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El origen de la danza de carácter


Enviado por   •  14 de Julio de 2013  •  Tutoriales  •  2.502 Palabras (11 Páginas)  •  431 Visitas

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Terpsícore era el nombre que dieron en Grecia a la musa que inspiraba la danza, hija de Zeus, la cual promovía en el hombre la llamada poesía física que acompañaba la música y el canto. Su presencia en el mito nos demuestra que el hombre, en los inicios de la cultura occidental, intentó darle una respuesta certera al sentido de la danza dentro de su realidad, creando en la imagen de ésta el origen divino de su existencia y otorgándole un sentido sagrado a su propia ejecución.

Esta conexión entre hombre y danza proviene incluso de tiempos más remotos. Si consideramos al movimiento como la acción humana que surge desde que el hombre conecta su cuerpo con el espacio, podríamos llegar a pensar que la danza proviene desde la génesis de la existencia humana. Ahora bien, hablar de danza en este inicio es solo algo que puede surgir desde la propia intuición; únicamente podemos especular sobre la presencia de una danza originaria gracias a las investigaciones antropológicas, étnicas y arqueológicas que han descubierto figuras y dibujos que se conectan con aquello que hoy podríamos llamar danza.

Y es que los conceptos de la danza actual y los del pasado se plantean de forma distinta; en primer lugar, se podría decir que la danza hoy es un arte, pero en sus inicios las definiciones son más complejas. La mayoría de las veces aparece definida básicamente como una expresión humana, pero al parecer es mucho más que eso, si tal como se ha dicho se conecta con el origen del hombre en su esencia y es también un acto sagrado que se relaciona con su cosmovisión, sobre todo al ser un elemento que forma parte de la acción ritual; descubrimos que no solo expresa el sentimiento o las emociones en su acción, sino que surge dentro de un sistema de creencias. A partir de lo anterior, entendemos a la danza de la antigüedad como una actualización del mito, una manifestación viva de lo sagrado: el movimiento del cuerpo presentando el movimiento del universo, el caos y el orden ejecutados. Es, por ende, una representación de la realidad del hombre, ya que en ella se expresa lo que las culturas reconocen como verdadero, tanto sus creencias como su mundo cotidiano, el medio en que se habita y las situaciones diarias a las que se ven enfrentados los hombres como comunidad, por lo que encontramos danzas en relación con la vida, la muerte, la cosecha, la fertilidad, la guerra, los cambios climáticos, etc.

Ahora bien, esta relación danza - realidad no solo pertenece a las culturas originarias y antiguas, sino que se mantiene en varios aspectos de la historia de la danza. En la Edad Media, con la iglesia a la cabeza de la sociedad, el cuerpo se convierte en un contenedor simbólico del pecado y la danza pasa a ser un sinónimo de creencias paganas, eliminándose en su mayoría. La verdadera conexión con el contexto medieval se observa en el surgimiento de las Danzas Macabras; la Guerra de los 100 años y la Peste Negra dieron a la muerte un lugar especial en el escenario cotidiano, producto de ello es que surgen danzas populares, con seres enmascarados como calaveras, dentro de los cementerios, burlando a la muerte y regocijando a la vida.

Quienes danzan, tanto en la Grecia antigua como en el mundo medieval, no son hasta ahora simplemente individuos, son seres que pertenecen a una colectividad. La danza, antes de la modernidad, no es concebida de manera individual, salvo algunas excepciones como la danza bíblica de Salomé, por lo que a pesar de ello, la mayoría de las danzas surgen en seno de la propia sociedad. El escenario humano no se construye de manera personal, siempre está la existencia de un “otro”. Por lo tanto, la danza también forma parte de la sociedad, ya que a lo largo de su historia siempre estará presente la vida social de una cultura, ya sea como un elemento que se ejecuta por un conjunto humano o porque es éste quien la recibe.

La danza se mantiene viva socialmente en el campo y en las aldeas, para luego pasar a ser centro de entretención de los salones del Rey, y convertirse finalmente en un espectáculo del cual participa también la corte; aunque este último fenómeno solo beneficiaba a un círculo cada vez más reducido, siendo el arte un sinónimo de las elites intelectuales según cada época.

Bajo una premisa general, la danza antes de la modernidad podría ser definida como un flujo armónico de movimientos que representa en su interpretación la relación de quien la ejecuta con su medio, sus creencias y su sociedad. En otras palabras la danza se presenta como una figuración de la realidad del hombre, llevada al movimiento.

¿Qué pasa entonces con la danza cuando se convierte en arte? ¿Cambia esta condición realista en ella?

Para responder a esto se hace fundamental ir al origen de la danza escénica, y también clásica, principalmente a la obra que históricamente da origen a la danza de corte: El Ballet Cómico de la Reina, de 1581. Este ballet tiene la particularidad de reunir todas las características escénicas de lo que será finalmente el ballet d´cort como género de espectáculo. Dicha obra lleva a escena la historia de Circe, personaje mítico de la cultura griega. En esta narración no encontramos un referente directo al contexto de la época; no es un ballet que nos hable de las creencias o de lo cotidiano de la época, sino que nos presenta un mito como parte de la cultura general de la sociedad francesa, que pertenece a los griegos, padres de la cultura general de la sociedad francesa, que pertenece a los griegos, padres de la cultura occidental. Por lo tanto, a simple vista no hay en la ejecución de este ballet ideas que se relacionen con la realidad del hombre del siglo XVVI.

Sin embargo, el discurso realista existe, no de la misma manera que en la danza originaria, sino que la realidad está presente pero no en la temática, sino que manteniéndose en el sentido último que ésta tiene: la de agradar al Rey. El Ballet Cómico de la Reina no se abstrae de lo real, es el espectador la conexión con su contexto; el mensaje interno que lleva el movimiento va dirigido hacia otro que es la máxima autoridad de su medio. Por otro lado, esta conexión con un tema mítico se relaciona también con la necesidad de conectarse con el origen occidental, lo que para ellos es el inicio del hombre, su condición más natural y verdadera. Sin embargo, la escena danzaría erá cambiando en el tiempo, primando el ballet de divertimento, donde la danza pasa a ser un elemento decorativo de las óperas, por sobre el ballet de acción donde el bailarín es el protagonista de la historia, hasta que el Romanticismo del siglo XVIII se encargue de desestructurar las ideas racionales de la danza, introduciendo la idea de una danza naturalista, que intentaba volver a conectarse de alguna manera con la realidad, aunque sus intentos

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