¿Es usted buen vecino?
Payo986789Práctica o problema24 de Mayo de 2016
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¿Es usted buen vecino?
‘POR supuesto que soy buen vecino. Me ocupo de mis propios asuntos y dejo que mi vecino de al lado se ocupe de los suyos. Mientras menos tratos tenemos el uno con el otro, mejor resulta.’
Esa puede ser una manera muy común de responder a la pregunta: ¿Es usted buen vecino? Pero realmente, ¿no es eso evadir la cuestión? Ciertamente uno tiene que estar exhibiendo algunas cualidades buenas para poder ser buen vecino, algo que esté más allá del simplemente no ser inquisitivo en cuanto a los asuntos privados del vecino.
Es verdad, quizás haya ciertos vecinos que tiendan a serles repelentes a uno en vez de atrayentes... personas chismosas, no pulcras, ruidosas y aquellas a quienes les gusta presumir. Sí, es posible que algunos vecinos sean gruñones y no comunicativos, que respondan al saludo animado de uno con una indiferente inclinación de la cabeza o un gruñido. Es muy fácil, ¿no es verdad? catalogar las faltas de los vecinos de uno.
Pero piense en esto. ¿Va usted a considerar únicamente los puntos débiles de ellos? ¿Qué hay acerca de sus buenas cualidades? Quizás usted pudiera llegar a conocerlos mejor. No hay por qué pasar de un extremo a otro, de modo que cada uno prácticamente viva en la casa del otro. (Pro. 25:17) Pero quizás usted pudiera tener un ambiente más amigable. No es preciso que se envuelva socialmente con ellos, pero pudiera hablarles de vez en cuando.
Supongamos que todos los miembros de la familia de usted quedaran incapacitados por enfermedad, todos a la vez. ¿No agradecería usted mucho el que alguien que estuviese cerca, como el vecino de al lado, inquiriera cómo estaban las cosas y ofreciera hacerle alguna diligencia importante? A la mayoría de nosotros nos gustaría que hicieran eso para nosotros, pero, ¿qué hay acerca de primero efectuar acciones amigables de esa clase para su vecino?
Si estando usted ausente en alguna ocasión los ladrones trataran de entrar en su casa o estallara un incendio, ¿no le agradecería usted a algún vecino cercano el que se interesara lo suficiente en el bienestar de usted como para llamar a la policía o al departamento de bomberos? Tal acción inmediata quizás le ahorrara a usted mucho gasto e incomodidad. Pero, ¿tiene usted razón para esperar que se le preste tal ayuda si evita todo intento de mostrarle amistad de parte de sus vecinos, o si usted no muestra un interés semejante en el bienestar de ellos? Como escribió el sabio en Proverbios 27:10: “Mejor es un vecino que está cerca que un hermano que está lejos.”
No cabe duda, hay razones prácticas para el cultivo de relaciones amigables con los que viven en su alrededor inmediato, a menos que usted tenga evidencia de que odian a Dios y todo lo que es bueno. Sin embargo, usted encontrará a muchos vecinos que no están en esa categoría, y que recibirían mucho provecho de tener conversaciones con usted, y quizás hasta con el tiempo llegaran a compartir la fe que usted tiene en Dios y en su Palabra.
Hay otro punto que se debe considerar. ¿No es importante tomar en cuenta el punto de vista de Dios de cómo debemos tratar a los vecinos? Lo que él espera de los cristianos tocante a esto no se deja a conjeturas. Se ha asentado en la Biblia con términos claros. Veamos lo que podemos aprender acerca del asunto en las Escrituras.
Contestando a uno que inquirió: “¿Cuál mandamiento es el primero de todos [primero en importancia]?” Jesús contestó: “El primero es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ El segundo es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (Mar. 12:28-31) Y este requisito de amar a Dios y al prójimo sobrevivió y entró en el sistema de cosas
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