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Fue Una Bomba Cacera


Enviado por   •  17 de Octubre de 2012  •  733 Palabras (3 Páginas)  •  228 Visitas

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Fue una Bomba Casera.

Sin temor a equivocarme todos los seres humanos tenemos fechas en nuestra vida que consideramos especiales por cualquier razón sea porque nos recuerden buenos momentos o momentos no tan agradables pero que las recordamos siempre porque de alguna manera nos marca nuestra existencia.

A finales de los años ochentas, en aquellos días hubo manifestaciones sociales en Tegucigalpa, casi a diario y disturbios, que se percibía en el ambiente un aire de inseguridad y miedo en las calles, los militares intentando sofocar el desenfreno de inconformidad de los manifestantes y estos últimos cada día mas agresivos, pero jamás me imaginé que estaba a punto de conocer y vivir en carne propia un acontecimiento o suceso tan desagradable y difícil de entender y saber el porqué pasó lo que pasó, porque jamás se investigó nada de nada y el sabor de la injusticia atragantado en la garganta realmente duele, la impotencia invade nuestro ser cuando son tantas las preguntas y no hay ninguna respuestas porque ni sabes cómo, que, ni a quien preguntar cuando se es victima de la injusticia y la indiferencia institucional.

Un día miércoles veintidós de Febrero del año de mil novecientos ochenta y ocho, tres días después de que pusieran una bomba en la embajada Americana, y una gran manifestación en la cual desaparecieron un estudiante los ánimos estaban caldeados, para mí y mis compañeros de trabajo era un día normal para ese entonces laboraba en la Alcaldía Municipal del Distrito Central como trascriptora de datos en el turno de tres de la tarde a las nueve de las noche sucedió lo que nunca nos imaginamos nueve compañeras mas de trabajo entre ellos un varón. En las ventanillas de atención al cliente ubicadas en el edificio administrativo mismo que está frente al Hospital y Clínicas Viera, había un mesón grande y alto en formas de ele en el cual había espacio para quince computadoras o mas, tres impresoras y una masa de cables en el piso que los apartábamos para no pisarlos, el mismo número de sillas altas que nos permitía alcanzar el mesón de trabajo. La oficina de atención al cliente en su totalidad sus paredes eran de vidrio transparente que permitía ver los movimientos de los que allí trabajábamos.

Comenzamos la jornada de trabajo a las tres de la tarde de ese día miércoles, entre saludos y risas cada quien se ubicó en su lugar, en su silla zancuda y comenzamos a ingresar los datos en la computadora pues ese era nuestro trabajo asignado, como a las siete y treinta de la noche se escuchó un estruendo en el lugar, caí al suelo sobre los vidrios de las paredes que ya habían cedido en el mismo instante, el lugar estaba ya oscuro solo se escuchaban los gritos de las demás y el fuego comenzaba a esparcirse por la cantidad de papeles que se manejaban en ese lugar, el instinto de supervivencia me hizo arrastrarme sobre el piso, sin pensar

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