HISTORIA ARGENTINA efectos de corto y largo plazo en la inestabilidad económica de los años veinte
gbuttafuocoResumen12 de Octubre de 2018
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HISTORIA ARGENTINA
Efectos de corto y largo plazo en la inestabilidad económica de los años veinte.
El Ciclo Económico Argentino se basó se originaba básicamente en la inestabilidad de las Exportaciones y del ingreso de Capital.
Las exportaciones estaban compuestas, casi exclusivamente, por una media docena de productos agrarios.
Argentina distaba mucho de ser un proveedor marginal. Este hecho lo hacía muy vulnerable a las condiciones de exceso de oferta que se estaban produciendo en la agricultura mundial. Y significaba además que las exportaciones argentinas influían sobre los precios en dichos mercados.
Tanto los precios como las cantidades tenían una gran variabilidad. En cuanto a los precios debido a las condiciones monopólicas y las cantidades debido a pérdida de cosechas debido a las sequías.
Entre el 60-80% de las exportaciones de granos, estaban en manos de “cuatro grandes” cerealistas y los frigoríficos organizados en un pool dominado por tres empresas norteamericanas y dos inglesas que adjudicaban el espacio de bodegas refrigeradas para los cargamentos de carnes desde el Río de la Plata a Gran Bretaña.
A pesar de una cierta relación inversa entre precios de exportación y volúmenes, congruente con un país que no era un mero tomador de precios, los precios también presentaron un alto grado de inestabilidad.
Los ingresos de capital también presentaron oscilaciones significativas, a pesar de estar canalizados casi exclusivamente hacia la inversión directa en servicios públicos y la compra de bonos emitidos por distintos entes gubernamentales.
Esta inestabilidad de las exportaciones y de la entrada de capitales fue un fuerte generador de inestabilidad en la economía global a través del funcionamiento del sistema de ingresos y gastos.
El sistema argentino dependía exclusivamente de las variaciones en la balanza comercial. Las tres cuartas partes de todos los ingresos corrientes del gobierno se originaban en los gravámenes a las importaciones. Los períodos de auge en el comercio exterior, inducían una expansión fiscal y compromiso de gastos públicos que probaban ser bastante inflexibles al ocurrir el posterior retroceso.
Como todo país deudor Argentina se enfrentaba cada año con una carga mayor para evitar problemas en la balanza de pagos y las consiguientes perturbaciones internas. El país dependía muy especialmente de sus ventas a Gran Bretaña. Y por ello llego a tener un excedente comercial con Gran Bretaña y un déficit con Estados Unidos, por lo cual dependía que Gran Bretaña pudiera –y quisiera- financiar importaciones convirtiendo libras esterlinas en dólares estadounidenses.
Como consecuencia de los mencionado, Argentina gozaba de una limitada autonomía para atacar el CEA.
En 1926 comienza un nuevo ciclo. El peso argentino depreciado, comienza a resurgir a medida que aumentan las exportaciones y entradas de capital. En 1927 el peso casi llega a la paridad.
Los depósitos aumentaron pero los préstamos no se mantuvieron a la par, ya que los bancos reconstruyeron sus reservas y liquidaron viejos créditos que provenían de la crisis anterior.
El éxodo de capitales. En el año 1928 las exportaciones aumentaron más y las importaciones menos que el año anterior. Además de una marcada disminución en los empréstitos públicos lo que llevo a una reducción de ingreso de capitales.
Se agrega un éxodo significativo de fondos con propósitos especulativos y una caída de los precios de las exportaciones. En diciembre de 1929, finalmente, el gobierno enfrentado con esta salida de oro tomó la decisión de suspender la convertibilidad. Bastante antes de la caída de Wall Street la crisis había llegado a Argentina.
Cálculos minuciosos del área cultivada con trigo en todo el mundo subdividida en “real” y “necesaria” llevan a la conclusión de que la brecha entre ambas estaba aumentando en la década del ‘30.
Otros productos exportables argentinos tuvieron mejor suerte que el trigo. Los precios del maíz y la semilla de lino aumentaron.
En 1937 los niveles de producción en el sector rural se mantuvieron a pesar de la caída en el nivel de precios. De este modo la economía adquiere estabilidad típica de los países agrarios. La producción agraria constituía un tercio del PBI. Por lo tanto, la caída del ingreso durante la Depresión no es consecuencia de una disminución de la actividad productiva sino el impacto externo sobre los términos del intercambio y de la rigidez del servicio del capital extranjero.
Un dato importante, la población creció casi un 13% entre 1925-29 y 1930-34. Por lo tanto, el ingreso nacional bruto per cápita cayó en el mismo período alrededor de un 20%.
La recuperación. El crecimiento industrial estimulado por una caída de las importaciones jugó un cierto rol en la recuperación económica. Sin embargo, la tasa de crecimiento en la década del ’30 no fue excepcionalmente alta.
La fuerza motriz de recuperación fue nuevamente el impacto externo. En este caso un aumento de los precios de exportación en el mismo proceso de Depresión. El motivo de dicho aumento fue una sequía prolongada en Estados Unidos y Canadá que comenzó en 1933 y duró 4 cosechas; permitiendo un equilibrio pasajero entre la oferta y la demanda.
El otro factor de inestabilidad aparece una vez más, fluyendo en 1934-36 el capital privado al país y estimulando la recuperación pero por un corto plazo hasta mediados de 1937 cuando finaliza la fuerza ascendente del ciclo.
Con el fin de la guerra, la producción agrícola retoma la preeminencia que había perdido, mientras que la carne enfriada termina de imponerse definitivamente como principal producto de exportación.
Durante la guerra, el aumento en el precio de las carnes, las ventajas relativas que tenían para los embarques internacionales y la inversión del signo en el saldo migratorio habían favorecido a la ganadería por sobre los cultivos.
Entre 1918 y 1930, las áreas sembradas retoman su ritmo ascendente, de la mano de los cereales y el lino y a expensas de la alfalfa.
Los precios de la carne, inflados durante la guerra, se derrumbaron al acomodarse a la demanda de la posguerra, y a esto se le sumó el achicamiento del mercado con el proteccionismo europeo. Esto produjo una crisis ganadera entre 1921 y 1923.
Dentro de la ganadería, el chilled, carne enfriada, se consolida luego de la guerra. Logra desplazar a la carne congelada como principal producto ganadero de exportación. Esta consolidación sella una división entre los dos grupos antagónicos de ganaderos.
Por un lado los criadores, dedicados exclusivamente a la producción del ganado semiterminado, que debía ser engordado antes de su venta. En el otro extremo estaban los invernadores, que compraban el producto a los criadores para engordarlo y venderlo a los frigoríficos. El mayor grado de vulnerabilidad la tenían los criadores, debido a que dependían de las compras de los invernadores. Los invernadores además de tener las mejores tierras, tenían menos inversiones fijas, por lo tanto, podían especular con respecto a su empresa.
Cría e invernada no eran solo actividades incompatibles y antagónicas, sino que las empresas que se dedicaban a las dos actividades fueron muy frecuentes en la región pampeana y gozaban de la más amplia versatilidad económica, ya que podían ofrecer una multiplicidad de productos al mercado simultáneamente. Para montar este tipo de empresa se necesitaba una gran cantidad de capital y muy buenas tierras.
Del lado de la organización productiva, la región pampeana asiste en la década del 20 a la consolidación definitiva de la estancia mixta, que combinaba la cría y el engorde de ganado con la producción agrícola.
Su consolidación tiene que ver con la alta volatilidad de los precios y el fin de la expansión horizontal de la producción. La guerra y la depresión que le siguió, terminó de convencer a los productores de la inconveniencia de una excesiva exposición a los mercados internacionales. La clave para que estos desplazamientos entre una actividad y otra se produjeran con la rapidez que el mercado exigía, era una generosa cantidad de buena tierra, una baja dotación de capital fijo y un número variable de arrendatarios, que se encargaban de la producción agrícola. La lógica productiva de estos establecimientos parece haber sido la fórmula del éxito en la región pampeana. Cerca del 70% de las nuevas empresas agropecuarias que surgen en la provincia de Buenos Aires entre 1914 y 1937 corresponde a la categoría mixta.
La consolidación de la estancia mixta no fue una buena noticia para los pequeños y medianos chacareros agricultores. Estos eran la variable de ajuste de las estancias mixtas. Los desplazamientos entre la actividad agrícola y la ganadera como respuesta a las variaciones del mercado, implican desplazamiento de los arrendatarios.
Junto a los terratenientes más productivos, una buena parte de los propietarios de la región pampeana eran simples rentistas que arrendaban la totalidad de sus campos a productores y grandes arrendatarios. Los contratos eran verbales y generalmente sin plazo de finalización. Se implementaron leyes, en 1921 y 1932, con el propósito de resolver estos problemas. La primera pretendía atacar la inestabilidad de los agricultores en la duración de los contratos y en la protección de los más pequeños. La segunda quiso subsanar los defectos de la anterior, obligando a celebrar los contratos por escrito con un escribano. Pero al no existir eficaces medios de control estatal en las alejadas áreas rurales, un alto porcentaje
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