Envejecimiento Y Discacapiddad Mental
karina197715 de Noviembre de 2013
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ISPEE
INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO EN EDUCACIÓN ESPECIAL
PLURIDEFICIENCIA
Profesor: DELIA GORGORA
Comisión: 1
Alumnas: KARINA SILVIA QUIROGA
1º CUATRIMESTRE 2012
INTRODUCCIÓN
Como futuras docentes debemos fomentar en un sentido integral todos estos estímulos para mejorar la calidad de vida de toda persona que en algún momento llegará a la vejez o que ya la están transitando.
Por ello, el tema que abordaremos en la presente monografía será sobre la recreación y qué aspectos podemos trabajar con las personas de tercera edad para incrementar la expectativa de vida.
La vejez es una etapa de la vida como cualquier otra. Hay definiciones científicas, biológicas, psicológicas, médicas, etc. de la vejez. Además es importante tener en cuenta las definiciones de la sociedad, de los mismos ancianos, de los familiares, de sus nietos.
Las personas comienzan a experimentar la vejez a través de experiencias fisiológicas que se manifiestan en un declive de sus funciones orgánicas y psicológicas y una pérdida de capacidades sensoriales y cognitivas. Estas pérdidas son diferentes en cada individuo. Las personas que transitan la tercera edad necesitan una mayor atención médica que las personas jóvenes por ser más vulnerables a enfermedades.
Para la O.M.S. una persona es considerada sana si sus aspectos psicológicos, sociales y orgánicos se hallan integrados. De esta forma una persona que logra llevar una vida plena, psicológicamente equilibrada y mantiene relaciones sociales aceptables tendrá un organismo en condiciones que le permitirá tener una buena calidad de vida.
Los ancianos tienen la misma oportunidad de crecimiento, desarrollo, y aprendizaje que cualquier otra persona pero solemos olvidarnos de eso, que es otra etapa y que hay que respetarla como tal.
DESARROLLO
Esperanza de vida en personas con discapacidad mental, aumento y consecuencias de la longevidad.
Partiendo desde la normalidad para la OMS, las personas de 60 a 74 años son consideradas de edad avanzada, de 75 a 90 ancianas, y a aquellos que sobrepasan los 90 se los denomina longevos. A todo individuo mayor de 60 años se les llamara de manera indistinta: persona de tercera edad.
El proceso de envejecimiento en personas con discapacidad intelectual muestra
una serie de cambios a nivel biológico, psicológico y social.
En primer lugar, aparecen una serie de cambios biológicos (dificultad auditiva y visual, cambios en la piel, etc.); aparición de procesos osteo-articulares (artritis y artrosis, que pueden provocar dificultades en la deambulación y la aparición de dolor de forma continuada); incremento de procesos neurodegenerativos como las demencias, y en general un incremento de procesos patológicos que suelen acompañar al proceso de envejecimiento y que son susceptibles de revisiones periódicas.
En segundo lugar, pueden aparecer una serie de cambios a nivel psicológico, derivados del propio proceso de envejecimiento y la necesidad de adaptación a este proceso. En el caso de las personas afectadas por discapacidad intelectual, estos cambios son difíciles de asumir, por cuanto existe, en general, una ausencia de autopercepción del propio proceso de envejecimiento por el que pueden verse afectadas y que resulta necesario a fin de que la propia persona desarrolle determinadas actividades de tipo saludable en esos momentos (dormir bien, realizar
actividades físicas controladas, llevar a cabo una alimentación saludable, etc.).
Por último, en esta época se hace necesaria la utilización de un mayor número de recursos dirigidos a mejorar la calidad de vida de estas personas, y especialmente, la necesidad de disponer de estructuras adecuadas en esta etapa de la vida.
Así, surge una serie de interrogantes que requiere de determinados cambios en la vida de las personas con discapacidad intelectual: ¿creamos talleres ocupacionales o residencias específicas para esta población que envejece?
¿Utilizamos los recursos dirigidos a otras poblaciones en proceso de envejecimiento
o procedemos al establecimiento de nuevos recursos? ¿Contamos con técnicas
adecuadas para retrasar el deterioro cognitivo en estas poblaciones?
¿Disponemos de medios diagnósticos para descubrir de forma precoz determinados
trastornos (demencias)? En definitiva, todo un cúmulo de interrogantes que se hace necesario aclarar para desarrollar nuevas estrategias dirigidas a proporcionar
mejoras en el bienestar de estos ciudadanos.
Las propias personas con discapacidad intelectual necesitan un tipo de alternativas para hacer frente a su proyecto vital diferentes de las tradicionales que se han ofertado a estas poblaciones en épocas pasadas.
Finalmente, las familias se ven igualmente afectadas por el proceso de envejecimiento
de las personas con discapacidad intelectual. El propio reconocimiento del proceso de envejecimiento en sus familiares afectados, el cambio de actitudes a fin de promover la autonomía personal de los mismos, y el conocimiento de las necesidades de los familiares con alguna persona afectada por discapacidad intelectual, son elementos de análisis que es necesario conocer para abordar el tema con una eficacia máxima.
ENVEJECIMIENTO Y DISCAPACIDAD INTELECTUAL
Las personas con discapacidad intelectual que envejecen hoy se encuentran dentro de un sistema familiar y social de cuidados que previamente no se ha adaptado a ellos. Y deben afrontar los retos de la jubilación y el envejecimiento sobre todo en el medio familiar y con una significativa carencia de apoyos. Sin embargo, los adultos con discapacidad intelectual de hoy vivirán en el futuro más que hace unos años, disfrutarán de mejor salud, tendrán muchas más experiencias y envejecerán con mayor dignidad que las generaciones anteriores (Janicki, 1996). A pesar que la inclusión en la comunidad ofrece nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida, también trae consigo más riesgos para los que se debe estar preparado. Por eso se hace preciso planificar adecuadamente su proceso de envejecimiento.
Las personas mayores con discapacidad intelectual tienen necesidades en su salud física de acuerdo con las circunstancias sociales y económicas de su vida diaria. Además presentan una gran variedad de problemas de salud muy superior al de quienes no tienen esa discapacidad. Esos problemas se acrecientan según el envejecimiento a causa del mayor deterioro físico y al desarrollo de condiciones secundarias relacionadas con su discapacidad .Los problemas de salud se han relacionado con la obesidad, hipertensión, epilepsia, parálisis cerebral, salud mental pobre, mayores niveles de morbilidad psiquiátrica, enfermedades coronarias e infarto.
Esos problemas son más comunes, y el deterioro se adelanta también más en algunas etiologías como en el síndrome de Down. El descenso físico y funcional en una mayor ancianidad requiere de una cuidadosa evaluación dada su posible complejidad.
Los problemas sensoriales, motores y las dificultades de comunicación de los individuos con discapacidad intelectual limitan aún más la evaluación de su salud. Es por esto por lo que se debe realizar una evaluación desde una perspectiva comprensiva e interdisciplinar.
La educación y el entrenamiento de los profesionales de atención directa en habilidades de prevención y tratamiento de problemas de salud en esta población debe ser una prioridad de los servicios y los programas. Las personas con discapacidad intelectual y sus cuidadores deben conocer y aplicar prácticas saludables de nutrición, higiene, reducción en el abuso de sustancias, sexualidad y otras.
Los trastornos mentales en mayores con discapacidad intelectual afectan el funcionamiento cognitivo y afectivo de los individuos repercutiendo negativamente en su nivel de funcionamiento general y en su calidad de vida. La interacción entre los aspectos biológicos, psicológicos y sociales es de gran importancia y ha de ser evaluada con precisión en cada individuo. El proceso de envejecimiento se caracteriza por su continuo cambio en diferentes facetas de la persona. Además, los individuos envejecen a ritmos diferentes. Las personas con discapacidad intelectual en general tienen roles sociales más restringidos y funciones sociales más limitadas, con menos oportunidades en la experiencia del aprendizaje.
Las necesidades de las personas con discapacidad intelectual cambian a lo largo de la vida, siendo de capital importancia tomar conciencia de esos cambios para poder actuar con eficacia. El significativo incremento de las expectativas de vida en la población con limitaciones cognitivas hace más relevante esa necesidad. Al examinar el tratamiento y apoyo a personas con discapacidad intelectual que envejecen destaca la necesidad de centrarse en dos tipos de necesidades básicas. Por un lado, los servicios deben asegurar un nivel de calidad de vida mínimo que sirva para reducir los riesgos de problemas en salud mental y, por otro lado, se necesitan servicios de salud mental de alta calidad para ayudar a las personas que presentan trastornos. Una de las estrategias preventivas más útiles consiste en fomentar estilos de vida positivos y planificar apoyos sociales adecuados, siempre reduciendo las alternativas institucionales que producen un empobrecimiento
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