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La Doble Honra


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2021  •  Síntesis  •  2.214 Palabras (9 Páginas)  •  80 Visitas

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4° DIA

LA DOBLE HONRA

El gran problema de la introspección es que ella siempre produce sentimiento de condenación, y la condenación a su vez, siempre produce vergüenza. La vergüenza nos hace tímidos, y remueve nuestra fe. Ella es un gran impedimento para nuestra comunión con Dios, por eso el Señor Jesús llevó en la cruz toda nuestra vergüenza para que podamos disfrutar hoy de doble honra.

“En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo” (ls. 61:7)

La promesa del Señor es remover la vergüenza y darnos doble honra. Cuando partimos el pan, debemos abandonar toda vergüenza y rechazo y cubrirnos con vestiduras de alabanza.

Según el diccionario Houaiss, vergüenza es deshonra que ultraja, humilla; oprobrio. Ella está definida aún como un sentimiento penoso causado por la inferioridad, culpa o indignidad; un sentimiento de inseguridad causado por miedo al ridículo y al juicio de los otros. Es triste que muchos aun participen de la mesa del Señor con tales sentimientos.

EL ORIGEN DE LA VERGÜENZA ES LA CULPA

Básicamente, la vergüenza es la consciencia de la culpa. ¿Qué produce en el hombre la consciencia de culpa? Muchos piensan que es el pecado, pero, en verdad, es la ley. Antes de la ley, el pecado estaba en el mundo, pero el hombre no tenía consciencia de pecado porque no había ley. La ley, entonces, fue dada para revelar el pecado que ya estaba allá.

Cuando Adán y Eva fueron creados, la Palabra de Dios dice que ellos estaban desnudos y no se avergonzaban. En verdad, ellos estaban revestidos de la gloria de Dios. Esa gloria es lo que les permitía dominar sobre toda la creación. Aún, en el momento en que pecaron, ellos fueron destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23).

Después que cayeron, el Señor vino hacia ellos y les preguntó: "Adán, ¿dónde estás? Gn. 39 – Es interesante que la primera pregunta del Antiguo Testamento es: ¿Dónde está el hombre? Pero la primera pregunta del Nuevo Testamento es: “¿Dónde está el rey?” (Mt. 2:2). Es así porque, cuando tu descubres donde está Cristo, entonces entiendes donde tú estás.

“así Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” (Gen. 3:9-10)

Cierta vez, un pastor fue a visitar un miembro de la iglesia y después de golpear varias veces la puerta de la casa nadie abrió. Él, entonces, dejó debajo de la puerta un tratado con Apocalipsis 3:20 escrito:  "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". El domingo siguiente, aquel miembro vino al frente en el momento de la ofrenda y dejó dentro del alfolí una nota para el pastor con Génesis 3.10: " Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”.

Génesis 3:10 nos cuenta como el miedo entró en este mundo. Esta primera mención de miedo en la Palabra de Dios. El hombre no fue creado para vivir con miedo. Hoy, las personas tienen miedo de muchas cosas, el origen de todos los miedos es el miedo a la muerte. La persona dice, por ejemplo, tener miedo de volar en avión, pero el miedo, en verdad, es de la muerte. Dios no quiere que tú vivas con miedo, miedo del futuro, miedo de envejecer, miedo de no tener lo suficiente, miedo de perder a alguien, etc.

Adán dijo que tuvo miedo porque percibió que estaba desnudo. Él se sintió avergonzado, éste es el origen del miedo. Adán fue consciente del pecado, y el resultado es la vergüenza. Todo comienza con la consciencia de culpa.

Dios había dicho a Adán que, si él comiese del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, el moriría. El acababa de comer y no había muerto, entonces ciertamente concluyó que Dios lo mataría. Este es el origen de todo miedo.

De todas las personas que el Señor dice en Apocalipsis 21 que van al lago de fuego, la lista comienza con los cobardes. La palabra "cobarde aquí sería mejor traducida como "miedoso, lleno de miedo. Eso está antes de todos, incluso antes dos incrédulos.

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8)

Pienso que deberíamos evitar hacer que nuestros hijos aun bebés se sientan avergonzados. Frecuentemente, nos gusta decirles: "¡Qué vergüenza!" Especialmente en relación al propio cuerpo, debemos mostrar que fueron creados de forma asombrosa y maravillosa. Creo que podemos educarlos y entrenarlos sin que se sientan avergonzados.

Es interesante que el árbol del conocimiento del bien y del mal no es llamado árbol del pecado o del árbol del mal, sino del conocimiento del bien y del mal. Ella es un tipo de ley, porque por la ley viene el pleno conocimiento del bien y do mal. Todas las veces que nos sentimos culpables y avergonzados, es porque comimos de ese árbol. Consciencia de pecado y vergüenza son sinónimos.

Pero ahora la promesa del Señor es que en lugar de la vergüenza, habrá doble honra. Este es el mismo pasaje que Jesús leyó en Nazarét y dijo que se cumplió en El.

EL SEÑOR TOMÓ NUESTRA VERGÜENZA

Una vez que a culpa es la vergüenza vinieron sobre nosotros, el Señor Jesús vino para llevar sobre sí nuestra vergüenza y deshonra.

Tanto Pablo como Juan y Pedro testificaron que en Él no había pecado (Heb. 4:15; 1Jn. 3:5; 2Co. 5:21). Hasta los enemigos, como Poncio Pilatos, tuvieron que reconocer que en Él no había pecado (Mt 27.24) Los soldados ya habían visto centenas y centenas de hombres crucificados, pero, delante de la crucifixión del Señor, testificaron que Él era el Hijo de Dios (Mt. 27:54). Cuando los demonios eran confrontados por Cristo, ellos siempre testificaban que el Señor era el Santo de Dios (Lc. 4:34).

Al fin, hasta Judas tuvo que testificar que Él era inocente. Judas anduvo con Jesús diariamente por tres años y medio y vio al Señor actuando en todo tipo de circunstancia. Ese mismo Judas lanzó fuera el dinero que habías recibido y declaró que Jesús era inocente (Mt. 27:3-4).

Nosotros acostumbramos decir que el Señor murió, pero eso no es correcto, pues Él dijo que nadie podría quitar su vida.

“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” (Jn. 10:17-18)

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