Inestabilidad Economica
samy198215 de Mayo de 2013
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Una de las causas de la inestabilidad económica de los países latinoamericanos es su alta dependencia de las exportaciones de productos agrícolas y de importaciones de productos manufacturados, así como una baja productividad per cápita. Desde la década de los años sesenta se ha planteado, pues, la necesidad de una política de sustitución de importaciones a través del apoyo a industrias de productos manufacturados. Tal iniciativa tiene en el desarrollo de la actividad científico-tecnológica su ingrediente más importante; de hecho, no es casualidad el apoyo dado por parte de la Alianza para el Progreso y el Banco Interamericano de Desarrollo para la conformación de institutos nacionales de financiación de esta actividad (COLCIENCIAS, fundada en 1968, en el caso colombiano). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados hasta el momento, las metas alcanzadas están lejos de ser las deseadas.
En este artículo se presentan, en primer término, algunas consideraciones muy generales sobre la cooperación internacional y sobre los métodos de validación de la ciencia y la tecnología. A partir de aquí se puntualiza la importancia de generar e impulsar este tipo de actividad para el desarrollo económico, así como algunas consideraciones necesarias para ampliarlo, dado el nivel actual colombiano. Aunque la mayor parte de estas consideraciones y sugerencias son de carácter general, se hace especial énfasis en el esfuerzo interno necesario para que la cooperación internacional sea no sólo posible sino que, además, tienda a solucionar algunos de los problemas más graves y difíciles.
Tendencias generales de la cooperación internacional en los años noventa
Las tendencias de la cooperación internacional de los países desarrollados a los no desarrollados[1] tras la desaparición del bloque socialista son
definitivamente desalentadoras para el Tercer Mundo. Algunos de los factores que producen tal situación son los siguientes[2]:
1. La atención del mundo occidental se ha volcado hacia la reconstrucción de las economías de los países antiguamente alineados con el bloque soviético.
2. En los últimos años, la economía mundial ha padecido una recesión prácticamente generalizada en el mundo industrializado, cuya solución sólo parece viable a nivel gradual.
3. A pesar de que aún quedan vestigios de la guerra fría, la desaparición de la "amenaza comunista" ha hecho que en el Tercer Mundo (y en América Latina en particular) los temas ideológicos hayan perdido relevancia en términos relativos y que, en general, se visualice como región ideológicamente segura.
4. Correlacionado con el punto anterior, la prioridad que en la nueva agenda mundial han cobrado los "nuevos-viejos temas" (conflictos nacionalistas en Europa, las confrontaciones étnicas, la hambruna en África, etc.) ha desembocado en un continuismo en la manera cortoplacista, coyuntural e inmediatista como se afrontan estos y otros problemas por parte de los países industrializados, obviando soluciones que tiendan a subsanar las causas últimas de tales conflictos y cuya relación con el desarrollo económico, social, cultural y político es directa.
¿Qué perspectivas se perfilan frente a tal estado de cosas? Sin duda, un recorte de la ya magra colaboración existente de los recursos destinados al desarrollo de los países del Tercer Mundo en general, y de América Latina en particular.
En el caso de Colombia, hay que tomar en consideración el hecho de que, dentro del contexto latinoamericano, es un país de ingreso medio. Esto implica que sus posibilidades de acceso a la cooperación internacional no pueden ser comparables con las de países como México, en un extremo, o Haití, en el otro.
De manera concomitante, la apertura económica ha obligado al país a confrontarse directa y realmente con la esfera internacional, lo que pone sobre el tapete uno de los puntos neurálgicos en el tema de la cooperación internacional: su papel prioritario en materia científico- tecnológica, como punto nodal del plan de desarrollo no sólo económico sino también político, social y cultural.
Antes de entrar a considerar aspectos más particulares, comencemos por identificar algunas características generales sobre la actividad científica y la tecnológica.
Algunos aspectos generales de la ciencia[3] y la tecnología
Hablar hoy en día de la ciencia y la tecnología en forma separada carece de sentido por razones que se verán más adelante. Sin embargo, hay aspectos que marcan una diferencia sustancial y que están directamente relacionados con los métodos de validación que cada una posee. Es necesario aclarar que mientras en la ciencia la motivación y finalidad última de su actividad es el reconocimiento de los investigadores, es decir, la publicación de resultados y procedimientos para llegar a éstos[4], la tecnología se alimenta de las publicaciones científicas, además de investigaciones tecnológicas particulares, para la producción de bienes o procesos que impliquen ventajas comerciales; por esta razón los procedimientos para la producción tecnológica no son de propiedad pública y se protegen por medio de las patentes.
Esta diferencia fundamental no implica, sin embargo, que las dos actividades se desarrollen en forma independiente. Todo lo contrario: existe una relación de interdependencia en el sentido de mutua alimentación y necesidad. La tasa de producción de resultados tanto a nivel científico como tecnológico, durante el presente siglo, y la correlación entre ambos, es evidencia más que suficiente de su vinculación sistémica.
En cuanto a la dinámica interna de la ciencia y la tecnología, tampoco son válidos los modelos de "impulsión de la ciencia" y de "tirón de la demanda"[5], para citar los dos extremos: la historia y la sociología de la "tecnociencia" presentan ejemplos que desvirtúan análisis del tipo lineal como los anteriormente mencionados para estudiar su desarrollo. La interconexión es, sin duda, mucho más completa, máxime cuando el grado de sofisticación de ambas ha alcanzado límites tan altos[6].
Justamente esta sofisticación es la que ha introducido elementos nuevos no sólo en el desarrollo tecnológico (donde es evidente), sino también en el científico: a diferencia de lo que sucedía hace cien años, donde hacer investigación científica no implicaba grandes inversiones, hoy en día ella implica inversiones relativamente altas y, en algunos campos, como la física de altas energías o los estudios sobre anticorrosivos, muy altas. La razón hay que buscarla de nuevo en la interconexión ineludible y mutua necesidad entre ciencia y tecnología. Para ver esto, vale la pena tratar de imaginar dónde entra el factor económico en las actividades de investigación y desarrollo (I+D): sin duda en la utilización y producción de tecnología (que como ya se mencionó, está protegida a través de patentes). No sobra recordar que una patente es básicamente un documento legal que protege la propiedad intelectual, generalmente un bien o proceso mercadeable. Dicho en otras palabras, es el know how y no el producto final mismo el que ha adquirido un valor económico y comercial[7].
Surgen entonces algunas preguntas inmediatas: ¿Cómo adquirir ese know how? ¿Para qué? ¿Por qué?
Una respuesta definitiva a estos interrogantes podría desembocar en discusiones que van desde la filosofía hasta los planes de desarrollo nacionales. Lo que sigue son consideraciones necesarias para que se comprenda la relevancia y factibilidad de un desarrollo científico y tecnológico. Empecemos entonces por discutir la preponderancia que tiene, para un país como Colombia, el desarrollo de la actividad científica-tecnológica.
Importancia de la generación de actividad investigativa científico-tecnológica en países periféricos[8]
La investigación, en general, es una actividad en la cual el individuo que la ejecuta adquiere, incorpora o genera procedimientos (algoritmos) para la producción de un resultado. Dicho de otro modo, es el terreno más apropiado para "aprender a solucionar problemas".
Una actividad de este tipo trasciende la esfera económica y llega a tener repercusiones en el campo político y cultural, dado que determina formas de vida de los ciudadanos. Con esto no se quiere afirmar que necesariamente los países científica y tecnológicamente —y en consecuencia industrial y económicamente— más desarrollados hayan logrado un verdadero progreso en términos del mejoramiento de la "condición humana". En este sentido, si bien el cambio tecnológico se requiere para el aumento de la productividad, es necesario analizar críticamente el determinismo tecnológico que identifica el desarrollo técnico de una sociedad con el bienestar social. No se profundizará en este debate (aunque, sin duda, la función y responsabilidad ética de la ciencia y la tecnología es un tema que debe mantenerse vivo por su carácter abierto y controversial). Sólo se quiere recalcar el hecho de que el término "desarrollo" implica una acción integral donde la tecnociencia desempeña un papel definitivo aunque limitado[9].
Adicional a esta función cultural, la investigación científico-tecnológica cobra importancia a la luz de aspectos pragmáticos para la puesta en marcha de una política de desarrollo. Para ver esto, es indispensable retomar el contexto político y económico nacional e internacional como factores que
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