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Geografia

francisco0918 de Noviembre de 2013

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Amigdalitis: ¿cómo tratarla en los niños?

La tasa de niños intervenidos de amígdalas ha disminuido del 95% al 2% en los últimos años-

Las amígdalas -o anginas- están situadas en la parte posterior y lateral de la cavidad bucal (la orofaringe). Hace años, los especialistas optaban por su extirpación tras repetidas infecciones. Hoy se sabe que forman parte de una serie de órganos cuya misión es fabricar anticuerpos para el organismo, con el objetivo de que le protejan de agresiones externas y, por este motivo, el tratamiento es más conservador. De hecho, la tasa de niños intervenidos de amígdalas ha disminuido del 95% al 2% en los últimos años. En este artículo se explica cuál es su función y cómo se puede aliviar el malestar en los niños afectados.

Las amígdalas: todo un equipo de defensa

Las amígdalas, también llamadas tonsilas, son agregaciones de nódulos linfáticos situadas debajo del revestimiento epitelial de la cavidad bucal y faríngea. Hay en la lengua (linguales), en el paladar (palatinas) y en la parte superior de la faringe. El término amígdalas -sin adjetivo que le acompañe- se refiere a las palatinas. Hasta hace algunos años, se extirpaban tras sufrir infecciones repetitivas en un corto periodo de tiempo.

Sin embargo, ahora se sabe que cumplen una importante labor defensiva en la lucha contra las infecciones, sobre todo, durante los tres primeros años de vida. Hasta los cinco o seis años, crean anticuerpos ante agresiones por virus, bacterias u otros microorganismos. A partir de esta edad, esta función comienza a remitir y, poco a poco, se van atrofiando hasta que la persona cumple los 25 años.

Síntomas comunes de amigdalitis

Las señales más frecuentes que manifiestan los niños con amigdalitis son:

dolor de garganta.

dificultad y dolor al deglutir, incluso líquidos.

inflamación de los ganglios del cuello.

amígdalas enrojecidas e inflamadas con manchas blancas o amarillas.

fiebre.

decaimiento y falta de apetito.

afonía.

a veces, dolor de cabeza.

Amigdalitis y antibióticos, ¿por qué no siempre se usan?

Por norma general, si las amigdalitis son de origen vírico no se administran antibióticos. Muchos especialistas tampoco aconsejan su uso en algunas infecciones de origen bacteriano, ya que es mejor que el organismo fabrique anticuerpos y elimine a los patógenos culpables. Cuando se administra un antibiótico, se elimina el microorganismo y se acaba con la infección, pero no se desarrollan suficientes defensas contra él. En este supuesto, el organismo del niño será más vulnerable a infecciones posteriores.

La "Guía para el diagnóstico y tratamiento de las infecciones del tracto respiratorio en atención primaria", de la Sociedad Andaluza de Medicina Familiar y Comunitaria, SAMFYC, señala que solo un tercio de las faringoamigdalitis están causadas por bacterias y que la única etiología bacteriana que requiere tratamiento antibiótico es la estreptocócica grupo A (provocada por el estreptococo beta-hemolítico grupo A -EBGA- o Streptococcus pyogenes).

Para determinar de qué tipo es, se toman muestras de células en ambas amígdalas mediante un frotis. "Si la prueba (que no es invasiva) es positiva, se indica el tratamiento antibiótico, no para curar el episodio de amigdalitis sino para prevenir el desarrollo de fiebre reumática o de la glomerulonefritis posestreptocócica, ambas relacionadas con un mecanismo inmunológico", explica Ana Soriano, pediatra del centro de atención primaria de Santa María de Palautordera, en Barcelona. La fiebre reumática puede provocar, en algunos casos, deformación progresiva y lenta de las válvulas cardíacas del niño.

También hay especialistas partidarios de no tratar la fiebre salvo en casos determinados, ya que cuando la temperatura

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