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Fabulas.


Enviado por   •  15 de Febrero de 2013  •  Tesis  •  1.799 Palabras (8 Páginas)  •  582 Visitas

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INTRODUCCIÓN

José Joaquín Fernández de Lizardi nació en la ciudad de México el 15 de noviembre de 1776 en la ciudad de México el 15 de noviembre de 1776 y murió 51 años después, el 21 de junio de 1827.De acuerdo con estas fechas, vivió cuarenta y cinco años de su vida en la época colonial y apenas seis (los últimos) en el Mexico independiente. Es importante destacar esta circunstancia, que explica la sujeción de la mayor parte de su obra a la censura imperante de la época colonial, en particular en lo referente a la libertad de prensa, pues aunque la Constitución española de 1812 la estableció, la autoridad virreinal no la permitió en el territorio novohispano.

La extensa obra escrita por José Joaquín de Lizardi revela la multiplicidad de facetas manifiestas en de su poesía, teatro, periodismo narraciones, etcétera. Sin embargo, esta pluralidad de expresiones se enfocaba, en su totalidad, como un esfuerzo por alcanzar la identificación de lo propio de la sociedad a la que pertenecía, en sus costumbres, lenguaje, composición social, visión del mundo, como una expresión de la mexicanidad naciente. En dicho contexto, integrador de toda su obra, esta puede identificarse fundamentalmente en dos de sus múltiples facetas: el primero sobre la segunda. La obra escrita de José Joaquín Fernández de Lizardi se caracteriza en su conjunto como una visión mexicana mediante un lenguaje popular y un testimonio de sus manifestaciones al margen de la solemne, lo académico o lo grandilocuente. Si bien curso el nivel de estudios que después se llamo el bachillerato , y Universidad, puede decirse que José Joaquín Fernández de Lizardi fue autodidacta, formado como asiduo lector de las bibliotecas públicas de la ciudad de México.

El año de 1812 empezó a publicar su periódico titulado El pensador Mexicano, cuya aparición se interrumpió en diversas ocasiones por razones económicas, pero sobre todo por la censura a que apareció de octubre de 1812 a enero de 1813; de septiembre a diciembre de 1813 y durante un periodo de 1814. El periódico concluyo su aparición, pero Fernández de Lizardi siguió firmando, como ya lo hacía entonces, como «El pensador Mexicano», nombre que revela claramente la intención nacionalista de sus escritos y acción periodística.

A El pensador Mexicano le siguió Alacena de Frioleras (cosas de poca importancia), de mayo de 1815 a marzo de 1816, con 28 números en total. Más tarde apareció Ratos entretenidos y en 18120 El conductor Eléctrico.

Como novelista escribió cuatro obras. El periquillo Sarniento, la Quijotita y su prima, Don catrín de la Fachenda y noches tristes y día alegre. La más importante de las cuatro novelas es la primera, narración picaresca en la tradición de la novela española de ese género. Es también una novela de costumbres, que refleja las condiciones y actitudes de la sociedad mexicana de aquel tiempo. Como poeta, José Joaquín Fernández de Lizardi dejo una obra breve, pero importa destacar en este género las fabulas, publicadas en su mayor parte en el año de 1817. La fabula es un genero poético cuyo propósito principal se caracteriza por la presentación de algunos animales que hablan a propósito de algunos de sus rasgos principales cuya caracterización principal es opuesta entre ellos. En la exposición dominante se hace elogio del rasgo primordial que caracteriza al hablante, o bien este argumenta contra lo propio del otro animal. Así se hace presencia de lo significativo de cada uno, y en la exposición final se manifiesta la argumentación de tono moralizante que se desprende de todo el dialogo. Esta exposición moral con la que finaliza la fabula es la parte más importante de esta, como algo aplicable a la vida humana, donde rigen igualmente los rasgos predominantes de los animales participantes. Así, el lector de la fabula aprende con ella el valor de las buenas acciones y la equivocación de quien se inclina por lo puesto.

Las primeras fabulas de occidente se escribieron en la Grecia antigua y el máximo representante de este género en aquella época de Esopo (620-580 a.C.), cuya obra ha llegado hasta nuestros días. El género se mantuvo en la literatura romana y paso al mundo medieval, pero su mayor expresión aparece en el siglo XVII y en la literatura francesa, donde la figura principal fue Jean de La Fontaine (1621-1695). En España también se escribieron fábulas. Son dos sus principales exponentes: Tomas de Iriarte (1750-1791) y Félix María de Samaniego (1745-1801). También hubo fabulistas hispanoamericanos.

Las fabulas de Fernández de Lizardi no escapan la mexicanidad presente en toda su obra. En ellas no solo hablan los animales, sino también las flores y hasta objetos, como en la fabula en la que dialogan la espada y el sombrero. Poseen gracia, ingenio y humor y en todas queda la conclusión moral que se desprende de la situación expuesta. En el volumen con sus fabulas que Fernández de Lizardi público en 1817, la primera podría entenderse que sirve como prologo a todas las que le siguen. En esta fabula, titulada «Los lisiados al espejo, y el autor» dos sujetos que padecen alguna deformidad física, se reflejan en los espejos que posee el propio autor. Al verse deformes, los individuos se disgustan y reclaman que ese espejo los muestra con deficiencias físicas y se proponen a romperlos. Entonces el autor, para evitar que hagan eso, les hace ver que los espejos solo reflejan lo que está frente a ellos y que no quitan ni ponen nada de lo que reflejan y concluyen así esta favila (en la que hablan personas) y se refiere a los espejos (como las fabulas), y dice:

El que los hizo, a fe mía,

Retrataros no pensó,

Pues cuando los fabrico

Para nada os conocía.

Si vosotros estuvieras

Sin lacras, seguramente

De modo muy diferente

En los espejos os vierais.

Dije, y se acabo, señores,

Toda la riña al momento.

¡Ojala entiendan el cuento

Algunos de mis lectores!

Y en efecto, es un consejo aplicable a todo lector de fabulas, que se refiere genéricamente a caracteres y maneras de ser de algunos animales, o en este caso, gentes.

Y lo que finalmente queda, es una conclusión moralizante.

Alfonso Rangel Guerra

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