JESUS, PRESIDENTE EJECUTIVO

JESÚS, PRESIDENTE EJECUTIVO

¿Cuál es la importancia del liderazgo y para que me sirve? ¿Tengo las capacidades para ser un líder? Estas y otras tantas preguntas nos formulamos en varios momentos de nuestras vidas cuando se presentan retos o simplemente se pretende llevar a cabo un proyecto y no sabemos cómo. Es allí donde la lectura “Jesús, presidente ejecutivo” entra a jugar un papel importante, dándonos cuenta que Jesucristo nos dejó enseñanzas y un estilo propio de liderazgo.

Y es que el liderazgo eficaz es una clave importante en cualquier empresa, es por eso que Jesús nos enseñó de qué manera debemos dar, para así poder recibir y que exista una equidad entre las dos partes. A parte de utilizar una pedagogía basada en el amor, en la compasión y en hacer las cosas por el bien de los demás utilizó como herramienta tres categorías de fortaleza: la fortaleza del autodominio, la fortaleza de la acción y la fortaleza de las relaciones. Estos tres instrumentos son el medio de enseñanza que él utiliza para recordarnos quienes somos, de dónde venimos y cuál es nuestra misión; de acuerdo a lo dicho anteriormente un líder debe ser esa persona al que la gente le gustaría parecerse, cree en sí mismo, siempre está comprometido con la causa, tiene sentido de pertenencia, sabe que tiene que romper esquemas, acabar con paradigmas, vencer los temores y tiene claridad en que su destino es triunfar es decir alcanzar el éxito.

En ocasiones puede suceder que sentimos que cumplimos con todo lo anterior para hacer la diferencia, pero de repente ocurre algo que nos detiene o que nos invade todo el cuerpo y no permite realizar nuestros deseos, eso querido compañero se llama “miedo, temor al fracaso, al que dirán, falta de confianza”, debemos entender que habrán momentos en la vida en que tenemos que caminar solos, pero es allí, en ese preciso momento cuando debemos recordar todo lo que nos dejó como enseñanza nuestro querido Padre Jesucristo; un ejemplo de ello es el agradecimiento porque cuando damos gracias demostramos que tenemos un corazón abierto y dispuesto a recibir, no nos dediquemos a juzgar sino ayudar, y aunque vivamos en una sociedad individualista sin temor a Dios tratemos de hacer la diferencia y de ser líderes por una humanidad mejor.

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