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¿Quién quiero ser como maestra?.


Enviado por   •  12 de Octubre de 2016  •  Ensayos  •  1.840 Palabras (8 Páginas)  •  246 Visitas

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Desde muy pequeña me encantaba coger todos mi muñecos sentarlos y simular una clase, me cogía todos mis materiales y me pasaba las horas jugando y jugando. Aunque mi mayor deseo era que viniesen mis amigos, mis vecinos, mis primos, pues aprovechaba cada oportunidad para jugar a las maestras, aunque mi egoísmo quizás propio de la infancia y mi afán de liderazgo me convertían en maestra siempre. Intentaba convencerlos a todos para que fuese yo la maestra, y buscaba ideas para prometerles que se divertirían mogollón si me dejaran que fuese yo la maestra. Así era, me inventaba juegos para hacer las tareas, me iba a la tienda de cuches y les premiaba cuando lo hacían bien. Aunque mi gran devoción eran cuando venían a casa niños más pequeños, ahí sí que me sentía en mi pleno apogeo, todas las mamas y papas de charla y yo cuidando de los pequeños, por su puesto haciendo de maestra.

Esta afición paso por mi infancia pero también por mi complicada adolescencia. Me encantaba compartir momentos con niños más pequeños, les ayudaba a hacer las tareas, jugaba con ellos...

Durante toda mi etapa escolar tuve muchos maestros, cada uno con sus diferentes modelos de enseñanzas, algunos los adoraba otros no tanto, no puedo olvidar a mi profesor de primero y segundo de primaria, Jesús, un hombre que hacia sus clases interesantes, motivadoras, hacía sentir a todos los alumnos de la clases iguales, se volcaba en enseñarnos, haciendo de sus clases auténticas horas de juegos en las que además de aprender nos divertíamos muchísimo, sacaba lo mejor de cada alumno, hasta de aquellos niños que para nada parecías interesarles la escuela.

No tuve la misma suerte cuando cambie de escuela pues estuve desde tercero hasta sexto de primaria con una profesora autoritaria, que nos tenía a todos firmes y me llego a desmotivar tanto que la escuela empezó a resultarme pesada.

En los malos momentos siempre recordaba a Jesús, aunque me costaba mucho entender la diferencia tan dispar que había entre ambos maestros, yo siempre decía que quería ser como él.

No puedo olvidar a mi profesora de Literatura Universal de segundo de bachillerato, ella ha sido la profesora que me enseñó a disfrutar estudiando. Si antes me leía un libro lo hacía más bien por obligación, pero su forma de enseñar me engancho a la lectura, me despertó el interés por la comprensión, el análisis de cada cosa que leía. Ella nos dejaba libertad para investigar sobre los libros, los autores, el contexto, nos facilitaba cantidad de recursos, como películas, imágenes, hacia sus horas amaneas creando debates, compartiendo opiniones, simulando escenas, representándolas de forma teatral, mediante el dibujo, mil formas de aprender. De ella me llevo su ganas de enseñar, sus formas de enseñar y sobre todo su gran conocimiento pues era una persona llena de sabiduría, que no solo entendía de su especialidad sino que además podía ayudarte con cualquier otra asignatura, comprometida con sus alumnos y continuamente reciclándose para ofrecernos los mejores métodos de aprendizaje, tan entregada y preocupada por enseñar y por hacerlo de una forma diferente que despertara nuestro interés y que con unos logros exitosos.

Después de todas estas vivencias y experiencias llego la hora de decidir mi camino, de decidir con tan solo 17 años, cuál sería la profesión a la que iba a dedicarme el resto de mi vida. La influencia de personas equivocadas, una importante falta de madurez, una gran rebeldía y egocentrismo me hicieron escoger la carrera equivocada, derecho, porque yo tenía que ser alguien importante médica o abogada, tener mucho dinero y una maestra … bueno… en aquel entonces me parecía una profesión mediocre.

Pues después de tres años caóticos, desorientada, siendo consciente de que estaba cursando unos estudios los cuales no tenían nada que ver con los intereses que siempre hubo en mí, en toda mi etapa escolar, llego la frustración, llego el arrepentimiento y en cierto modo llego el mejor momento de mi vida, abandonar aquello que no me llenaba que me hacía estudiar y estudiar de memoria sin comprensión. Llego el momento de conocer un poco más sobre la profesión que realmente siempre quise ejercer. Así que decidí hacer un ciclo formativo de grado superior de educación infantil. Y aunque quizás pueda parecer un poco exagerada, desde ese momento empecé a ser feliz, empecé a sentir esa satisfacción, esa ilusión de estar interesada en algo, de querer indagar más y más sobre los contenidos que me enseñaban en la escuela, de disfrutar estudiando, de dar todo lo mejor de mí, de darme cuenta que en estos estudios si soy válida porque no es un sobresfuerzo para mí, todo lo contrario he disfrutado aprendiendo.

Estos estudios le han dado el sentido a mi vida, la oportunidad de hacer prácticas en una escuela infantil con niños de 2 a 3 años de edad ha sido mi mayor motivación para seguir mis estudios en la universidad, porque ha sido una experiencia única, en la que he encontrado mi verdadero yo. Ahora puedo decir que soy feliz, porque cuando me imagino trabajando de maestra de infantil el resto de mi vida es inevitable sostener mi sonrisa.

Dejando a un lado los inicios del como he llegado a estar aquí realizando esta práctica que plantea el interrogante de quien quiero ser como maestra, ante todo tengo que dice que quiero ser una persona con principios y valores éticos para poder así transmitirlos al resto del mundo, en especial a esas personitas pequeñas

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