El selfie

Introducción

En la interrogante acerca de la palabra más utilizada a nivel mundial, sin duda se generaría un importante debate entre quienes postularían anglicismos enmarcados en la cultura popular como un “OK” o poderosas empresas instituidas en casi cualquier región del planeta, como “McDonald’s” o “Coca-Cola”. Entre un término vital en todo videojuego como un “Game Over” o “Brasil”, por ser la sede en el presente año del evento deportivo –y mediático- más sobresaliente del último siglo: la Copa Mundial de Fútbol.

Antes de iniciado este conflicto, sería necesaria la comprensión de los términos en los que el célebre término suele ser utilizado. En procesos unidireccionales o interpersonales, a través de una interacción presencial o mediada por cualquier clase de tecnología. Y en el hipotético caso de cubrir todos estos aspectos resultaría prácticamente imposible el determinarla con exactitud.

Aun sin saber cuál es la palabra más utilizada por el ser humano, los términos en los que se realiza la comunicación resultarán relevantes en el presente ensayo, con el fin de aclarar las constantes que caracterizan a los vocablos mencionados al inicio y a una palabra en particular que fácilmente podría reemplazar a cualquiera de ellos por la fugacidad con la que ha adquirido su popularidad en los últimos meses.

Esta palabra corresponde a un fenómeno que artistas de variadas generaciones como Frida Kahlo, Vincent Van Gogh y Leonardo Da Vinci experimentaron. Aun así no es hasta siglos posteriores que tiene resonancia en el imaginario social a gran escala.

En aquellas épocas, mediante una expresión artística fue conocido como autorretrato. Hoy, siglos después y tras una reconfiguración –o desfiguración- de dichas expresiones: Selfie, en español: Autofoto.

Preponderante en las relaciones adscritas al plano digital, este fenómeno será analizado como uno de los más importantes referentes de la modernidad.

Definición y Orígenes

“A photograph that one has taken of oneself, typically one taken with a smartphone or webcam and uploaded to a social media website” (Oxford, 2013)

El selfie no sólo adquirió una definición en uno de los más reconocidos diccionarios del planeta, sino que el mismo la denominó como la palabra del año en 2013. Este hecho no deja dudas de que dicho concepto ha permeado paulatinamente la cultura popular.

Así como el Diccionario Oxford lo detalla, no es únicamente un autorretrato, ni es ese el carácter trascendental del fenómeno en cuestión. McLuhan (1996) afirmó que “nadie puede hacer una fotografía sólo”, y es hasta la etapa en que el autorretrato se traslada a una esfera pública en que cumple su función.

En este sentido, a pesar de que el origen del termino fue rastreado hasta inicios de siglo, el auge de las redes sociales como principal espacio de interacción digital y la reconfiguración de los teléfonos celulares con la incorporación de cámaras fotográficas de mayor calidad dotan de un significado distinto a ese selfie que hoy traspasa la barrera de lo digital y se inscribe en las relaciones cotidianas.

El selfie como la expresión latente de la modernidad

Retomando la discusión del inicio sobre la palabra más utilizada a nivel mundial (en la que selfie obtendría un importante puesto), no es relevante para este ensayo obtener la clasificación, sino determinar los procesos de la modernidad  que logran insertar a dichos vocablos en las relaciones cotidianas del ser humano.

Sería una sorpresa si alguna de las palabras “concursantes” fuera un regionalismo de alguna zona de Indonesia. También sería un dato curioso que el idioma de uno de los términos fuera el húngaro. Es claro que cada una de las palabras tiene un nexo fundamental con los centros de poder hegemónico y sus manifestaciones.

Un OK que se mezcla en una conversación en español, un McDonald’s de origen estadounidense que abre cada seis horas en cualquier continente o una persona que se entera de la existencia de Brasil por un “2014” escrito a su lado demuestran la trascendencia de estas expresiones hegemónicas a través de una reconfiguración del tiempo y el espacio, característica elemental de la modernidad.

Sobre esto Giddens (1995) afirmaría que estas nociones se ven envueltas en una “recombinación según métodos que coordinan las actividades sociales sin la obligada referencia a las particularidades de la localización”. El selfie no se aparta de dicha dinámica. Si en otrora ser capturado por un lente fuera del país implicaba un determinado estatus, hoy se podrían conseguir los mismos resultados al lograr un autorretrato en Starbucks, una cafetería transnacional proveniente de los mismos centros hegemónicos.

El autor señala tres procesos claves presentes en la modernidad. El primero, la separación espacial-temporal, presentado en los dos párrafos anteriores conlleva al “desenclave de las instituciones sociales”.

Este segundo proceso, mediante sus mecanismos conocidos como Sistemas Abstractos  rearticula las relaciones sociales. Con especial énfasis será analizado una división de estos mecanismos: Los Sistemas Expertos. Definidos por Giddens (1995) como actores y objetos que “dejan en suspenso el tiempo y el espacio al emplear modos de conocimiento técnico cuya validez no depende de quienes los practican y de los clientes que los utilizan”.

La configuración de los teléfonos conocidos como “inteligentes” se convierte en un fiel ejemplo de los Sistemas Expertos propuestos por el autor. Iintegrando distintas expresiones tecnológicas, se vuelven fácilmente apropiables por el ser humano gracias a una aplicabilidad que no requiere un entendimiento técnico especializado. Una sencillez que los muestra tan mágicos como fugaces, volviéndolos obsoletos una vez que un nuevo teléfono reconfigurado -aun en el más mínimo detalle- ingresa al mercado.

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