Habito de estudio

El hábito de 30 segundos que puede tener un gran impacto en tu vida

18/02/2014 05:48 pm ET Actualizado el20 de abril de 2014

No hay correcciones rápidas. Lo sé como un adicto a las ciencias sociales, que ha leído un sinfín de libros y blogs sobre el tema y ha probado muchos de los consejos, en su mayoría en vano. Así que no le doy el título a esta publicación a la ligera. Y lo escribo solo habiéndome convencido, después de varios meses de experimentación, de que uno de los consejos más simples que he escuchado es también uno de los mejores.

No es de un libro superventas; de hecho, ningún editor lo querría: incluso el pensador de gestión más elocuente tendría dificultades para darle vueltas a todo un libro. Tampoco nace de nuestro mundo de excesos y descontentos digitales. En cambio, fue entregado por un hombre nacido en el siglo XIX, a su nieto adolescente, hoy en su quinta década.

El hombre en cuestión, una eminencia gris del mundo empresarial, es una de las personas más interesantes que he conocido. Ha ayudado a diseñar marcas conocidas. En estos días, trabajando solo cuando siente que tiene algo que ofrecer, se lanza en paracaídas para resolver las crisis corporativas que amenazan el precio de las acciones. De vez en cuando, cuando está lo suficientemente interesado, escribe discursos para los directores ejecutivos y políticos de Fortune 500, sus palabras se facturan a seis cifras. Es excepcionalmente leído y también escribe prolíficamente. Novelas. Pero solo por diversión: al terminar, los destruye. No ve el sentido de ser publicado o de buscar publicidad en general. Entre sus amigos se encuentran algunas de las personas más poderosas del planeta, desde líderes empresariales hasta políticos, actores y otras luminarias de las artes. Pero Google él, y encontrarás apenas una onda en los mares cibernéticos.

Lo conocí por primera vez tomando un café en su apartamento, para discutir la estrategia de una organización sin fines de lucro altamente política que trabaja en África. Alrededor de su mesa había una mezcla ecléctica de gente muy vocal. Nuestro anfitrión, preparando el café, no dijo casi nada. Pero en las pocas ocasiones en que intervino, con una breve pregunta u observación, invariablemente aclaraba exactamente lo que importaba: barriendo cortésmente el fango de opinión que obstruye tales discusiones. Fue magistral: como ver a un director de la Filarmónica de Londres convencer a una orquesta de estudiantes de un pequeño pueblo para que tome forma.

Entonces, cuando compartió algunos de los mejores consejos que había recibido, me cautivó.

Si solo haces una cosa, haz esto

Estaba en su adolescencia, a punto de comenzar la escuela secundaria, cuando su abuelo lo llevó aparte y le dijo lo siguiente:

Inmediatamente después de cada conferencia, reunión o cualquier experiencia significativa, tómese 30 segundos, ni más ni menos, para escribir los puntos más importantes. Si siempre haces esto, dijo su abuelo, e incluso si solo haces esto, sin otra revisión, estarás bien.

Lo hizo, y lo fue. En todo lo que ha hecho desde entonces, con tal logro, y con suficiente espacio todavía para experimentar la vida con tanta riqueza. Más tarde incorporó al pacto a sus dos hijos, que se han destacado en sus jóvenes carreras.

Lo he estado probando durante unos meses. Esto es lo que encontré hasta ahora:

1. No es tomar notas: no piense, solo porque anotó todo en una reunión, que está exento de la suma de 30 segundos. Aunque breve, este ejercicio es completamente diferente a tomar notas. Es un acto de interpretación, priorización y toma de decisiones.
2. Es un trabajo duro: decidir qué es lo más importante es agotador. Es asombroso lo fácil que es decirse a sí mismo que ha capturado todo lo que importa, para encontrar excusas para evitar este breve sprint mental, una especie de 100 metros para su cerebro.
3. El detalle es una trampa: pero precisamente porque con tanta frecuencia, aparentemente, capturamos todo, y así evitamos el arduo trabajo de decidir qué cuenta algo, que todo vale menos. Gran parte de la excelencia es, por supuesto, el arte de la eliminación. Y la revisión de 30 segundos le impide usar la cantidad como excusa.
4. Debes actuar con rapidez: si esperas unas horas, es posible que recuerdes los hechos, pero pierdes el matiz. Y esto marca la diferencia a la hora de decidir lo que importa. Ya sea el tono de voz de alguien, o la forma en que una sugerencia aparentemente simple provoca tantas otras, o la sombra de una idea en tu mente provocada por un comentario de pasada.
5. Aprende a escuchar mejor y a hacer mejores preguntas: una vez que adquiere el hábito de la revisión de 30 segundos, comienza a cambiar la forma en que presta atención, ya sea escuchando una charla o participando en una discusión. Es como aprender a detectar una melodía simple en medio de una cacofonía de sonido. Y a medida que escuche con más atención y haga mejores preguntas que generen respuestas procesables, su revisión de 30 segundos se volverá más útil.
6. Puedes ayudar más a los demás: gran parte de lo que hace el corte de 30 segundos son observaciones sobre lo que les importa a otras personas. Incluso si el propósito es ayudar a manejar mejor los diferentes intereses en conversaciones futuras, también lo ayuda a comprender las necesidades de los demás y, por lo tanto, a resolver sus problemas. Esto no me sorprende: en meses de entrevistar a personas que hacen conexiones generosas, me ha sorprendido cuántos tienen su propia versión inconsciente de la revisión de 30 segundos: centrada en la pregunta de cómo pueden ayudar mejor.
7. Se vuelve más fácil y más valioso: cada vez que practicas, se vuelve un poco más fácil, un poco más útil y un poco más divertido.

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