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La experiencia estética del selfie en las redes sociales, herramienta factible para el proceso arteterapéutico


Enviado por   •  10 de Junio de 2019  •  Documentos de Investigación  •  3.946 Palabras (16 Páginas)  •  105 Visitas

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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Artes Plásticas

Postrado en Artes Visuales

Protocolo de investigación: La experiencia estética del selfie en las redes sociales, construcción de elementos iconográficos para una conducción arteterapéutica

Presenta: Jesika Adriana Machado Castillo

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Postulante: Jesika Machado C                                Visto bueno del tutor lector:

                                                             Doctora:

                                                                               


I. Título del proyecto

La experiencia estética del selfie en las redes sociales, herramienta factible para el proceso arteterapéutico

  1. Introducción

A lo largo de tres años he venido realizando un diario iconográfico de autorretrato, bajo un proceso arteterapéutico que día con día muestro en línea dentro del intrincado flujo de las redes sociales, ante la imperante necesidad de develarme día con día ante mi y ante los otros, a veces reafirmando lo que quiero de mi, otras permaneciendo ciega ante la lectura semántica que arroja la imagen, en ocasiones porque no me encuentro preparada para decodificar lo que la imagen parece decir de mi, el hecho de exhibirme en la red, tiene la ventaja de que otros participan en la construcción y deconstrucción de mí misma y de mí día a día.

Este trabajo continuará la producción del diario fotográfico de autorretrato en línea, realizada desde un proceso arteterapéutico. De la cual se desprenderán tres análisis, por un lado las reflexiones a cerca de la propia experiencia estética vivida a través del acto de fotografiarse a sí mismo, en segundo termino, el análisis de este material visto desde el proceso arteterapéutico. Por último, se realizará un estudio sobre el fenómeno masivo del selfie en las redes sociales analizado desde la estética de lo cotidiano de Mandoqui (1994).

III. Planteamiento del problema

La experiencia estética del autorretrato fotográfico genera un sin fin de lecturas y fenómenos de estudio, va más allá de la conceptualización del arte, llevarlo a cabo te adentra a un proceso creativo, el cuál es factible de ser manipulado para ser conducido a un fin consciente o inconsciente de satisfacción o desquicio, según lo que el autor quiera reafirmar. La fotografía no sólo evidencia un signo evidente e imparcial de la realidad, lo que realmente vemos es un modo de ver e interpretar al mundo o a nosotros mismos a través de la “visión fotográfica” este fragmento de lo que nosotros queremos enaltecer y que queremos que sea evidente de nosotros mismos (Sontnag, 1996).

Autorretratarse no es un pulso intrínseco sólo de los artistas, es casi tan natural en cualquier ser humano como la necesidad de descifrase, si bien es un fenómeno que proliferó con la aparición en 1985 de las cámaras Pocket de Kodak (Freund, 1997). Este fenómeno es actualmente visible a través de las redes sociales, la necesidad de gritarle al mundo quién soy, expresarse a través de imágenes tiene muchas fuentes de significación, por una parte liberar el propio material deprimido, que presiona hacía la superficie, en demanda de ser visto, pero hay otra que engloba cualquier otra lectura que es la gran necesidad que tiene el hombre de vencer la gran soledad constitutiva de la vida humana. Mediante el arte se comparte el mundo íntimo, se personifica a otros sin perder la singularidad  desde un terreno seguro y de goce (Kramer, 1982).

El mar iconográfico de las redes sociales está altamente conformado por autorretratos o está lluvia de selfis. Este medio masivo de información es el marco que funge como depositario de impulsos, emociones, ideologías, representaciones de miles de personas de diversas áreas que mantienen intercambios culturales, donde son, evaluados, juzgados, elogiados, vilipendiados; el acceso a toda esta diversidad promociona la posibilidad de producir objetos artísticos además de generar inclusión o exclusión social. No hay mejor manera de describir este acontecer que la descripción hecha por Savatier (1997: 12):

Nuestra humanidad biológica necesita una confirmación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirme definitivamente el primero. Hay que nacer para humano, pero sólo llegamos plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito... y con nuestra complicidad. La condición humana es en parte espontaneidad natural pero también deliberación artificial: llegar a ser humano del todo —sea humano bueno o humano malo— es siempre un arte.

El simple hecho de enfrentarse a la cámara y crear una representación de nosotros mismos, nos adentra a una experiencia estética aún si el resultado cumple o no con los lineamientos para ser considerado un producto artístico. La experiencia estética es el resultado de la interacción del ser humano consigo mismo, del mundo que le rodea y de la interpretación que éste hace de él; no es un acto privilegiado de los elementos cognitivos adquiridos en la academia ni del círculo denominado Bellas Artes. Según Bergson, la experiencia estética es un facilitador que nos ayuda a observar la realidad interior, es la representación que surge de la comprensión e interpretación del mundo y de nosotros mismos (Golcher, 1985).

Trabajar con imágenes fotográficas como proyección de la interioridad y sensibilidad humanas, nos lleva a indagar sobre el poder de la imagen dentro del proceso creativo. Hablar de imagen es un campo muy extenso, casi inmensurable, por ello esta investigación se centrará en el poder expresivo de la imagen fotográfica, la experiencia estética dentro del acto del autorretrato y su recurrida utilización como medio de representación en las redes sociales, en la búsqueda de conocimiento sobre la experiencia estética en el selfie y si de éste resulta material artístico. La Prosaica es una forma de pensar (la estética y lo estético) que supone la importancia de lo cotidiano, lo ordinario, la “prosa del mundo” (Merleau-Ponty, 1971). La manera en que las alteridades se manifiestan en las redes sociales genera efectos sensibles de éstas interacciones sociales donde también se da de manifiesto restos del entorno a través de la construcción de imágenes que muestran rastros culturales aunado a la identidad de quien aparece en primer plano en el selfie. El “proceso de aestesis” se refiere a la sensibilidad o condición de abertura o permeabilidad del sujeto al contexto en que está inmerso, condición fundamental de todo ser viviente que le involucran en procesos tanto significación (semiosis) como fascinación (estesis) (Mandoki, 1994). A la par de estos análisis continuaré la producción fotográfica de autorretrato desde una metodología arteterapéutica, misma que llevo realizando desde enero  de 2012 y que está en línea en una de la redes sociales más utilizada a nivel mundial, las páginas de Facebook[1].

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