Escuchar con el corazón

 “Escuchar con el corazón, para la vida”

Aunque “oír” y “escuchar” parecen ser lo mismo, no lo son en absoluto, ya que uno puede oír sin escuchar. Oír quiere decir que percibimos los sonidos a través de los oídos, sin necesariamente entender lo que estamos oyendo. El oír es un acto involuntario, mientras que el escuchar es un acto intencionado.

Algo parecido ocurre con “aprender” y “aprehender”. La primera acepción se refiere a la acción de incorporar un nuevo conocimiento a la historia cognitiva. Aprender consiste en hacer propio el conocimiento de un modo duradero.

Es muy importante no hacerlo una “carga”, sino un medio de crecimiento personal  que podemos encontrar en un libro, un video, un familiar, un amigo, que adaptan ese conocimiento con estrategias de comprensión adaptadas a sus destinatarios. Con esto quiero decir que al aprendizaje podemos adquirirlo por diversos medios. Considero muy importante recordar a aquellas personas cuya transmisión de conocimientos me marcaron mucho, me enseñaron valores, modos de hablar y comunicarme, me contaron sobre sus experiencias y muchas cosas más. Transmitían todo eso con tanto amor, tanta calma…me inculcaron fuerza y enseñaron que un tropezón no es caída. Esas palabras y experiencias las voy a llevar por el resto de mi vida.

Ser un educador/a es mucho más que una profesión, es tener en tus manos muchos sueños que están empezando a construirse y también es un espacio en el que uno crece en todo sentido.

Como dice  Mahatma Gandhi: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras, cuida tus palabras porque de convertirán en tus actos. Cuida tus actos porque se convertirán en tus hábitos, cuida tus hábitos porque se convertirán en tu destino”

Todo en la vida es un aprendizaje, una lección, una alegría o tristeza, de eso se trata la  vida misma. Como futura pedagoga tengo que saber todo es posible y siempre hay que adaptarse a los tiempos que estén transcurriendo y tener muy en cuenta la palabra “empatía” que significa mucho.

Como dice Fernando Savater

“ Y es que la enseñanza presupone el optimismo tal como la natación exige un medio líquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse, debe abandonar la natación; quien sienta repugnancia ante el optimismo, que deje la enseñanza y que no pretenda pensar en que consiste la educación. Porque educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento.” (“El valor de educar”. Fernando Savater. Editorial Ariel S.A. Barcelona. 1997 y 2009. Pág.19-20)

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