LA DIGNIDAD EN KANT.

LA DIGNIDAD EN KANT

1-La dignidad, según Kant, consiste en no considerar a ningún ser humano como un medio para otro fin. Hay ejemplos obvios en los que a nadie le cuesta aplicar este principio. Sin embargo, la realidad nunca es blanco o negro; hay miles de matices intermedios que en algunas circunstancias, sobre todo políticas y sociales, ponen en duda qué parte de entre dos personas enfrentadas tiene la razón a la hora de reclamar una falta de dignidad para sí.

Ejemplo: si un gobierno sube muchos los impuestos alguien podría recriminarle al gobierno una falta hacia su dignidad por un ahogo económico, sin embargo, el gobierno podría recriminarle a esa misma persona que en el caso de evadir impuestos, estaría faltando a la dignidad de las personas más pobres.

2-La segunda cuestión a resaltar es que según Kant, la voluntad tiene la capacidad de dictarse normas universales a sí misma. Esto quiere decir, que a la voluntad no le hace falta razones externas (sociales, ambientales, políticas etc) para decantarse a realizar una acción determinada. Ella misma (la voluntad) puede ignorar cualquier determinación y decidir por sí misma, libremente.

Así pues, por mucho que una serie de circunstancias nos ahoguen, la voluntad siempre podría buscar otra opción distinta que no sea utilizar a una persona y faltar a la dignidad de la misma, algo que en ocasiones, nos parece la única solución posible para solucionar un problema (esto sucede cuando decimos: lo siento, pero no he tenido otra opción). Nunca podemos librarnos de la responsabilidad de una acción pues siempre podríamos haber elegido otra opción. La voluntad, como ya he dicho, puede darse a sí misma la norma para actuar a pesar de las circunstancias. Estas pueden influirnos pero nunca determinarnos.

3-El concepto de dignidad se relaciona con el de autoestima; ambos van de la mano. Cuando una persona es utilizada como medio y no como fin, su dignidad se viene abajo. De ahí que haya personas que tengan una pésima visión de sí mismas. Pero cuidado, porque puede ser que sin darnos cuenta, nosotros mismos nos dañemos la autoestima, (sin que esto signifique vernos como un monstruo, pero sí como algo menos de lo que realmente somos). Si delegamos continuamente nuestra responsabilidad en las circunstancias que nos rodean para evadirnos así de los problemas (no esforzándonos por superar esas circunstancias quitándonos la culpa y delegándola en otra cosa), al final sucederá que nos estaremos poniendo límites, haciéndonos creer que no podemos superar ciertos problemas, algo que sin duda, supone infra-valorarnos a nosotros mismos.

Si nos rendimos ante las circunstancias, dejamos que estas nos utilicen como medio, y no como fin, de modo que permitimos que el mundo que nos rodea falte a nuestra dignidad como personas. Y no hay que olvidar que cuando somos medio y no fin, no somos personas,

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