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Implicaciones Eticas De La Investigacion Cientifica

nancyyg29 de Agosto de 2012

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IMPLICACIONES ETICAS DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA

 Introducción

Las implicaciones éticas del investigador son aquellas en las que se ven los lados positivos o negativos que puede tener un avance científico, es decir, ver el daño o beneficio que puede tener un descubrimiento o avance a la sociedad.

 Desarrollo

Vivimos un tiempo de incertidumbre moral. Los descubrimientos científicos y sus consecuencias tienen cierta responsabilidad por ese estado en que nos encontramos.

Hace cien años, Wilhelm Von Röntgen descubrió los rayos X, uno de los primeros aportes de la tecnología a la medicina del siglo XX. Un año después, casi todos los buenos hospitales europeos tenían aparatos de rayos X. Desde entonces y hasta la aparición en el mercado del comprimido llamado 846; -también producido de la investigación científica-, que provoca el aborto casi sin otras consecuencias, han sucedido muchas cosas.

La manipulación del átomo permitió construir centrales para generar energía, pero también dio lugar a bombas de inédito poder destructivo y multiplico los riesgos de la radiación; la manipulación del genoma abrió la posibilidad de la terapia genética, pero también de crear monstruos; y la manipulación de células llevo a la fecundación in vitro.

Estas novedades han alterado la conducta humana y los criterios según los cuales se juzgaba que las cosas eran buenos o malos.

En toda investigación científica debe impregnarse adicionalmente del rigor científico de las implicancias éticas necesarias para que dicho trabajo no sea un rotundo fracaso. Cuando nos referimos al rigor científico estamos aludiendo a la búsqueda de cada vez mayor validez y confiabilidad en la presentación de los datos y todo tipo de información concluyente, con respecto a la investigación científica a realizar.

 Mapa

 Conclusión

Siempre el científico debe tener en balance o equilibrio su rigor ético y científico, cuando hay más rigor ético o científico hay una descompensación y empiezan los problemas, ya que puede ver tu trabajo desde un punto de vista más ético o científico. El rigor científico es un método que da a un resultado el cual sirve para para comprobar o demostrar una hipótesis mientras que el ético involucra al científico como observador y persona.

Además de todo esto el científico debe tener un código ético que son normas o reglas que rigen a la persona y las cuales deben cumplir.

LIMITES ETICOS DE LA INVESTIGACION

El hablar de ética de la investigación implica no solo a los científicos en su carácter de grupo social, sino en alusión a cada uno como individuo. El tema tiene implicancias como el desfase entre el gran avance en lo científico y tecnológico por un lado y los valores por otro.; de tal manera que ahora enfrentamos el riesgo de la hecatombe nuclear siendo hoy más que nunca patente que cada suceso en el campo de la ciencia tiene una gran trascendencia en el futuro de la humanidad en pleno; para mejor o para peor.

Los aspectos que comporta la ética de la investigación son variados y puede afirmarse que la investigación es un aspecto particular de la más amplia problemática que significa la relación entre ética y ciencia.

Una primera cuestión implica las exigencias éticas del investigador en su relación de trabajo con otros científicos y sus colaboradores:

En este plano, es de preponderancia ética el reconocimiento de los trabajos utilizados para obtener información así como el mérito de cada persona que haya colaborado en el trabajo. Cada vez menos los logros científicos son fruto del trabajo de una sola persona, cada trabajo se basa ya se ha en el esfuerzo de un equipo o por lo menos en antecedentes y/o teorías ya enunciados con anterioridad.

El uso de ideas o resultados preliminares ajenos, sin permiso para hacerlo constituye una práctica ajena a la ética e incluso comporta un robo intelectual o plagio científico.

¿Existen límites éticos que el científico no puede traspasar?

Investigación científica y ética.

Hay quienes piensan que hablar de “límites éticos” de la investigación es algo así como caer en formas de censura que no permitan al científico desarrollar todas sus intuiciones. Pero si la ciencia es una actividad humana, que toca a los demás, que beneficia (o perjudica) a otros, que conlleva grandes cantidades de dinero y que puede servir para detener enfermedades o para provocarlas, está claro que debemos poner muros firmes y seguros para que no se dañen a seres inocentes o “culpables” (no nos parece justo que se realicen experimentos sobre criminales o prisioneros, cosa que por desgracia se ha hecho en algunos momentos de la historia).

¿Cuáles son los límites mínimos que podemos pedir al científico en su trabajo de investigación? Podemos aplicar un esquema sencillo: límites en los fines u objetivos, límites en los medios, límites en los resultados y en los costos económicos y sociales.

Límites en los fines: está claro que una investigación que tenga como objetivo destruir vidas humanas debe quedar totalmente fuera de nuestro horizonte. Por desgracia es algo que se hizo en la Alemania nazi, donde se veían qué gases y qué métodos eran más adecuados para los asesinatos de masa. Y es algo que se sigue realizando cuando se buscan maneras más o menos refinadas para el aborto, el infanticidio, la eliminación de ancianos o de personas enfermas, la construcción de “eficaces” armas de exterminio, etc.

Límites en los medios: una vieja sentencia ética afirma que un fin bueno no puede justificar un medio malo. Curar a una persona que tiene graves problemas de riñones no puede permitir el que se elimine a un enfermo más o menos grave que puede convertirse, así, en donante anónimo de un riñón que hará feliz a otro... Descubrir una vacuna contra el SIDA a costa de recurrir a voluntarios “forzados” que se verán seguramente contagiados por el terrible virus no puede ser lícito, aunque se pueda curar, luego, a miles de enfermos necesitados. Nunca la muerte de un inocente quedará justificada con el posible beneficio de otras personas (aunque sean miles o millones los beneficiados).

Límites en los resultados y en los costos económicos y sociales: cada acto que realizamos implica un pequeño cambio en el planeta. Si existe un riesgo alto por difundir en la especie humana un virus peligroso, el científico sabe que no puede poner en marcha procesos experimentales que podrían escapársele de las manos. Si la búsqueda de una nueva vacuna para pocos implica gastos enormes del presupuesto de un estado que no ha garantizado todavía el acceso al agua potable de miles o millones de sus ciudadanos, es obvio que tal investigación quedará aplazada hasta que se cubran antes necesidades más urgentes. Esto no significa, desde luego, que haya que cerrar los grifos de la financiación a los científicos y dejarles sin ayuda. Lo que sí está claro es que antes que mejorar las técnicas de cirugía estética habría que seguir invirtiendo más y más fondos en la eliminación del cáncer o en asegurar a las mujeres un embarazo sin peligros para la salud del niño y de la madre.

Pero todos estos límites no deben quitar nunca al científico su libertad más profunda: la del buscador de la verdad y del bien. Todo científico tiene, por esencia, vocación a abrir nuevas fronteras para el bien de la humanidad. A pesar de las críticas que todavía se alzan en muchas partes, hay que reconocer que gracias a importantes mejoras en la producción agrícola hoy comen millones de personas que, quizás, se encontrarían sumergidas en el hambre o la desesperación. Y esas mejoras las lograron científicos que, con responsabilidad y con amor, supieron dedicar sus vidas y su mente a descubrimientos que hoy son patrimonio de la humanidad.

En esos discursos falaces se presenta a la ética como la voz unívoca de los principios que delimitan las conductas lícitas e ilícitas, y que reclama la configuración de las leyes, a pesar de su pugna con los hechos y con las teorías científicas.

Esta contraposición entre ética por un lado, y realidad y ciencia, por otro, constituye un grave error de ciertas formas de pensamiento arraigadas en la sociedad. Las éticas dogmáticas establecen principios y normas sin tener en cuenta los conocimientos adquiridos y las necesidades humanas. Sin embargo, desde los orígenes de la filosofía, las éticas argumentativas han promovido el saber sobre la naturaleza y el ser humano y la armonización de ambos, así como la resolución de los conflictos entre personas y grupos por vías racionales.

La reflexión sobre las conductas justas e injustas, punibles o loables, surge de una necesidad individual y social constitutiva de la estructura de las comunidades, vinculada a la capacidad humana de decidir en función de intereses complejos y de un horizonte amplio que trasciende la simple inmediatez. Es preciso hablar de éticas en plural, porque sólo las comunidades aisladas o institucionalmente cerradas han podido mantener una única concepción ética común.

Hoy las convicciones morales de los ciudadanos son más plurales que nunca y es ineludible la distinción entre la ética personal (ámbito privado) y la ética de la comunidad (ámbito público). En éste se definen las reglas de juego para el logro de la mejor

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