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Guerras periféricas


Enviado por   •  28 de Junio de 2015  •  Tesis  •  9.121 Palabras (37 Páginas)  •  196 Visitas

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Guerras periféricas

Ensayo en torno a la guerra del pacífico

Raúl Prada Alcoreza

Rebelión

Índice:

Guerra periférica y geopolítica regional

Pensamiento propio

Notas sobre el Tratado de 1904

La nación mapuche, la olvidada del conflicto del Pacífico

Sobre los alcances de las pretensiones políticas

Guerra periférica y geopolítica regional

En torno a la guerra del pacífico

Dedicado a mi abuela Celsa Melgarejo y a mi madre María de los Remedios Alcoreza Melgarejo, quienes me transmitieron la historia de la guerra del Pacífico, rememorando la caída de combatientes familiares. De quienes aprendí el valor de Atacama y sus costas.

El presente ensayo se propone una aproximación retrospectiva a la guerra del Pacífico, desde el presente, algo así como una genealogía. Recogemos la veta abierta por René Zavaleta Mercado en La querella del excedente; texto de análisis teórico y crítico de la guerra del Pacífico, alejado de las historiografías tradicionales y los discursos chauvinistas. Zavaleta nos dejó una reflexión profunda, a la vez apasionada, de esta contingencia que ha abierto heridas en los tres países. Algunos dirían más en unos que en otro, incluso otros dirían más en uno que en los otros. Pero, la verdad es que desde la guerra se han formado como sentidos comunes de enemistades labradas por los años, en lo que va de más de un siglo, que transcurre desde la culminación de la guerra, por lo menos en algunos sectores de las poblaciones. Por otra parte, Bolivia, no solamente como Estado, sino como país, ha quedado enclaustrada, perdiendo su acceso al Pacífico. ¿Es aceptable esta condición como consecuencia de una guerra? Sabemos que la guerra no puede otorgar derechos de conquista, menos aún dejar a un país sin costa. Esta no es una buena condición como principio de integración. Los pueblos no son los que se inclinan por las guerras, sino sus estados y sus burguesías, tampoco pueden aceptar condenas territoriales como las del enclaustramiento. La opción alternativa por la complementariedad de los pueblos, la solidaridad y las composiciones cooperantes entre ellos, es la base democrática y participativa para la solución de problemas pendientes. Y esta opción alternativa es la base para la confederación de los pueblos, que es la tarea pendiente de los pueblos, para corregir las mezquindades inaugurales de las oligarquías, que prefirieron las repúblicas chicas, los Estado-nación subalternos, en vez de la Patria Grande.

Pérdidas territoriales

¿Qué se puede decir de un país que ha perdido un poco más la mitad de su territorio con el que ha nacido a la vida independiente? El país nació a la vida republicana con una superficie pretendida de 2.363.769 km². A partir del año 1860 empezó a sufrir pérdidas territoriales. En la actualidad, la superficie de Bolivia es de 1.098.581 kilómetros cuadrados. En relación a su territorio actual, la diferencia es de 1.265.188 kilómetros cuadrados. Con Brasil pierde unos 490.430 kilómetros cuadrados, en sucesivos años que comprenden 1860, 1867, 1893 y 1958. El principal conflicto con el Brasil es la Guerra del Acre. Con el Perú se pierden 250.000 kilómetros cuadrados, principalmente por arreglos diplomáticos, en 1909. Con Paraguay se pierden 234.000 kilómetros cuadrados, debido a la conocida guerra del Chaco (1932-1935). Con la Argentina se pierden 170.758 kilómetros cuadrados, por delimitaciones fronterizas, efectuadas por la vía diplomática, en 1897. Con Chile se pierden 120.000 kilómetros cuadrados, como resultado de la perdida de la guerra del Pacífico (1879-1883). Indudablemente la pérdida más sentida y conmovedora es la del litoral, pues, después de firmado el Tratado de 1904, Bolivia se queda sin salida al Mar, condenándose a ser un país mediterráneo.

¿Cómo se pueden explicar estas pérdidas territoriales? A los y las bolivarianas, cuando conocemos esta triste historia, nos viene un sentimiento de frustración temprano. En la escuela no nos explican por qué ocurrió esto. En recompensa se nos entregan programas cívicos atiborrados de denuncias y de inflamado chauvinismo. Los estudiantes que atendemos estas clases quedamos atónitos, sin ninguna respuesta clara por parte de los profesores. El sentimiento de frustración se convierte en una ambigua e indescifrable aceptación de un destino como condena. Obviamente que esto afecta en nuestra auto-estima. Sólo nos recomponemos, en parte, cuando hacemos el recuento de nuestra historia de rebeliones. La historia de las luchas sociales es gratificante, como que abre las compuertas de la esperanza. Empero, las luchas sociales no nos reponen de las pérdidas territoriales; son promesas de futuro. Es más, cuando culminan nuestras revoluciones, como que volvemos a la inercia que ha aceptado las pérdidas, hasta con cierta apatía. ¿Por qué no reaccionó el pueblo contra el Tratado de 1904? Un pueblo que había salido de la guerra Federal y que abría un ciclo liberal en un segundo periodo republicano. ¿Por qué se aceptó tanto de la República Federal de Brasil como de la República de Chile la compensación dineraria, como si los territorios perdidos fueran cuantificables? Se ha acusado a los gobiernos de ser responsables de semejante comportamiento y decidía; esto puede llegar a ser cierto; empero, no quita la corresponsabilidad de la sociedad que dejó que las cosas ocurrieran como acontecieron.

¿Dónde se encuentra la explicación? ¿En la fundación misma de la república, por haber renunciado a la construcción de la Patria Grande? Claro que esto también ocurrió con los otros países hispanohablantes; en contraste Brasil, portugués-hablante, supo conservar su unidad y continuidad territorial, bajo una administración estatal federal. ¿La explicación se encuentra en la estructura social, en la estructura política, en la estructura económica? No eran tan distintos los otros países, herederos de la administración colonial, iniciando su vida independiente en el ciclo capitalismo de la revolución industrial. ¿Congresos dominados por abogados y gobiernos manejados por caudillos, explican, de alguna manera, esta desazón política y moral? Tampoco en esto nos diferenciamos de la historia política de nuestros vecinos. ¿Qué a “condenado” a Bolivia a ser tan débil y tan vulnerable? Cierta interpretación histórica descarga la culpa en la oligarquía gobernante, que prefirió conservar el flujo de sus intereses económicos a arriesgarse en la defensa del país y de sus recursos naturales. ¿Esto no es más bien un contra sentido, atendiendo a la estrategia a largo plazo de la composición de sus intereses? ¿Es qué estas oligarquías regionales cuentan tan solo con una mirada a corto plazo y quizás a mediano plazo, a mucho pedir? También se dice que estamos ante una oligarquía, mas bien, desarraigada, desapegada; sin apego al territorio dónde se enriquece. Puede ser cierto; sin embargo, esta psicología tampoco es tan distinta a lo que ocurría con otras oligarquías europeizantes latinoamericanas.

No se puede construir una explicación con medias verdades, medias certezas. Es indispensable encarar la historia de manera crítica, auscultar en sus temporalidades las claves de desenlaces tan desalentadores. René Zavaleta Mercado elabora un ensayo iluminador sobre el decurso de la guerra del Pacífico, sus condicionantes y hasta quizás el juego de varias determinantes. Lo hace combinando afectividad y análisis crítico. Trata de responder desde otra perspectiva, diferente de la acostumbrada, a las preguntas que nos hacemos los y las bolivianas. Empero, se trata de un ensayo solitario, un oasis teórico. No se ha continuado por esta veta. Se lo lee, se lo considera, se hace tesis y reflexiones sobre la obra de Zavaleta; sin embargo, se está lejos de sufrir como él las preguntas existenciales de todo y toda boliviana, de trabajar una perspectiva crítica que construya una explicación convincente. La querella del excedente es un ensayo solitario, una hoja perdida en el desierto. Es menester retomar esta veta teórica para responder a las preguntas, pero, también, para encontrar salidas existenciales y políticas.

Zavaleta escribe:

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo se vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal… habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, como algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado como una responsabilidad suya ante sí misma… Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo que ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil [1] .

La pregunta de Zavaleta abre la herida:

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran consciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para su futuro visible. Tratábase por cierto, en su cualidad, de la pérdida territorial más indiscutible como pérdida, la más grave de modo terminante para el destino de Bolivia [2] .

Un resumen sucinto de lo acontecido puede ser el siguiente:

Como antecedentes inmediatos de la guerra tenemos los tratados firmados en 1866 y 1874. Estos tratados supuestamente buscaban resolver la querella limítrofe con Chile, en lo que respecta a la soberanía sobre el desierto de Atacama. Desierto despreciado, en principio, empero después de las demandas provocadas por la revolución industrial, se convirtió en el desierto de la tierra prometida para los tres países de la contienda bélica; Bolivia, Chile y Perú. Atacama es rico en guano, también en yacimientos de salitre y de cobre. Los tratados definieron como línea demarcadora entre Bolivia y Chile el paralelo 24 de latitud sur. También por medio de los tratados se otorgaron diversos derechos arancelarios y concesiones mineras a empresarios chilenos en la Atacama boliviana. Más tarde, estas disposiciones desencadenaron la controversia entre los dos países. El Estado boliviano, en el gobierno de Hilarión Daza, incrementó el impuesto a la extracción de salitre de las compañías salitreras de capital chileno-británico; determinación que fue interpretada por La Moneda como que no se respetaron los tratados firmados. El 14 de febrero de 1879, Chile ocupó el puerto boliviano de Antofagasta, iniciándose la llamada guerra del Pacífico en la que los ejércitos y las armadas aliados de Bolivia y Perú fueron vencidos por el ejército y la armada de Chile. Chile ocupó el litoral, el desierto de Atacama y una parte de la puna, antes de cruzar la cordillera de los Andes, también ocupó el desierto de Tarapacá, del Perú, invadió Lima y combatió en la sierra, donde se atrincheró parte del ejército peruano, que optó por una guerra de guerrillas. Este despojamiento dejó sin posesión litoral a Bolivia, que quedó, desde entonces, sin salida al mar. Con la pérdida del litoral se perdieron también cuatro puertos; además de Antofagasta, se contaba con los puertos mayores de Mejillones, Cobija y Tocopilla. Veintiún años después de concluida la guerra, con el Tratado de 1904 , Bolivia reconoce a perpetuidad el dominio del territorio en litigio por parte de Chile.

Sin embargo, no podemos atender a la cuestión planteada, al requerimiento de una explicación histórica y estructural de lo acontecido en la guerra del Pacífico, si sólo nos situamos en la perspectiva corta de los antecedentes inmediatos, que en este caso parecen ser los tratados limítrofes, así como posteriormente, el cobro del impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado. Estos antecedentes no explican el desencadenamiento de la guerra, menos el desenlace y los resultados que tuvo. Puede terminar siendo la excusa de las acciones que tomó el gobierno de Chile interviniendo en Antofagasta; pero, de ninguna manera, pueden convertirse en la procedencia de la guerra. Ciertamente que la explicación estructural de los acotamientos históricos no es fácil de lograr, salvo si se cree que se puede reducir la historia a una a una linealidad causal. Un antecedente mediato de la guerra del Pacífico es la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, desencadenada por la determinación de La Moneda a que ésta no se consolidará. También se opuso la República Federal de Argentina a la Confederación andina; llevando a cabo una guerra contra Andrés de Santa Cruz en el norte argentino y en el sud boliviano. Analizar con cierta perspicacia esta guerra, quizás nos ayude a encontrar ciertas claves de lo que va a ocurrir después, en la guerra del Pacífico.

La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana concurre desde el año 1836 hasta 1839 . Se enfrenta la Confederación Perú-Boliviana a la alianza formada por peruanos contrarios a la confederación y la República de Chile.

Cuando se dio lugar la Confederación Perú-Boliviana, la reacción de la oligarquía costeña fue contraria; se opusieron contra lo que consideraron era el dominio de la sierra peruana y boliviana. Destacamentos peruanos al mando de Felipe Santiago se enfrentaron a las fuerzas confederadas. El desenlace del enfrentamiento bélico fue favorable a la Confederación, culminó con la derrota y fusilamiento de Salaverry. La flamante Confederación andina no sólo tuvo que enfrentar esta oposición peruana y chilena, sino también el desacuerdo argentino; la Confederación Perú-Boliviana combatiría a la Confederación Argentina, dirigida por Juan Manuel de Rosas. En las batallas emprendidas en este frente de guerra s e pugnaron territorios del altiplano. En este caso, también el ejército confederado de Andrés de Santa Cruz consiguió imponerse.

Empero, básicamente la guerra confederada se desenvuelve en el enfrentamiento de la Confederación Perú-Boliviana con la República de Chile, que apoyaba a peruanos contrarios a la confederación. Estos “restauradores” deseaban la reunificación

Guerras periféricas

Ensayo en torno a la guerra del pacífico

Raúl Prada Alcoreza

Rebelión

Índice:

Guerra periférica y geopolítica regional

Pensamiento propio

Notas sobre el Tratado de 1904

La nación mapuche, la olvidada del conflicto del Pacífico

Sobre los alcances de las pretensiones políticas

Guerra periférica y geopolítica regional

En torno a la guerra del pacífico

Dedicado a mi abuela Celsa Melgarejo y a mi madre María de los Remedios Alcoreza Melgarejo, quienes me transmitieron la historia de la guerra del Pacífico, rememorando la caída de combatientes familiares. De quienes aprendí el valor de Atacama y sus costas.

El presente ensayo se propone una aproximación retrospectiva a la guerra del Pacífico, desde el presente, algo así como una genealogía. Recogemos la veta abierta por René Zavaleta Mercado en La querella del excedente; texto de análisis teórico y crítico de la guerra del Pacífico, alejado de las historiografías tradicionales y los discursos chauvinistas. Zavaleta nos dejó una reflexión profunda, a la vez apasionada, de esta contingencia que ha abierto heridas en los tres países. Algunos dirían más en unos que en otro, incluso otros dirían más en uno que en los otros. Pero, la verdad es que desde la guerra se han formado como sentidos comunes de enemistades labradas por los años, en lo que va de más de un siglo, que transcurre desde la culminación de la guerra, por lo menos en algunos sectores de las poblaciones. Por otra parte, Bolivia, no solamente como Estado, sino como país, ha quedado enclaustrada, perdiendo su acceso al Pacífico. ¿Es aceptable esta condición como consecuencia de una guerra? Sabemos que la guerra no puede otorgar derechos de conquista, menos aún dejar a un país sin costa. Esta no es una buena condición como principio de integración. Los pueblos no son los que se inclinan por las guerras, sino sus estados y sus burguesías, tampoco pueden aceptar condenas territoriales como las del enclaustramiento. La opción alternativa por la complementariedad de los pueblos, la solidaridad y las composiciones cooperantes entre ellos, es la base democrática y participativa para la solución de problemas pendientes. Y esta opción alternativa es la base para la confederación de los pueblos, que es la tarea pendiente de los pueblos, para corregir las mezquindades inaugurales de las oligarquías, que prefirieron las repúblicas chicas, los Estado-nación subalternos, en vez de la Patria Grande.

Pérdidas territoriales

¿Qué se puede decir de un país que ha perdido un poco más la mitad de su territorio con el que ha nacido a la vida independiente? El país nació a la vida republicana con una superficie pretendida de 2.363.769 km². A partir del año 1860 empezó a sufrir pérdidas territoriales. En la actualidad, la superficie de Bolivia es de 1.098.581 kilómetros cuadrados. En relación a su territorio actual, la diferencia es de 1.265.188 kilómetros cuadrados. Con Brasil pierde unos 490.430 kilómetros cuadrados, en sucesivos años que comprenden 1860, 1867, 1893 y 1958. El principal conflicto con el Brasil es la Guerra del Acre. Con el Perú se pierden 250.000 kilómetros cuadrados, principalmente por arreglos diplomáticos, en 1909. Con Paraguay se pierden 234.000 kilómetros cuadrados, debido a la conocida guerra del Chaco (1932-1935). Con la Argentina se pierden 170.758 kilómetros cuadrados, por delimitaciones fronterizas, efectuadas por la vía diplomática, en 1897. Con Chile se pierden 120.000 kilómetros cuadrados, como resultado de la perdida de la guerra del Pacífico (1879-1883). Indudablemente la pérdida más sentida y conmovedora es la del litoral, pues, después de firmado el Tratado de 1904, Bolivia se queda sin salida al Mar, condenándose a ser un país mediterráneo.

¿Cómo se pueden explicar estas pérdidas territoriales? A los y las bolivarianas, cuando conocemos esta triste historia, nos viene un sentimiento de frustración temprano. En la escuela no nos explican por qué ocurrió esto. En recompensa se nos entregan programas cívicos atiborrados de denuncias y de inflamado chauvinismo. Los estudiantes que atendemos estas clases quedamos atónitos, sin ninguna respuesta clara por parte de los profesores. El sentimiento de frustración se convierte en una ambigua e indescifrable aceptación de un destino como condena. Obviamente que esto afecta en nuestra auto-estima. Sólo nos recomponemos, en parte, cuando hacemos el recuento de nuestra historia de rebeliones. La historia de las luchas sociales es gratificante, como que abre las compuertas de la esperanza. Empero, las luchas sociales no nos reponen de las pérdidas territoriales; son promesas de futuro. Es más, cuando culminan nuestras revoluciones, como que volvemos a la inercia que ha aceptado las pérdidas, hasta con cierta apatía. ¿Por qué no reaccionó el pueblo contra el Tratado de 1904? Un pueblo que había salido de la guerra Federal y que abría un ciclo liberal en un segundo periodo republicano. ¿Por qué se aceptó tanto de la República Federal de Brasil como de la República de Chile la compensación dineraria, como si los territorios perdidos fueran cuantificables? Se ha acusado a los gobiernos de ser responsables de semejante comportamiento y decidía; esto puede llegar a ser cierto; empero, no quita la corresponsabilidad de la sociedad que dejó que las cosas ocurrieran como acontecieron.

¿Dónde se encuentra la explicación? ¿En la fundación misma de la república, por haber renunciado a la construcción de la Patria Grande? Claro que esto también ocurrió con los otros países hispanohablantes; en contraste Brasil, portugués-hablante, supo conservar su unidad y continuidad territorial, bajo una administración estatal federal. ¿La explicación se encuentra en la estructura social, en la estructura política, en la estructura económica? No eran tan distintos los otros países, herederos de la administración colonial, iniciando su vida independiente en el ciclo capitalismo de la revolución industrial. ¿Congresos dominados por abogados y gobiernos manejados por caudillos, explican, de alguna manera, esta desazón política y moral? Tampoco en esto nos diferenciamos de la historia política de nuestros vecinos. ¿Qué a “condenado” a Bolivia a ser tan débil y tan vulnerable? Cierta interpretación histórica descarga la culpa en la oligarquía gobernante, que prefirió conservar el flujo de sus intereses económicos a arriesgarse en la defensa del país y de sus recursos naturales. ¿Esto no es más bien un contra sentido, atendiendo a la estrategia a largo plazo de la composición de sus intereses? ¿Es qué estas oligarquías regionales cuentan tan solo con una mirada a corto plazo y quizás a mediano plazo, a mucho pedir? También se dice que estamos ante una oligarquía, mas bien, desarraigada, desapegada; sin apego al territorio dónde se enriquece. Puede ser cierto; sin embargo, esta psicología tampoco es tan distinta a lo que ocurría con otras oligarquías europeizantes latinoamericanas.

No se puede construir una explicación con medias verdades, medias certezas. Es indispensable encarar la historia de manera crítica, auscultar en sus temporalidades las claves de desenlaces tan desalentadores. René Zavaleta Mercado elabora un ensayo iluminador sobre el decurso de la guerra del Pacífico, sus condicionantes y hasta quizás el juego de varias determinantes. Lo hace combinando afectividad y análisis crítico. Trata de responder desde otra perspectiva, diferente de la acostumbrada, a las preguntas que nos hacemos los y las bolivianas. Empero, se trata de un ensayo solitario, un oasis teórico. No se ha continuado por esta veta. Se lo lee, se lo considera, se hace tesis y reflexiones sobre la obra de Zavaleta; sin embargo, se está lejos de sufrir como él las preguntas existenciales de todo y toda boliviana, de trabajar una perspectiva crítica que construya una explicación convincente. La querella del excedente es un ensayo solitario, una hoja perdida en el desierto. Es menester retomar esta veta teórica para responder a las preguntas, pero, también, para encontrar salidas existenciales y políticas.

Zavaleta escribe:

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo se vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal… habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, como algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado como una responsabilidad suya ante sí misma… Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo que ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil [1] .

La pregunta de Zavaleta abre la herida:

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran consciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para su futuro visible. Tratábase por cierto, en su cualidad, de la pérdida territorial más indiscutible como pérdida, la más grave de modo terminante para el destino de Bolivia [2] .

Un resumen sucinto de lo acontecido puede ser el siguiente:

Como antecedentes inmediatos de la guerra tenemos los tratados firmados en 1866 y 1874. Estos tratados supuestamente buscaban resolver la querella limítrofe con Chile, en lo que respecta a la soberanía sobre el desierto de Atacama. Desierto despreciado, en principio, empero después de las demandas provocadas por la revolución industrial, se convirtió en el desierto de la tierra prometida para los tres países de la contienda bélica; Bolivia, Chile y Perú. Atacama es rico en guano, también en yacimientos de salitre y de cobre. Los tratados definieron como línea demarcadora entre Bolivia y Chile el paralelo 24 de latitud sur. También por medio de los tratados se otorgaron diversos derechos arancelarios y concesiones mineras a empresarios chilenos en la Atacama boliviana. Más tarde, estas disposiciones desencadenaron la controversia entre los dos países. El Estado boliviano, en el gobierno de Hilarión Daza, incrementó el impuesto a la extracción de salitre de las compañías salitreras de capital chileno-británico; determinación que fue interpretada por La Moneda como que no se respetaron los tratados firmados. El 14 de febrero de 1879, Chile ocupó el puerto boliviano de Antofagasta, iniciándose la llamada guerra del Pacífico en la que los ejércitos y las armadas aliados de Bolivia y Perú fueron vencidos por el ejército y la armada de Chile. Chile ocupó el litoral, el desierto de Atacama y una parte de la puna, antes de cruzar la cordillera de los Andes, también ocupó el desierto de Tarapacá, del Perú, invadió Lima y combatió en la sierra, donde se atrincheró parte del ejército peruano, que optó por una guerra de guerrillas. Este despojamiento dejó sin posesión litoral a Bolivia, que quedó, desde entonces, sin salida al mar. Con la pérdida del litoral se perdieron también cuatro puertos; además de Antofagasta, se contaba con los puertos mayores de Mejillones, Cobija y Tocopilla. Veintiún años después de concluida la guerra, con el Tratado de 1904 , Bolivia reconoce a perpetuidad el dominio del territorio en litigio por parte de Chile.

Sin embargo, no podemos atender a la cuestión planteada, al requerimiento de una explicación histórica y estructural de lo acontecido en la guerra del Pacífico, si sólo nos situamos en la perspectiva corta de los antecedentes inmediatos, que en este caso parecen ser los tratados limítrofes, así como posteriormente, el cobro del impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado. Estos antecedentes no explican el desencadenamiento de la guerra, menos el desenlace y los resultados que tuvo. Puede terminar siendo la excusa de las acciones que tomó el gobierno de Chile interviniendo en Antofagasta; pero, de ninguna manera, pueden convertirse en la procedencia de la guerra. Ciertamente que la explicación estructural de los acotamientos históricos no es fácil de lograr, salvo si se cree que se puede reducir la historia a una a una linealidad causal. Un antecedente mediato de la guerra del Pacífico es la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, desencadenada por la determinación de La Moneda a que ésta no se consolidará. También se opuso la República Federal de Argentina a la Confederación andina; llevando a cabo una guerra contra Andrés de Santa Cruz en el norte argentino y en el sud boliviano. Analizar con cierta perspicacia esta guerra, quizás nos ayude a encontrar ciertas claves de lo que va a ocurrir después, en la guerra del Pacífico.

La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana concurre desde el año 1836 hasta 1839 . Se enfrenta la Confederación Perú-Boliviana a la alianza formada por peruanos contrarios a la confederación y la República de Chile.

Cuando se dio lugar la Confederación Perú-Boliviana, la reacción de la oligarquía costeña fue contraria; se opusieron contra lo que consideraron era el dominio de la sierra peruana y boliviana. Destacamentos peruanos al mando de Felipe Santiago se enfrentaron a las fuerzas confederadas. El desenlace del enfrentamiento bélico fue favorable a la Confederación, culminó con la derrota y fusilamiento de Salaverry. La flamante Confederación andina no sólo tuvo que enfrentar esta oposición peruana y chilena, sino también el desacuerdo argentino; la Confederación Perú-Boliviana combatiría a la Confederación Argentina, dirigida por Juan Manuel de Rosas. En las batallas emprendidas en este frente de guerra s e pugnaron territorios del altiplano. En este caso, también el ejército confederado de Andrés de Santa Cruz consiguió imponerse.

Empero, básicamente la guerra confederada se desenvuelve en el enfrentamiento de la Confederación Perú-Boliviana con la República de Chile, que apoyaba a peruanos contrarios a la confederación. Estos “restauradores” deseaban la reunificación del Perú y la expulsión de Santa Cruz del poder.

La segunda fase de la guerra culminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador

Guerras periféricas

Ensayo en torno a la guerra del pacífico

Raúl Prada Alcoreza

Rebelión

Índice:

Guerra periférica y geopolítica regional

Pensamiento propio

Notas sobre el Tratado de 1904

La nación mapuche, la olvidada del conflicto del Pacífico

Sobre los alcances de las pretensiones políticas

Guerra periférica y geopolítica regional

En torno a la guerra del pacífico

Dedicado a mi abuela Celsa Melgarejo y a mi madre María de los Remedios Alcoreza Melgarejo, quienes me transmitieron la historia de la guerra del Pacífico, rememorando la caída de combatientes familiares. De quienes aprendí el valor de Atacama y sus costas.

El presente ensayo se propone una aproximación retrospectiva a la guerra del Pacífico, desde el presente, algo así como una genealogía. Recogemos la veta abierta por René Zavaleta Mercado en La querella del excedente; texto de análisis teórico y crítico de la guerra del Pacífico, alejado de las historiografías tradicionales y los discursos chauvinistas. Zavaleta nos dejó una reflexión profunda, a la vez apasionada, de esta contingencia que ha abierto heridas en los tres países. Algunos dirían más en unos que en otro, incluso otros dirían más en uno que en los otros. Pero, la verdad es que desde la guerra se han formado como sentidos comunes de enemistades labradas por los años, en lo que va de más de un siglo, que transcurre desde la culminación de la guerra, por lo menos en algunos sectores de las poblaciones. Por otra parte, Bolivia, no solamente como Estado, sino como país, ha quedado enclaustrada, perdiendo su acceso al Pacífico. ¿Es aceptable esta condición como consecuencia de una guerra? Sabemos que la guerra no puede otorgar derechos de conquista, menos aún dejar a un país sin costa. Esta no es una buena condición como principio de integración. Los pueblos no son los que se inclinan por las guerras, sino sus estados y sus burguesías, tampoco pueden aceptar condenas territoriales como las del enclaustramiento. La opción alternativa por la complementariedad de los pueblos, la solidaridad y las composiciones cooperantes entre ellos, es la base democrática y participativa para la solución de problemas pendientes. Y esta opción alternativa es la base para la confederación de los pueblos, que es la tarea pendiente de los pueblos, para corregir las mezquindades inaugurales de las oligarquías, que prefirieron las repúblicas chicas, los Estado-nación subalternos, en vez de la Patria Grande.

Pérdidas territoriales

¿Qué se puede decir de un país que ha perdido un poco más la mitad de su territorio con el que ha nacido a la vida independiente? El país nació a la vida republicana con una superficie pretendida de 2.363.769 km². A partir del año 1860 empezó a sufrir pérdidas territoriales. En la actualidad, la superficie de Bolivia es de 1.098.581 kilómetros cuadrados. En relación a su territorio actual, la diferencia es de 1.265.188 kilómetros cuadrados. Con Brasil pierde unos 490.430 kilómetros cuadrados, en sucesivos años que comprenden 1860, 1867, 1893 y 1958. El principal conflicto con el Brasil es la Guerra del Acre. Con el Perú se pierden 250.000 kilómetros cuadrados, principalmente por arreglos diplomáticos, en 1909. Con Paraguay se pierden 234.000 kilómetros cuadrados, debido a la conocida guerra del Chaco (1932-1935). Con la Argentina se pierden 170.758 kilómetros cuadrados, por delimitaciones fronterizas, efectuadas por la vía diplomática, en 1897. Con Chile se pierden 120.000 kilómetros cuadrados, como resultado de la perdida de la guerra del Pacífico (1879-1883). Indudablemente la pérdida más sentida y conmovedora es la del litoral, pues, después de firmado el Tratado de 1904, Bolivia se queda sin salida al Mar, condenándose a ser un país mediterráneo.

¿Cómo se pueden explicar estas pérdidas territoriales? A los y las bolivarianas, cuando conocemos esta triste historia, nos viene un sentimiento de frustración temprano. En la escuela no nos explican por qué ocurrió esto. En recompensa se nos entregan programas cívicos atiborrados de denuncias y de inflamado chauvinismo. Los estudiantes que atendemos estas clases quedamos atónitos, sin ninguna respuesta clara por parte de los profesores. El sentimiento de frustración se convierte en una ambigua e indescifrable aceptación de un destino como condena. Obviamente que esto afecta en nuestra auto-estima. Sólo nos recomponemos, en parte, cuando hacemos el recuento de nuestra historia de rebeliones. La historia de las luchas sociales es gratificante, como que abre las compuertas de la esperanza. Empero, las luchas sociales no nos reponen de las pérdidas territoriales; son promesas de futuro. Es más, cuando culminan nuestras revoluciones, como que volvemos a la inercia que ha aceptado las pérdidas, hasta con cierta apatía. ¿Por qué no reaccionó el pueblo contra el Tratado de 1904? Un pueblo que había salido de la guerra Federal y que abría un ciclo liberal en un segundo periodo republicano. ¿Por qué se aceptó tanto de la República Federal de Brasil como de la República de Chile la compensación dineraria, como si los territorios perdidos fueran cuantificables? Se ha acusado a los gobiernos de ser responsables de semejante comportamiento y decidía; esto puede llegar a ser cierto; empero, no quita la corresponsabilidad de la sociedad que dejó que las cosas ocurrieran como acontecieron.

¿Dónde se encuentra la explicación? ¿En la fundación misma de la república, por haber renunciado a la construcción de la Patria Grande? Claro que esto también ocurrió con los otros países hispanohablantes; en contraste Brasil, portugués-hablante, supo conservar su unidad y continuidad territorial, bajo una administración estatal federal. ¿La explicación se encuentra en la estructura social, en la estructura política, en la estructura económica? No eran tan distintos los otros países, herederos de la administración colonial, iniciando su vida independiente en el ciclo capitalismo de la revolución industrial. ¿Congresos dominados por abogados y gobiernos manejados por caudillos, explican, de alguna manera, esta desazón política y moral? Tampoco en esto nos diferenciamos de la historia política de nuestros vecinos. ¿Qué a “condenado” a Bolivia a ser tan débil y tan vulnerable? Cierta interpretación histórica descarga la culpa en la oligarquía gobernante, que prefirió conservar el flujo de sus intereses económicos a arriesgarse en la defensa del país y de sus recursos naturales. ¿Esto no es más bien un contra sentido, atendiendo a la estrategia a largo plazo de la composición de sus intereses? ¿Es qué estas oligarquías regionales cuentan tan solo con una mirada a corto plazo y quizás a mediano plazo, a mucho pedir? También se dice que estamos ante una oligarquía, mas bien, desarraigada, desapegada; sin apego al territorio dónde se enriquece. Puede ser cierto; sin embargo, esta psicología tampoco es tan distinta a lo que ocurría con otras oligarquías europeizantes latinoamericanas.

No se puede construir una explicación con medias verdades, medias certezas. Es indispensable encarar la historia de manera crítica, auscultar en sus temporalidades las claves de desenlaces tan desalentadores. René Zavaleta Mercado elabora un ensayo iluminador sobre el decurso de la guerra del Pacífico, sus condicionantes y hasta quizás el juego de varias determinantes. Lo hace combinando afectividad y análisis crítico. Trata de responder desde otra perspectiva, diferente de la acostumbrada, a las preguntas que nos hacemos los y las bolivianas. Empero, se trata de un ensayo solitario, un oasis teórico. No se ha continuado por esta veta. Se lo lee, se lo considera, se hace tesis y reflexiones sobre la obra de Zavaleta; sin embargo, se está lejos de sufrir como él las preguntas existenciales de todo y toda boliviana, de trabajar una perspectiva crítica que construya una explicación convincente. La querella del excedente es un ensayo solitario, una hoja perdida en el desierto. Es menester retomar esta veta teórica para responder a las preguntas, pero, también, para encontrar salidas existenciales y políticas.

Zavaleta escribe:

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo se vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal… habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, como algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado como una responsabilidad suya ante sí misma… Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo que ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil [1] .

La pregunta de Zavaleta abre la herida:

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran consciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para su futuro visible. Tratábase por cierto, en su cualidad, de la pérdida territorial más indiscutible como pérdida, la más grave de modo terminante para el destino de Bolivia [2] .

Un resumen sucinto de lo acontecido puede ser el siguiente:

Como antecedentes inmediatos de la guerra tenemos los tratados firmados en 1866 y 1874. Estos tratados supuestamente buscaban resolver la querella limítrofe con Chile, en lo que respecta a la soberanía sobre el desierto de Atacama. Desierto despreciado, en principio, empero después de las demandas provocadas por la revolución industrial, se convirtió en el desierto de la tierra prometida para los tres países de la contienda bélica; Bolivia, Chile y Perú. Atacama es rico en guano, también en yacimientos de salitre y de cobre. Los tratados definieron como línea demarcadora entre Bolivia y Chile el paralelo 24 de latitud sur. También por medio de los tratados se otorgaron diversos derechos arancelarios y concesiones mineras a empresarios chilenos en la Atacama boliviana. Más tarde, estas disposiciones desencadenaron la controversia entre los dos países. El Estado boliviano, en el gobierno de Hilarión Daza, incrementó el impuesto a la extracción de salitre de las compañías salitreras de capital chileno-británico; determinación que fue interpretada por La Moneda como que no se respetaron los tratados firmados. El 14 de febrero de 1879, Chile ocupó el puerto boliviano de Antofagasta, iniciándose la llamada guerra del Pacífico en la que los ejércitos y las armadas aliados de Bolivia y Perú fueron vencidos por el ejército y la armada de Chile. Chile ocupó el litoral, el desierto de Atacama y una parte de la puna, antes de cruzar la cordillera de los Andes, también ocupó el desierto de Tarapacá, del Perú, invadió Lima y combatió en la sierra, donde se atrincheró parte del ejército peruano, que optó por una guerra de guerrillas. Este despojamiento dejó sin posesión litoral a Bolivia, que quedó, desde entonces, sin salida al mar. Con la pérdida del litoral se perdieron también cuatro puertos; además de Antofagasta, se contaba con los puertos mayores de Mejillones, Cobija y Tocopilla. Veintiún años después de concluida la guerra, con el Tratado de 1904 , Bolivia reconoce a perpetuidad el dominio del territorio en litigio por parte de Chile.

Sin embargo, no podemos atender a la cuestión planteada, al requerimiento de una explicación histórica y estructural de lo acontecido en la guerra del Pacífico, si sólo nos situamos en la perspectiva corta de los antecedentes inmediatos, que en este caso parecen ser los tratados limítrofes, así como posteriormente, el cobro del impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado. Estos antecedentes no explican el desencadenamiento de la guerra, menos el desenlace y los resultados que tuvo. Puede terminar siendo la excusa de las acciones que tomó el gobierno de Chile interviniendo en Antofagasta; pero, de ninguna manera, pueden convertirse en la procedencia de la guerra. Ciertamente que la explicación estructural de los acotamientos históricos no es fácil de lograr, salvo si se cree que se puede reducir la historia a una a una linealidad causal. Un antecedente mediato de la guerra del Pacífico es la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, desencadenada por la determinación de La Moneda a que ésta no se consolidará. También se opuso la República Federal de Argentina a la Confederación andina; llevando a cabo una guerra contra Andrés de Santa Cruz en el norte argentino y en el sud boliviano. Analizar con cierta perspicacia esta guerra, quizás nos ayude a encontrar ciertas claves de lo que va a ocurrir después, en la guerra del Pacífico.

La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana concurre desde el año 1836 hasta 1839 . Se enfrenta la Confederación Perú-Boliviana a la alianza formada por peruanos contrarios a la confederación y la República de Chile.

Cuando se dio lugar la Confederación Perú-Boliviana, la reacción de la oligarquía costeña fue contraria; se opusieron contra lo que consideraron era el dominio de la sierra peruana y boliviana. Destacamentos peruanos al mando de Felipe Santiago se enfrentaron a las fuerzas confederadas. El desenlace del enfrentamiento bélico fue favorable a la Confederación, culminó con la derrota y fusilamiento de Salaverry. La flamante Confederación andina no sólo tuvo que enfrentar esta oposición peruana y chilena, sino también el desacuerdo argentino; la Confederación Perú-Boliviana combatiría a la Confederación Argentina, dirigida por Juan Manuel de Rosas. En las batallas emprendidas en este frente de guerra s e pugnaron territorios del altiplano. En este caso, también el ejército confederado de Andrés de Santa Cruz consiguió imponerse.

Empero, básicamente la guerra confederada se desenvuelve en el enfrentamiento de la Confederación Perú-Boliviana con la República de Chile, que apoyaba a peruanos contrarios a la confederación. Estos “restauradores” deseaban la reunificación del Perú y la expulsión de Santa Cruz del poder.

La segunda fase de la guerra culminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador, ocasionando la disolución de la Confederación Perú-Boliviana, dando con esto también culminación al protectorado de Andrés de Santa Cru

Guerras periféricas

Ensayo en torno a la guerra del pacífico

Raúl Prada Alcoreza

Rebelión

Índice:

Guerra periférica y geopolítica regional

Pensamiento propio

Notas sobre el Tratado de 1904

La nación mapuche, la olvidada del conflicto del Pacífico

Sobre los alcances de las pretensiones políticas

Guerra periférica y geopolítica regional

En torno a la guerra del pacífico

Dedicado a mi abuela Celsa Melgarejo y a mi madre María de los Remedios Alcoreza Melgarejo, quienes me transmitieron la historia de la guerra del Pacífico, rememorando la caída de combatientes familiares. De quienes aprendí el valor de Atacama y sus costas.

El presente ensayo se propone una aproximación retrospectiva a la guerra del Pacífico, desde el presente, algo así como una genealogía. Recogemos la veta abierta por René Zavaleta Mercado en La querella del excedente; texto de análisis teórico y crítico de la guerra del Pacífico, alejado de las historiografías tradicionales y los discursos chauvinistas. Zavaleta nos dejó una reflexión profunda, a la vez apasionada, de esta contingencia que ha abierto heridas en los tres países. Algunos dirían más en unos que en otro, incluso otros dirían más en uno que en los otros. Pero, la verdad es que desde la guerra se han formado como sentidos comunes de enemistades labradas por los años, en lo que va de más de un siglo, que transcurre desde la culminación de la guerra, por lo menos en algunos sectores de las poblaciones. Por otra parte, Bolivia, no solamente como Estado, sino como país, ha quedado enclaustrada, perdiendo su acceso al Pacífico. ¿Es aceptable esta condición como consecuencia de una guerra? Sabemos que la guerra no puede otorgar derechos de conquista, menos aún dejar a un país sin costa. Esta no es una buena condición como principio de integración. Los pueblos no son los que se inclinan por las guerras, sino sus estados y sus burguesías, tampoco pueden aceptar condenas territoriales como las del enclaustramiento. La opción alternativa por la complementariedad de los pueblos, la solidaridad y las composiciones cooperantes entre ellos, es la base democrática y participativa para la solución de problemas pendientes. Y esta opción alternativa es la base para la confederación de los pueblos, que es la tarea pendiente de los pueblos, para corregir las mezquindades inaugurales de las oligarquías, que prefirieron las repúblicas chicas, los Estado-nación subalternos, en vez de la Patria Grande.

Pérdidas territoriales

¿Qué se puede decir de un país que ha perdido un poco más la mitad de su territorio con el que ha nacido a la vida independiente? El país nació a la vida republicana con una superficie pretendida de 2.363.769 km². A partir del año 1860 empezó a sufrir pérdidas territoriales. En la actualidad, la superficie de Bolivia es de 1.098.581 kilómetros cuadrados. En relación a su territorio actual, la diferencia es de 1.265.188 kilómetros cuadrados. Con Brasil pierde unos 490.430 kilómetros cuadrados, en sucesivos años que comprenden 1860, 1867, 1893 y 1958. El principal conflicto con el Brasil es la Guerra del Acre. Con el Perú se pierden 250.000 kilómetros cuadrados, principalmente por arreglos diplomáticos, en 1909. Con Paraguay se pierden 234.000 kilómetros cuadrados, debido a la conocida guerra del Chaco (1932-1935). Con la Argentina se pierden 170.758 kilómetros cuadrados, por delimitaciones fronterizas, efectuadas por la vía diplomática, en 1897. Con Chile se pierden 120.000 kilómetros cuadrados, como resultado de la perdida de la guerra del Pacífico (1879-1883). Indudablemente la pérdida más sentida y conmovedora es la del litoral, pues, después de firmado el Tratado de 1904, Bolivia se queda sin salida al Mar, condenándose a ser un país mediterráneo.

¿Cómo se pueden explicar estas pérdidas territoriales? A los y las bolivarianas, cuando conocemos esta triste historia, nos viene un sentimiento de frustración temprano. En la escuela no nos explican por qué ocurrió esto. En recompensa se nos entregan programas cívicos atiborrados de denuncias y de inflamado chauvinismo. Los estudiantes que atendemos estas clases quedamos atónitos, sin ninguna respuesta clara por parte de los profesores. El sentimiento de frustración se convierte en una ambigua e indescifrable aceptación de un destino como condena. Obviamente que esto afecta en nuestra auto-estima. Sólo nos recomponemos, en parte, cuando hacemos el recuento de nuestra historia de rebeliones. La historia de las luchas sociales es gratificante, como que abre las compuertas de la esperanza. Empero, las luchas sociales no nos reponen de las pérdidas territoriales; son promesas de futuro. Es más, cuando culminan nuestras revoluciones, como que volvemos a la inercia que ha aceptado las pérdidas, hasta con cierta apatía. ¿Por qué no reaccionó el pueblo contra el Tratado de 1904? Un pueblo que había salido de la guerra Federal y que abría un ciclo liberal en un segundo periodo republicano. ¿Por qué se aceptó tanto de la República Federal de Brasil como de la República de Chile la compensación dineraria, como si los territorios perdidos fueran cuantificables? Se ha acusado a los gobiernos de ser responsables de semejante comportamiento y decidía; esto puede llegar a ser cierto; empero, no quita la corresponsabilidad de la sociedad que dejó que las cosas ocurrieran como acontecieron.

¿Dónde se encuentra la explicación? ¿En la fundación misma de la república, por haber renunciado a la construcción de la Patria Grande? Claro que esto también ocurrió con los otros países hispanohablantes; en contraste Brasil, portugués-hablante, supo conservar su unidad y continuidad territorial, bajo una administración estatal federal. ¿La explicación se encuentra en la estructura social, en la estructura política, en la estructura económica? No eran tan distintos los otros países, herederos de la administración colonial, iniciando su vida independiente en el ciclo capitalismo de la revolución industrial. ¿Congresos dominados por abogados y gobiernos manejados por caudillos, explican, de alguna manera, esta desazón política y moral? Tampoco en esto nos diferenciamos de la historia política de nuestros vecinos. ¿Qué a “condenado” a Bolivia a ser tan débil y tan vulnerable? Cierta interpretación histórica descarga la culpa en la oligarquía gobernante, que prefirió conservar el flujo de sus intereses económicos a arriesgarse en la defensa del país y de sus recursos naturales. ¿Esto no es más bien un contra sentido, atendiendo a la estrategia a largo plazo de la composición de sus intereses? ¿Es qué estas oligarquías regionales cuentan tan solo con una mirada a corto plazo y quizás a mediano plazo, a mucho pedir? También se dice que estamos ante una oligarquía, mas bien, desarraigada, desapegada; sin apego al territorio dónde se enriquece. Puede ser cierto; sin embargo, esta psicología tampoco es tan distinta a lo que ocurría con otras oligarquías europeizantes latinoamericanas.

No se puede construir una explicación con medias verdades, medias certezas. Es indispensable encarar la historia de manera crítica, auscultar en sus temporalidades las claves de desenlaces tan desalentadores. René Zavaleta Mercado elabora un ensayo iluminador sobre el decurso de la guerra del Pacífico, sus condicionantes y hasta quizás el juego de varias determinantes. Lo hace combinando afectividad y análisis crítico. Trata de responder desde otra perspectiva, diferente de la acostumbrada, a las preguntas que nos hacemos los y las bolivianas. Empero, se trata de un ensayo solitario, un oasis teórico. No se ha continuado por esta veta. Se lo lee, se lo considera, se hace tesis y reflexiones sobre la obra de Zavaleta; sin embargo, se está lejos de sufrir como él las preguntas existenciales de todo y toda boliviana, de trabajar una perspectiva crítica que construya una explicación convincente. La querella del excedente es un ensayo solitario, una hoja perdida en el desierto. Es menester retomar esta veta teórica para responder a las preguntas, pero, también, para encontrar salidas existenciales y políticas.

Zavaleta escribe:

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo se vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal… habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, como algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado como una responsabilidad suya ante sí misma… Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo que ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil [1] .

La pregunta de Zavaleta abre la herida:

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran consciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para su futuro visible. Tratábase por cierto, en su cualidad, de la pérdida territorial más indiscutible como pérdida, la más grave de modo terminante para el destino de Bolivia [2] .

Un resumen sucinto de lo acontecido puede ser el siguiente:

Como antecedentes inmediatos de la guerra tenemos los tratados firmados en 1866 y 1874. Estos tratados supuestamente buscaban resolver la querella limítrofe con Chile, en lo que respecta a la soberanía sobre el desierto de Atacama. Desierto despreciado, en principio, empero después de las demandas provocadas por la revolución industrial, se convirtió en el desierto de la tierra prometida para los tres países de la contienda bélica; Bolivia, Chile y Perú. Atacama es rico en guano, también en yacimientos de salitre y de cobre. Los tratados definieron como línea demarcadora entre Bolivia y Chile el paralelo 24 de latitud sur. También por medio de los tratados se otorgaron diversos derechos arancelarios y concesiones mineras a empresarios chilenos en la Atacama boliviana. Más tarde, estas disposiciones desencadenaron la controversia entre los dos países. El Estado boliviano, en el gobierno de Hilarión Daza, incrementó el impuesto a la extracción de salitre de las compañías salitreras de capital chileno-británico; determinación que fue interpretada por La Moneda como que no se respetaron los tratados firmados. El 14 de febrero de 1879, Chile ocupó el puerto boliviano de Antofagasta, iniciándose la llamada guerra del Pacífico en la que los ejércitos y las armadas aliados de Bolivia y Perú fueron vencidos por el ejército y la armada de Chile. Chile ocupó el litoral, el desierto de Atacama y una parte de la puna, antes de cruzar la cordillera de los Andes, también ocupó el desierto de Tarapacá, del Perú, invadió Lima y combatió en la sierra, donde se atrincheró parte del ejército peruano, que optó por una guerra de guerrillas. Este despojamiento dejó sin posesión litoral a Bolivia, que quedó, desde entonces, sin salida al mar. Con la pérdida del litoral se perdieron también cuatro puertos; además de Antofagasta, se contaba con los puertos mayores de Mejillones, Cobija y Tocopilla. Veintiún años después de concluida la guerra, con el Tratado de 1904 , Bolivia reconoce a perpetuidad el dominio del territorio en litigio por parte de Chile.

Sin embargo, no podemos atender a la cuestión planteada, al requerimiento de una explicación histórica y estructural de lo acontecido en la guerra del Pacífico, si sólo nos situamos en la perspectiva corta de los antecedentes inmediatos, que en este caso parecen ser los tratados limítrofes, así como posteriormente, el cobro del impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado. Estos antecedentes no explican el desencadenamiento de la guerra, menos el desenlace y los resultados que tuvo. Puede terminar siendo la excusa de las acciones que tomó el gobierno de Chile interviniendo en Antofagasta; pero, de ninguna manera, pueden convertirse en la procedencia de la guerra. Ciertamente que la explicación estructural de los acotamientos históricos no es fácil de lograr, salvo si se cree que se puede reducir la historia a una a una linealidad causal. Un antecedente mediato de la guerra del Pacífico es la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, desencadenada por la determinación de La Moneda a que ésta no se consolidará. También se opuso la República Federal de Argentina a la Confederación andina; llevando a cabo una guerra contra Andrés de Santa Cruz en el norte argentino y en el sud boliviano. Analizar con cierta perspicacia esta guerra, quizás nos ayude a encontrar ciertas claves de lo que va a ocurrir después, en la guerra del Pacífico.

La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana concurre desde el año 1836 hasta 1839 . Se enfrenta la Confederación Perú-Boliviana a la alianza formada por peruanos contrarios a la confederación y la República de Chile.

Cuando se dio lugar la Confederación Perú-Boliviana, la reacción de la oligarquía costeña fue contraria; se opusieron contra lo que consideraron era el dominio de la sierra peruana y boliviana. Destacamentos peruanos al mando de Felipe Santiago se enfrentaron a las fuerzas confederadas. El desenlace del enfrentamiento bélico fue favorable a la Confederación, culminó con la derrota y fusilamiento de Salaverry. La flamante Confederación andina no sólo tuvo que enfrentar esta oposición peruana y chilena, sino también el desacuerdo argentino; la Confederación Perú-Boliviana combatiría a la Confederación Argentina, dirigida por Juan Manuel de Rosas. En las batallas emprendidas en este frente de guerra s e pugnaron territorios del altiplano. En este caso, también el ejército confederado de Andrés de Santa Cruz consiguió imponerse.

Empero, básicamente la guerra confederada se desenvuelve en el enfrentamiento de la Confederación Perú-Boliviana con la República de Chile, que apoyaba a peruanos contrarios a la confederación. Estos “restauradores” deseaban la reunificación del Perú y la expulsión de Santa Cruz del poder.

La segunda fase de la guerra culminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador, ocasionando la disolución de la Confederación Perú-Boliviana, dando con esto también culminación al protectorado de Andrés de Santa Cruz.z., ocasionando la disolución de la Confederación Perú-Boliviana, dando con esto también culminación al protectorado de Andrés de Santa Cruz.del Perú y la expulsión de Santa Cruz del poder.

La segunda fase de la guerra culminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador, ocasionando la disolución de la Confederación Perú-Boliviana, dando con esto también culminación al protectorado de Andrés de Santa Cruz.

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