se refiere por parte de jóvenes y adolescentes. De sobra demostrado está que los hábitos que se adquieren durante la formación del individuo marcan de manera determinante el carácter de estas personas y tienen un impacto generalmente insalvable en su futuro desarrollo como seres humanos. No obstante, la literatura, no necesariamente clasificada como juvenil, se acerca a estas dinámicas que se producen en el país con un viso informativo, un afán por comprender la posición del adolescente que ha entrado en esta espiral de consumo de sustancias ilegales y un objetivo de alarmar, pero sobre todo, de prevenir a los jóvenes contra estos peligros. Las obras Callejón sin salida (1987) de Gemma Lienas, La puerta de las sombras: Atrapados en la droga (1998) de Montserrat Tapias-Fernando y Okupada (1997) de Care Santos presentan a personajes jóvenes que se introducen, luchan o intentan apartarse de las drogas que están modificando sus comportamientos y tienen consecuencias categóricas para el resto de sus vidas y las de los que les rodean.
Este ensayo aclara las aproximaciones de la literatura juvenil a temas tan delicados como son las drogas y la prevención contra éstas. A través del mostrado de los estereotipos que utilizan los textos, apoyados en el imaginario social, se analiza el desarrollo de estas narrativas y se descubre una agenda extremadamente marcada que despliegan a la hora de concienciar a los adolescentes de los peligros de las sustancias ilegales. Este estudio expone cómo estas obras intentan divulgar información preventiva a un sector de la población bombardeado con todo tipo de reclamos y cómo unos jóvenes convulsos se encuentran en una fase de la vida en la que todo es experimentación y todo es susceptible de fijar de por vida hábitos adquiridos en esta etapa. Este trabajo muestra el fracaso de la literatura juvenil a la hora de ofrecer perspectivas con las que se identifiquen los adolescentes ya que la preocupación por su finalidad (alejar a los chicos de las drogas) no permite desarrollar sus medios de manera efectiva y atractiva para los jóvenes (las obras siguen representando el discurso de los adultos).
Las situaciones que tratan estas novelas y los diferentes personajes que se presentan recogen la mayoría de los motivos por los cuales hoy día los especialistas asocian el consumo de drogas con los jóvenes:
When adolescents are particularly tense, stressed or upset [. . .] they may use more drugs than normal in an attempt to ease their distress. Adolescents who are anxious or fearful may use alcohol and/or other drugs to boost their self-confidence. Extroverted, outgoing teenagers may use drugs because they like the company of other fun-loving, risk-taking kids. (Ketchman y Pace 2003: 25)
Estos diferentes estados físicos y mentales, generalmente promovidos por factores externos a los propios individuos y ajenos a las sustancias ilegales, impulsan a los jóvenes a acercarse a unas sustancias que prometen diversión, evasión de la realidad, sensaciones de poder y, en definitiva, el atractivo de lo prohibido y lo peligroso. Las narrativas que este estudio trata trabajan con estas premisas para retratar la entrada y caída de estos adolescentes en las redes de la droga.
Pero no sólo el constructo social o las condiciones particulares de un determinado adolescente son las exclusivas razones del consumo y la adicción a este tipo de sustancias [1]. También existen factores físicos que agravan la situación y enfatizan la motivación de estos personajes por acercarse a comportamientos adictivos y a estados alterados de la mente y el cuerpo: “The common thread among all these drugs is their effects on neurotransmitters, especially increasing the levels of dopamine. Each drug has its own unique chemical interaction, but dopamine figures into every picture” (Walsh 2007: 28). La dopamina se erige como regulador de las necesidades en aumento de consumo una determinada sustancia provocando estímulos que hacen que el adicto deba mantener una cierta ingesta para que su equilibrio fisiológico siga funcionando. La ausencia de drogas que consiguen conservar estos niveles de dopamina en mínimos razonables para cuerpo y mente provoca la desesperación y la necesidad imperiosa de suplir esa falta de estímulos. Esto lleva al individuo a perder el control pleno de sus acciones para conseguir una pequeña dosis que le permita recuperar un cierto status quo interior.
A pesar de que las obras condenen de manera categórica los comportamientos asociados con el consumo de drogas, no está totalmente claro que estas actitudes de la juventud sean aisladas o estén desconectadas del estilo de vida de otros sectores de la población o del común de la sociedad: “. . . given the nature of our culture, to define teenage experimentation with legal and illegal substances as deviant is inaccurate” (Rosenbaum 2006: 204). En otras palabras, los adultos también buscan la experimentación, las nuevas sensaciones y la evasión de manera constante. Por lo tanto, no es un comportamiento ajeno, o exclusivo de los jóvenes, sino una actitud que afecta al común de la sociedad. La preocupación que estas obras muestran por los jóvenes es clara, y la voluntad de alarmar para alejar a los adolescentes de estas prácticas recae en muchas ocasiones en la condescendencia, muy alejado de la perspectiva de los propios jóvenes. Es decir, en numerosas ocasiones la voluntad de concienciar a estos chicos se convierte en ansia y acaba funcionando como otro recurso más de los “adultos” que no es efectivo, ya que la pubertad lo entiende como un aparato de control ante el que rebelarse.
La obra de Lienas Callejón sin salida relata la vida de un joven de clase media-baja, que por su ambición y por su intento de ascenso socio-económico cae en la adicción que le llevará a un final fatídico: “Struggle and hardship offer opportunity for self-knowledge and growth; different characters handle these things in varied ways” (Lasky Bilz 2004: 34). El protagonista de esta narrativa no consigue controlar el proceso de experimentación por el que pasa y lo que potencialmente se presentaba como una oportunidad para superarse se convierte en una condena trágica. No obstante, hasta este final, el texto realiza un esfuerzo por presentar posibilidades y salidas alternativas a las drogas para este personaje, así como describir de manera minuciosa la parafernalia del consumo de drogas:
Cogió una hoja de papel de fumar del librito rojo y lo dejó sobre la mesa de mármol. Vació el contenido de un cigarrillo rubio sobre el papel. Sacó una piedra del bolsillo y ablandó un trozo con la llama del mechero. Luego, con el pulgar y el índice de la mano derecha, lo fue desmenuzando sobre las hebras de tabaco rubio. Con mucho cuidado lo fue mezclando. Cogió el papel de fumar cargado con la mezcla, cada extremo con una mano, y lo acanaló, ayudándose con los índices. Distribuyó la mezcla a lo largo del canal del papel. Luego retiró los índices de cada extremo del canal y con los dedos pulgares y corazones apretó el contenido, y lo hizo rotar sobre sí mismo hasta darle forma cilíndrica. Para humedecerla, pasó la lengua por la orilla engomada del papel y después cerró uno de los extremos enrollándolo con el índice y el pulgar. Sacó del bolsillo una tarjeta de metro, rompió un pequeño pedazo rectangular, lo enrolló y lo puso en el otro extremo del cigarrillo, como un filtro. Lo encendió con parsimonia. Parecía ausente. (1987: 34)
Esta descripción fiel del proceso de mezcla y liado de un cigarrillo de hashish o porro es muestra de la verosimilitud de esta obra. No obstante, de manera sutil, la voz del narrador deja una connotación negativa en su última frase. La ausencia a la que alude aparece antes de que los efectos del hashish hayan cumplido su cometido, refiriéndose en todo caso a la actitud del consumidor y no a las consecuencias del consumo.
Ramón, el joven protagonista de esta novela, recurre al menudeo de hashish entre los adolescentes para mejorar su condición económica, precaria en comparación con sus compañeros de clase en un colegio privado: “Quim le confesó a Tomeo que él no podía mantener aquel ritmo desenfrenado. Tomeo lo resolvió en una tarde. Le presentó a dos tipos que traficaban con droga” (1987: 37). Callejón sin salida refleja de manera explícita cómo actúan las redes de transacción de drogas para captar tanto a sus clientes como a posibles miembros de estas bandas, como es el caso de Ramón: “No te vayas aún. Quiero hacerte un regalo y un préstamo. Te regalo las cinco libras de ful para que te las fumes dentro de un rato con la basca de la clase. Y también ocho talegos como anticipo de nuestros futuros negocios” (1987: 39). Pero a pesar de presentar la entrada de Ramón en el mundo de la droga a través del narcotráfico a baja escala, la preocupación principal de esta novela no es el tráfico, sino las consecuencias fatales que tienen las sustancias ilegales en sus consumidores. La condena está predeterminada en la obra, de tal forma que a medida que avanza la narración se confirman las trágicas premoniciones que el propio título anuncia.
El monólogo del protagonista anuncia la peligrosidad de las nuevas experiencias a las que Ramón se acerca, de tal forma que sus reflexiones sirven de balancín entre la trama que le guía hacia la drogadicción y la preocupación que surge en torno a la problemática de las drogas: “Si no fuera porque necesito pelas para irme a la costa con Berta este fin de semana, ahora mismo huiría
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