LA PASION DE SER MAESTRA

“La única ocupación de un maestro es contagiar una pasión”….

SER EDUCADORA

En nuestra formación es necesario llevar a cabo la intervención pedagógica de manera reflexiva, promoviendo el análisis crítico, la autonomía, la solidaridad, etc.… estamos inmersos en un mundo que camina más a prisa de lo que somos capaces de asumir.

Debemos de prepararnos en educación con conocimientos y destrezas, no sólo para sobrevivir a la escuela tal como la conocemos, sino para transformarla, de forma que sirva a nuestros alumnos.

Requerimos una formación que nos permita funcionar adecuadamente en contextos caracterizados por la diversidad cultural, flexibilidad y complejidad económica, fluidez y horizontalidad organizativa, incertidumbre moral y científica.

Como educadoras, tenemos la responsabilidad y el compromiso de poseer creencias respecto a todos los aspectos de la realidad social, económica cultural y educativa, producto de la realidad en la que nos corresponde interactuar, poseer también una historia de vida, y ser capaces de reflexionar sobre nuestras creencias y transformarlas a los requerimientos de los educandos y de la comunidad.

¿QUÉ FORTALECER? ¿QUÉ CORREGIR? Y ¿QUÉ NUEVAS COSAS INTENTAR?

Se sabe que las educadoras aprendemos, principalmente, en el desarrollo de nuestras actividades de enseñanza, mientras conversamos con nuestros maestros o colegas, y en la toma de decisiones cotidianas.

 Es decir, aprendemos al ejercer nuestra profesión.

El aprendizaje y el crecimiento profesional, requieren de un maestro reflexivo, un maestro que día a día se comprometa a ser mejor, que esté dispuesto a escuchar y a cambiar; que prevea un antes-durante-después de su actuar frente al grupo, un maestro que aproveche cada momento para aprender. Este proceso reflexivo y constructivo no ocurre de forma espontánea.

Un factor clave para lograr el éxito, es tener iniciativa y convicción; es esencial.

La clase debe ser un proceso que favorezca no sólo que los niños aprendan nuevos conocimientos, también y principalmente, debemos hacer que ellos aprendan a aprender y que reconozcan que pueden apropiarse de cualquier contenido.

Como maestra sé que mi tarea no debe limitarse a una simple transmisión, sino que también se pueda influir de manera positiva, y significativa en lo que hacen y sobre todo, en el autoconcepto personal y académico que tienen los niños.

Cada clase representa un reto, el tener que trabajar con personas diferentes entre sí, con conocimientos previos, gustos y situaciones que los hacen particularmente inconfundibles; es una gran labor.

Debemos de tener la capacidad de observar a nuestros alumnos, para realizar esta observación debe haber un propósito previamente establecido, es decir, un para qué, un cómo, el cual se puede llevar a cabo por medio de diarios y registros, que posteriormente nos servirán para hacer un seguimiento de cada alumno, desde un punto de vista más amplio, más profundo y menos convencional.

El análisis se realiza indagando por medio de otros instrumentos de investigación, como entrevistas formales, informales y continuando con las observaciones más detalladas de todos aquellos factores que intervienen en este proceso de aprendizaje, comenzando con antecedentes de su desarrollo y progresos académicos, información que nos permitirá tener una idea más completa de las características de los alumnos y del cómo trabajar con ellos.

Es importante agregar al análisis los estilos de aprendizaje, así como la motivación que favorece el mismo, para poder conocer la forma en que se enfrenta al conocimiento, el cómo y el para qué lo realiza, así como lo que le obstaculiza.

Como podemos ver, nuestra labor se va haciendo más abarcativa y más compleja, el planear

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