ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ensayo Sobre Arte Colonial Y Latinoamericano

Tomas25 de Junio de 2014

3.574 Palabras (15 Páginas)964 Visitas

Página 1 de 15

Ensayo sobre el arte colonial y latinoamericano

EL ENSAYO HISPANOAMERICANO

Es importante, antes de referirnos al ensayo en Venezuela, hacer un breve recorrido por Hispanoamérica, ya que el nuestro se inserta en forma armónica y destacadísima en el resto del continente del sur y además, las figuras más connotadas que lo fundan, la mayoría son de origen venezolano: Andrés Bello, Simón Rodríguez, Francisco de Miranda, Simón Bolívar.

Los más remotos orígenes del género en Hispanoamérica se trasladan a la época colonial.

Algunas Crónicas de Indias las podemos considerar como ensayos, sobre todo con las que se puede establecer cierta relación literaria.

Tenemos a Cristóbal Colón (c. 1451-1506) con sus cartas, diarios de navegación y relaciones breves, igualmente los Naufragios y comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-155-9) y la Historia verdadera de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo (1496-1585), soldado de Hernán Cortés. Son especialmente importantes Los Comentarios reales del lnca Garcilaso de la Vega (1539-1616) mestizo, hijo de un capitán extremeño y de una princesa incaica y la Nueva crónica y buen gobierno del peruano Felipe Guamán Poma de Ayala (c. 1534- ...) entre otros. Haciendo la advertencia que estas crónicas se escribieron sin propósito literario confesado.

Otros ejemplos importantes de prosa colonial son los escritos barrocos del colombiano Hernando Domínguez Camargo, también la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (México, 1691) de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-95), o los escritos también barrocos de Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700). En algunos de estos textos no es difícil percibir ya una clara actitud americanista, que dominará después todo el siglo XIX y también la primera mitad del XX.

Las luchas independentistas traen nuevas preocupaciones ideológicas y políticas, las cuales por supuesto se convierten en el tema fundamental de la literatura latinoamerericana a partir de 18l0, y el ensayo por su idiosincracia reflexiva y concientizadora es el texto más idóneo para expresar los conflixtos y las preocupaciones de este momento histórico tan convulso. Se levantan voces que hablan de la tolerancia religiosa, de los derechos individuales, de la libertad intelectual y la sociedad igualitaria y republicana.. El espíritu de la Ilustración se muestra en todo su alcance ya que circulaban -aún cuando en forma clandestina- libros de orientación moderna: la Encyclopédie, obras de Bacon, Descartes, Copérnico, Gassendi, Boyle, Leibniz, Locke, Condillac, Buffon, Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Lavoisier, Laplace. Pertenece a este momento nuestros precursores, en primer lugar el Libertador Simón Bolívar (1783-1830) no sólo por sus proclamas y correspondencia, sino también por su sentido de lo estético que está reflejado en algunos textos que le pertenecen . Muy leídas son las cartas y escritos de don Francisco de Miranda (1750-1816). Igualmente Simón Rodríguez, el maestro del Libertador (1771-1854) lo podemos incorporar dentro de los pioneros del género junto a Andrés Bello (1781-1865) por sus escritos sumamente reflexivos. Estos son los precursores de los escritores, pensadores y más específicamente, ensayistas que buscaban la emancipación mental. Ya que con la independencia no sólo se quiso cancelar el gobierno colonial sino que estos hombres se esforzaron por expresar una nueva ideología. Casi todos ellos son hombres de pensamiento y de acción, fecundos y enormemente influyentes.

Hay que entender pues ese inicial auge del ensayo como un fenómeno asociado a la realidad social-histórica de un continente que quería cobrar total autonomía tanto política como cultural frente a España.

Esto explica que el ensayo moderno surge en América antes que en la Península Ibérica : aparece sobre todo como una necesidad y un instrumento de la búsqueda de la identidad y expresión original de las nuevas naciones. Este aspecto ha quedado como una constante permanente en el ensayo y el pensamiento de los escritores hispanoamericanos más destacados. Como lo afirma José Miguel Oviedo (Breve historia del ensayo hispanoamericano, p.22), "hay una clara línea que va del Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento al Martín Fierro (1872) de José Hernández y de éste a Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes", y continúa diciendo que "el influjo de El laberinto de la soledad (1950) de Octavio Paz sobre la novela mejicana es también evidente, así como el magisterio de reyes sobre algunos poetas contemporáneos de su país. Hay una viva interrelación entre los géneros que se cultivan en Hispanoamérica, y en esa red de estímulos y ecos es de justicia reconocer el papel seminal que cumple el ensayo..."

Al tiempo surge un pensamiento que reacciona frente a los bárbaros del norte. Se empieza a tomar partido por lo latinoamericano.

Martí abogó por una expresión literaria hispanoamericana libre y verdadera, pero a la vez se mostró atento a las aportaciones de otras culturas. Independencia a conciencia.

Rubén Darío acertó a resumir un clamor continental que fue muy importante para la formación de una conciencia latinoamericana, igualmente José Enrique Rodó en su Ariel (1900).

Este pensamiento se entreteje con el positivismo (surgido también hacia fines del siglo XIX) y su adopción en Latinoamérica, favorecida por el éxito de las teorías de la ciencia se desplegó en todos los campos del conocimiento: la filosofía, la educación, la psicología y hasta las manifestaciones artísticas y literarias, y sobre todo las históricas.

Paralelamente con el positivismo, el modernismo cobra vigencia literaria y posibilita el trabajo del escritor venezolano Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927), quien con sus signos llenos de sugestiones publica Camino de perfección (1908), modelo que la prosa modernista del momento.

Recordemos que luego, el también venezolano Rufino Blanco-Fombona (1874-1944) escribirá su diario Camino de imperfección, en un juego de los destinos que se bifurcan pero que paradójicamente confluyen en un interés común, la preocupación por América. Igual carácter americanista tendrán los ensayos del dominicano Pedro Henríquez Ureña, el maestro mejicano Alfonso Reyes y nuestro Mariano Picón Salas.

EL ENSAYO EN VENEZUELA

La generación de la independencia, tal como lo habíamos mencionado, que lee los textos de Bacon, de Descartes, Montesquie, Voltaire y de otros produce en Venezuela desde 1830 al igual que en el resto del continente una literatura de combate. Abarca, desde el punto de vista literario, toda la época de auge y fin del romanticismo y disolución del clasicismo. Alcanza un destino estelar con nombres -como vimos- que van desde Simón Rodríguez y Simón Bolívar ("vastas resonancias de maestro profeta y discípulo genial", como los llama respectivamente Lezama Lima), hasta el clásico pero moderno Andrés Bello. No debemos dejar de mencionar en este período a los destacados Arístides Rojas, Fermín Toro, Juan Vicente González, José María Baralt y Cecilio Acosta. Es el tiempo de los gobiernos de José Antonio Páez, los hemanos Monagas, la guerra federal y Antonio Guzmán Blanco. Llega también a la presidencia un hombre distinto, distinguido y universitario, el Dr. José María Vargas, primer rector de nuestra Universidad Central de Venezuela.

El escenario, en efecto sirve para la transfiguración histórica y muestra el desafío de una literatura que se sumerge en el humus de la guerra, donde en esa transición (desde el punto de vista cultural) del barroco al romanticismo de fines del siglo XVIII y principios del XIX se sorprende con rasgos ya de raigambre muy americana, que sin romper la tradición hispánica, abre un nuevo camino a la reflexión y expresión de los problemas más candentes del momento. Es importante aclarar que estos personajes aún no están conscientes de la categoría de ensayo, y expresan sus ideas en un texto que algunos llaman "proto-ensayo", y que en alguna medida se emprenta todavía con el tratado, el artículo, la epístola y la oratoria. Pero a la vez se van a convertir en los primeros enlances entre la reflexión y la historia literaria de Venezuela.

Y dentro de ese proceso que arranca del siglo pasado, el género del ensayo se va a consolidar "como forma de expresión de un grupo homogéneo y literariamente organizado" (José Ramón Medina, 50 años de literatura venezolana, p.186) con los escritores que integraron la primera generación positivista: José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, César Zumeta. Luis Razetti, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, Samuel Darío Maldonado, por citar a los más destacados.

Todos ellos diversificaron su interés investigativo por temas típicamente positivistas: la historia natural, la biología, la antropología, la sociología, economía, política, filosofía y el derecho y la historia. Y como lo señala José Ramón Medina, el positivismo, esa nueva ciencia que penetra con evidente retardo en los estudios universitarios de Venezuela, significa un saludable impacto para la cultura general venezolana. Sobre todo la historia, la sociología, la filosofía y la crítica literaria (aún no deslindada del ensayo, confusión que aún hoy se da en algunos escritores) entran en el mundo del ensayo dentro de una nueva concepción que utiliza un método de investigación novedoso entre los intelectuales venezolanos. Este método también va a repercutir sobre el campo literario con el modernismo. La novela y el cuento se van a mover entre el campo de la experimentación tesista (que pretende demostrar algo, lo que llamaríamos novela-tesis)

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (23 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com