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GUÍA N° 8 LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 8° BÁSICO


Enviado por   •  14 de Abril de 2022  •  Biografías  •  690 Palabras (3 Páginas)  •  41 Visitas

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GUÍA N° 8 LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 8° BÁSICO

Texto 1

  • Lea el siguiente texto:

ESTATUTO SOCIAL Y SALUD

Las personas con nivel socioeconómico (NSE) bajo corren un mayor riesgo de padecer enfermedades y tienen una menor esperanza de vida que las de clase alta. Las explicaciones tradicionales hablaban de un menor acceso de los pobres a la asistencia médica y de estilos de vida más insalubres, como los asociados al tabaquismo o a la obesidad. Pero se trata de razones que no justifican la correlación entre pobreza y mala salud.

Nuevos estudios indican que las formas de estrés psicosocial asociadas con la pobreza pueden aumentar el riesgo de sufrir un gran número de enfermedades. El estrés crónico que provoca vivir en un barrio marginal y con elevado índice de violencia, aumentaría la susceptibilidad del individuo a la enfermedad cardiovascular, la depresión y la diabetes.

Otros trabajos han revelado una correlación entre la desigualdad de ingresos y la mala salud en EE.UU. Algunos expertos ponen de relieve que a la pobreza objetiva (ser pobre) se añade una pobreza subjetiva (sentirse pobre), que provoca mayor estrés todavía en aquellas comunidades con marcadas desigualdades económicas.

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POBREZA Y ENFERMEDAD

Hipótesis fallidas

¿Por qué está tan arraigado pensar que el nivel socioeconómico influye en nuestra salud? Las respuestas a primera vista lógicas no llegan al fondo. Podríamos argumentar, por ejemplo, que la atención médica resulta menos accesible y de calidad inferior para los pobres. Tal es cierto para EE.UU., donde un número notable de pobres carece del seguimiento de un médico de familia: su atención sanitaria se reduce exclusivamente a las visitas a urgencias. Pero la tesis se desmorona si se aplica en países con otra política sanitaria. Veamos, por ejemplo, los estudios Whitehall, realizados por Michael G. Marmot, del Colegio Universitario de Londres, en el curso de los últimos treinta años. El equipo de Marmot ha registrado un conjunto de gradientes de nivel socioeconómico, muy pronunciados, en una población estratificada, la del personal del Servicio Civil británico, que abarca desde el personal laboral de nivel inferior hasta los altos cargos. Los destinados a tareas de mensajería y los conserjes presentan tasas de mortalidad por cardiopatías crónicas muy superiores a los cargos administrativos o ejecutivos. La falta de acceso a los servicios médicos no explica el fenómeno, pues en el Reino Unido, a diferencia de EE.UU., toda la población está cubierta por un servicio de sanidad pública.

Otra explicación “obvia” se centra en los estilos de vida que atentan contra la salud. En las sociedades, en la medida que se desciende por la escala del nivel socioeconómico mayor es la tasa de tabaquismo, alcoholismo y obesidad, y peores las condiciones de vida de los individuos, que suelen residir en barrios contaminados, con elevados índices de violencia y hacinamiento. Los pobres tienen mayores dificultades para acceder al agua potable, a una alimentación sana o al uso de instalaciones deportivas, por no hablar de calefacción en invierno y de aire acondicionado en verano.

Parece, pues, evidente que el bajo nivel socioeconómico si influye en el aumento de los riesgos y la reducción de los factores de protección. Sin embargo, en la explicación del gradiente de nivel socioeconómico estos factores de riesgo o de protección tienen un escaso protagonismo. En los estudios Whitehall, la influencia del tabaquismo o la práctica de actividad física dieron cuenta sólo de alrededor de un tercio del gradiente. Parece razonable suponer que cuanto más rico sea un país, de más recursos disponen sus ciudadanos para protegerse y evitar riesgos. Por tanto, la salud debería mejorar progresivamente al ir ascendiendo por el gradiente de riqueza de las naciones, además de hacerlo entre los ciudadanos de cada país concreto. No ocurre así. Entre el 25% de los estados más ricos del planeta no existe relación entre la riqueza nacional y la salud de sus habitantes. Así pues, ni el acceso al sistema sanitario, ni el uso que se haga de él, ni la exposición a riesgos, ni la posibilidad de protegerse de ellos explican, en la medida que sería de esperar, el gradiente NSE/salud. Consideraremos, por tanto, otro tipo de factores: las consecuencias psicosociales del nivel socioeconómico.

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