En los últimos años se ha ido expandiendo el uso de las nuevas tecnologías, y como consecuencia han aparecido nuevas plataformas virtuales que conectan a potenciales clientes con prestadores de servicios

En los últimos años se ha ido expandiendo el uso de las nuevas tecnologías, y como consecuencia han aparecido nuevas plataformas virtuales que conectan a potenciales clientes con prestadores de servicios.

Estas plataformas crecen rápidamente debido a la utilización de tres métodos: crowdsourcing, contratación de trabajadores autónomos; microtasks, para dividir el trabajo; y la contratación on-demand, ofreciendo el servicio al cliente cuando éste lo necesite.

Este método, aunque posee grandes ventajas, utiliza autónomos que no están sujetos a la normativa laboral, por ello surge una confrontación para determinar si el trabajo que están realizando es de manera autónoma o no.

Podemos analizar el caso de dos grandes plataformas virtuales, como son Amazon Mechanical Turk y Uber que utilizan a este tipo de trabajadores. Estas compañías se definen como empresas tecnológicas, ya que ofrecen una aplicación virtual donde poder contratar los servicios.

No obstante, ellas mismas son además las que se encargan de fijar precios y tarifas, dar instrucciones de cómo se presta el servicio o incluso asignar tareas, en el caso de Amazon, a trabajadores según sus puntuaciones. Es importante añadir qué en el caso de Amazon se excluye toda responsabilidad de esta empresa por la prestación de los servicios.

Por lo tanto, se puede determinar que, aunque los trabajadores se consideran autónomos por utilizar sus propias herramientas y elegir en qué momento y cuántos servicios quieren prestar, no cumplen con todos los requisitos de este tipo de trabajador.

Una de las principales características que diferencian a los trabajadores por cuenta ajena y a los trabajadores por cuenta propia es la dependencia jurídica o subordinación, que debido a las nuevas tecnologías se han flexibilizado. Como se ha comentado con anterioridad, se puede concluir que estos trabajadores autónomos o “falsos autónomos” están bajo un control y dirección, prácticamente, total de su actividad laboral y no podrían, por tanto, tener un contrato mercantil sino un contrato laboral.

Uber es una empresa que trata de poner en contacto a clientes que buscan un medio de transporte para un trayecto en su ciudad con conductores autónomos. Este servicio se ofrece a través de una aplicación móvil, en la que los clientes pueden solicitar a un conductor según preferencia y situación, comprobando datos personales, tipos de coche e incluso puntuaciones de otros clientes.

La empresa se encarga de fijar precios, que los clientes pagan a través de la aplicación. Además, establece una serie de porcentajes para poder trabajar en la plataforma, determina cómo se prestan los servicios y exige a cada conductor coche con el seguro correspondiente y carnet de conducir.

Analizando con detalle el caso de Uber se puede comprobar cómo estos trabajadores tienen cierta autonomía, ya que pueden decidir cuánto y en qué momento trabajan, además de poseer su herramienta principal del trabajo, el coche. Sin embargo, todos los demás requisitos los someten a una dependencia y subordinación hacia la empresa, ya que esta no solo pone en contacto, sino que marca unas pautas tanto para la prestación de los servicios como para la fijación de tarifas, entre otros.

Por ello, se puede concluir que Uber controla y dirige prácticamente la totalidad del trabajo y en este caso estaríamos ante “falsos autónomos” que deberían tener un contrato laboral sujeto a la normativa correspondiente.

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