Ella - Cuento.

ELLA

Angelie era así, no tenía amigos y tampoco quería tenerlos; su más grande y larga amistad era una sola. Porque se decía a sí misma que todos le hacían daño, y la única que nunca la abandonaría, sería ella. Para su infortunio cada cierto tiempo llegaba a su vida alguien que le causaba daño, y cuando apenas lo daba por superado, el daño regresaba. Era como si alguien quisiera recordarle a cada momento, el mismo dolor, defraudada siempre por el espíritu mezquino, la cobardía y el egoísmo de esos hombres a los que se entregaba creyéndolos a la altura de sus sueños.

Cada vez que le sucedía algo, ella abrazaba a su mejor amiga, y cuando necesitaba consuelo, era su amiga la que siempre estaba ahí, ambas se cuidaban, se aconsejaban. Era como sí ambas se hubieran criado la una a la otra, porque la mayoría de tiempo, por no decir toda, la pasaban juntas.

Un día, en el que ella vuelve a confiar en un hombre, en el que vuelve a creer que ya ningún hombre le puede hacer más daño, que ya todo le ha pasado, y ya nada la puede derrumbar, va y visita a un hombre que ella admira mucho, que la había conocido desde pequeña.

Al entrar a la casa de este hombre, a ella le entra temor, un temor inmenso, porque para desdicha de ella no había nadie más en esa casa, que ellos dos; algo dentro de ella le dice, que no entre, que simplemente se vaya, que ahí le puede ocurrir algo inesperado. El hombre se torna un caballero le trae una silla y empieza la conversación, le pregunta que cómo está, la conversación se vuelve monótona, el hombre solo atina a elogiarla y ella cada vez se siente más intimidada. De pronto Angelie quiere irse, y se lo dice, en eso un fuerte dolor se le viene a la cabeza, y el hombre trata de ayudarla y la coge de los brazos, pero a ella le da más temor quedarse ahí, así que a lo único que atina es a empujarlo, porque sea intuición o no, ella siente que corre peligro ahí; el hombre trata de persuadirla con halagos baratos, y esto alimenta más el temor en ella. Angelie huye de esa casa, se tropieza con la maleza y cae, se levanta, vuelve a correr y a caer, a correr y caer… hasta quedar casi sin aliento, sin más conciencia que sus latidos del corazón, presa de un ataque de locura, Angelie ya no sufre más por la soledad, sufre porque su corazón no puede resistir más decepciones.

• Al correr algo dentro de ella le dice: ¡No temas, lo superaremos, siempre lo hemos hecho!
• A lo que ella responde: ¿Pero, por qué a mí?, amiga, ¿Por qué de nuevo?

           Angelie no se puede responder esa pregunta, ni siquiera ella recuerda como llego a su casa, y cuando lo hizo, la esperaba su amiga, quién la recibió con los brazos abiertos, la abrazó y la consoló, lloraron juntas. Angelie, entre sollozos le preguntó a su amiga si ella también la dejaría, a lo que ella respondió:

• “Yo nunca te dejaré, nunca me iré, porque no sé si tú sabes que, yo soy tú”.

Whitney Meghume Tarapa Chambilla

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