Escribir-cine
RANAVERDEEEnsayo7 de Enero de 2014
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Prólogo
Escribir-cine
✑ Pablo Ferré
¿Se escribe de cine, sobre cine? Puede ser. Como también puede ser que, a veces, se escriba
desde el cine, que se escriba-cine. Como dice Godard, hay textos que ya son cine. Palabras que
alimentan las imágenes, que se entrelazan con ellas, que las prolongan y las completan, que las hacen
perdurar en la memoria y trabajar en las cabezas. Después de todo, ¿no es el cine una forma de la
literatura, una literatura de las imágenes? Tal vez ya sea tiempo de ver las cosas de esta manera.
Si así fuera, habría algunas cosas que hacer. Una, acaso urgente, es quebrar el monopolio de la
palabra sobre el cine, de la escritura sobre cine, hasta ahora detentado por una institución crítica
cada vez más empeñada en atraer la atención sobre sí misma, sobre su propia exposición narcisista.
Hay que recordarlo todo el tiempo: nadie es propietario exclusivo del cine. Una cosa es tener el
poder (institucional, político) de hablar de cine, y otra, bien diferente, es tener la autoridad (individual,
ética) para ello. Una cosa es el diálogo –aunque sea con uno mismo y por escrito– y otra el
monólogo. Diálogo que es, también y sobre todo, con las películas, con lo que éstas tienen de
escritura, con lo que hacen escribir.
Acaso hoy más que nunca sea necesario aprender a escribir-cine. Si se acepta que, desde
Rossellini en adelante, gran parte de eso que conocemos como “cine moderno” descansa sobre la
posibilidad de una escritura capaz de articular y elucubrar, de abrir los senderos y acomodar las
piezas, es relativamente fácil llegar a la conclusión (aunque sea provisoria) de que, en la actualidad,
tal vez sean la escritura y los textos los últimos lugares donde el cine todavía resiste. A pesar de
todo. Por lo menos un cierto tipo de escritura y un cierto tipo de textos.
Por eso es que, desde esta recopilación, damos ahora la palabra a los pensadores, a los escritores,
a los artistas y a los estudiosos. Para decirlo de otro modo, a todos aquellos que todavía persisten
en comprometer las fuerzas del intelecto y la emoción en el examen y la consideración apasionada
de esa cosa llamada “cine” y de esos objetos llamados “películas”. A los que todavía entienden del
caso, pertinente y necesario –si no imprescindible–, volcar en el cine y en las películas todo un
stock de conocimientos, saberes y experiencias. A los que aún se obstinan en creer, pensar y decir
–muchas veces contra el fariseísmo de las falsas evidencias– que el cine tiene que ver con otras
zonas de la actividad y la vida humana. En resumidas cuentas, a todos aquellos que, gracias al cine,
por él, con él y desde él, crean algo, construyen algo.
Esta publicación es el resultado de un modesto trabajo: se trataba de salir al rescate de otras
voces, otros discursos, otras maneras de ver y de pensar perdidas en la actual sobreabundancia
impresa y electrónica, en libros y revistas de todo el mundo, y resignadas a yacer en la amnesia
mediático-virtual-publicitaria a la moda. Perdidas, olvidadas o ignoradas, pero no sin vigencia. Lo
que se intenta –a una escala más bien modesta, es cierto, pero tal vez por ello mismo preservando
ese valor que solo tienen las cosas íntimas y confidenciales– es achicar la distancia que nos separa
de un mundo en el que el testimonio escrito de la creación y del pensamiento es, ya, una creación
y un pensamiento. Un mundo que puede estar cerca o lejos en kilómetros o en años, pero en el que,
en tanto habitantes, siempre nos sentimos concernidos e implicados: cuestión de pertenencia.
En los textos que siguen
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