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Guerras periféricas

Tesis28 de Junio de 2015

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Guerras periféricas

Ensayo en torno a la guerra del pacífico

Raúl Prada Alcoreza

Rebelión

Índice:

Guerra periférica y geopolítica regional

Pensamiento propio

Notas sobre el Tratado de 1904

La nación mapuche, la olvidada del conflicto del Pacífico

Sobre los alcances de las pretensiones políticas

Guerra periférica y geopolítica regional

En torno a la guerra del pacífico

Dedicado a mi abuela Celsa Melgarejo y a mi madre María de los Remedios Alcoreza Melgarejo, quienes me transmitieron la historia de la guerra del Pacífico, rememorando la caída de combatientes familiares. De quienes aprendí el valor de Atacama y sus costas.

El presente ensayo se propone una aproximación retrospectiva a la guerra del Pacífico, desde el presente, algo así como una genealogía. Recogemos la veta abierta por René Zavaleta Mercado en La querella del excedente; texto de análisis teórico y crítico de la guerra del Pacífico, alejado de las historiografías tradicionales y los discursos chauvinistas. Zavaleta nos dejó una reflexión profunda, a la vez apasionada, de esta contingencia que ha abierto heridas en los tres países. Algunos dirían más en unos que en otro, incluso otros dirían más en uno que en los otros. Pero, la verdad es que desde la guerra se han formado como sentidos comunes de enemistades labradas por los años, en lo que va de más de un siglo, que transcurre desde la culminación de la guerra, por lo menos en algunos sectores de las poblaciones. Por otra parte, Bolivia, no solamente como Estado, sino como país, ha quedado enclaustrada, perdiendo su acceso al Pacífico. ¿Es aceptable esta condición como consecuencia de una guerra? Sabemos que la guerra no puede otorgar derechos de conquista, menos aún dejar a un país sin costa. Esta no es una buena condición como principio de integración. Los pueblos no son los que se inclinan por las guerras, sino sus estados y sus burguesías, tampoco pueden aceptar condenas territoriales como las del enclaustramiento. La opción alternativa por la complementariedad de los pueblos, la solidaridad y las composiciones cooperantes entre ellos, es la base democrática y participativa para la solución de problemas pendientes. Y esta opción alternativa es la base para la confederación de los pueblos, que es la tarea pendiente de los pueblos, para corregir las mezquindades inaugurales de las oligarquías, que prefirieron las repúblicas chicas, los Estado-nación subalternos, en vez de la Patria Grande.

Pérdidas territoriales

¿Qué se puede decir de un país que ha perdido un poco más la mitad de su territorio con el que ha nacido a la vida independiente? El país nació a la vida republicana con una superficie pretendida de 2.363.769 km². A partir del año 1860 empezó a sufrir pérdidas territoriales. En la actualidad, la superficie de Bolivia es de 1.098.581 kilómetros cuadrados. En relación a su territorio actual, la diferencia es de 1.265.188 kilómetros cuadrados. Con Brasil pierde unos 490.430 kilómetros cuadrados, en sucesivos años que comprenden 1860, 1867, 1893 y 1958. El principal conflicto con el Brasil es la Guerra del Acre. Con el Perú se pierden 250.000 kilómetros cuadrados, principalmente por arreglos diplomáticos, en 1909. Con Paraguay se pierden 234.000 kilómetros cuadrados, debido a la conocida guerra del Chaco (1932-1935). Con la Argentina se pierden 170.758 kilómetros cuadrados, por delimitaciones fronterizas, efectuadas por la vía diplomática, en 1897. Con Chile se pierden 120.000 kilómetros cuadrados, como resultado de la perdida de la guerra del Pacífico (1879-1883). Indudablemente la pérdida más sentida y conmovedora es la del litoral, pues, después de firmado el Tratado de 1904, Bolivia se queda sin salida al Mar, condenándose a ser un país mediterráneo.

¿Cómo se pueden explicar estas pérdidas territoriales? A los y las bolivarianas, cuando conocemos esta triste historia, nos viene un sentimiento de frustración temprano. En la escuela no nos explican por qué ocurrió esto. En recompensa se nos entregan programas cívicos atiborrados de denuncias y de inflamado chauvinismo. Los estudiantes que atendemos estas clases quedamos atónitos, sin ninguna respuesta clara por parte de los profesores. El sentimiento de frustración se convierte en una ambigua e indescifrable aceptación de un destino como condena. Obviamente que esto afecta en nuestra auto-estima. Sólo nos recomponemos, en parte, cuando hacemos el recuento de nuestra historia de rebeliones. La historia de las luchas sociales es gratificante, como que abre las compuertas de la esperanza. Empero, las luchas sociales no nos reponen de las pérdidas territoriales; son promesas de futuro. Es más, cuando culminan nuestras revoluciones, como que volvemos a la inercia que ha aceptado las pérdidas, hasta con cierta apatía. ¿Por qué no reaccionó el pueblo contra el Tratado de 1904? Un pueblo que había salido de la guerra Federal y que abría un ciclo liberal en un segundo periodo republicano. ¿Por qué se aceptó tanto de la República Federal de Brasil como de la República de Chile la compensación dineraria, como si los territorios perdidos fueran cuantificables? Se ha acusado a los gobiernos de ser responsables de semejante comportamiento y decidía; esto puede llegar a ser cierto; empero, no quita la corresponsabilidad de la sociedad que dejó que las cosas ocurrieran como acontecieron.

¿Dónde se encuentra la explicación? ¿En la fundación misma de la república, por haber renunciado a la construcción de la Patria Grande? Claro que esto también ocurrió con los otros países hispanohablantes; en contraste Brasil, portugués-hablante, supo conservar su unidad y continuidad territorial, bajo una administración estatal federal. ¿La explicación se encuentra en la estructura social, en la estructura política, en la estructura económica? No eran tan distintos los otros países, herederos de la administración colonial, iniciando su vida independiente en el ciclo capitalismo de la revolución industrial. ¿Congresos dominados por abogados y gobiernos manejados por caudillos, explican, de alguna manera, esta desazón política y moral? Tampoco en esto nos diferenciamos de la historia política de nuestros vecinos. ¿Qué a “condenado” a Bolivia a ser tan débil y tan vulnerable? Cierta interpretación histórica descarga la culpa en la oligarquía gobernante, que prefirió conservar el flujo de sus intereses económicos a arriesgarse en la defensa del país y de sus recursos naturales. ¿Esto no es más bien un contra sentido, atendiendo a la estrategia a largo plazo de la composición de sus intereses? ¿Es qué estas oligarquías regionales cuentan tan solo con una mirada a corto plazo y quizás a mediano plazo, a mucho pedir? También se dice que estamos ante una oligarquía, mas bien, desarraigada, desapegada; sin apego al territorio dónde se enriquece. Puede ser cierto; sin embargo, esta psicología tampoco es tan distinta a lo que ocurría con otras oligarquías europeizantes latinoamericanas.

No se puede construir una explicación con medias verdades, medias certezas. Es indispensable encarar la historia de manera crítica, auscultar en sus temporalidades las claves de desenlaces tan desalentadores. René Zavaleta Mercado elabora un ensayo iluminador sobre el decurso de la guerra del Pacífico, sus condicionantes y hasta quizás el juego de varias determinantes. Lo hace combinando afectividad y análisis crítico. Trata de responder desde otra perspectiva, diferente de la acostumbrada, a las preguntas que nos hacemos los y las bolivianas. Empero, se trata de un ensayo solitario, un oasis teórico. No se ha continuado por esta veta. Se lo lee, se lo considera, se hace tesis y reflexiones sobre la obra de Zavaleta; sin embargo, se está lejos de sufrir como él las preguntas existenciales de todo y toda boliviana, de trabajar una perspectiva crítica que construya una explicación convincente. La querella del excedente es un ensayo solitario, una hoja perdida en el desierto. Es menester retomar esta veta teórica para responder a las preguntas, pero, también, para encontrar salidas existenciales y políticas.

Zavaleta escribe:

Pues bien, si hubiera que distinguir entre cómo se vive la Guerra del Pacífico y cómo la Revolución Federal… habría que escribir que la primera debe ser considerada en rigor como un asunto de Estado o materia estatal, es decir, como algo que ganó o perdió la clase dominante, por cuanto entonces no estaba diferenciada del Estado como una responsabilidad suya ante sí misma… Decimos entonces que, en el modo ideológico inmediato que tuvo que ocurrir, la Guerra del Pacífico fue una guerra de incumbencia del Estado y de la clase del Estado, y no de la sociedad, al menos no de un modo inmediato. Vamos a ver luego por qué. La Revolución Federal, en cambio, sacó al claro lo más vivo de los conflictos clásicos de la sociedad civil [1] .

La pregunta de Zavaleta abre la herida:

¿Cuál es la razón, por cierto, por la cual Bolivia se demoró tanto en darse cuenta (dar cuenta a uno mismo) de lo que había ocurrido? Los pueblos que no cobran consciencia de que han sido vencidos son pueblos que están lejos de sí mismos. Lo que llama la atención, en efecto, es el desgano o perplejidad con que este país expecta un hecho tan decisivo no sólo para su ser inmediato, sino también para su futuro visible. Tratábase por

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