La Forma.

Relación entre Forma y Función.

La forma es parte fundamental en el momento de poder percibir las funciones de un objeto específico. Se desarrolla la idea propia de función, a su vez, logra ser aplicada a un objeto y percibida.

La variedad de funciones o función específica que posee un objeto o artefacto, y cómo logra comunicarlas por medio de códigos o mensajes, que son percibidos y apreciados, partiendo del significado de formas que posee coherencia formal. Es así, como decimos que todas las cosas materiales se manifiestan por medio de su forma: en el color, en la textura, en las líneas rectas o curvas, en lo bidimensional o tridimensional, por medio de los órganos de los sentidos. Cualquier fenómeno cultural está compuesto por formas, el cual transmite una variedad de mensajes visuales de acuerdo con su apariencia externa.

Aquí es importante destacar la estrecha y necesaria relación que hay entre los aspectos morfológicos (forma) y fisiológicos (función). Los objetos deben manejar formas coherentes en cuanto a los dispositivos que componen cualquier mecanismo, es decir, toda la variedad de piezas que conforman el mecanismo debe manejar un orden y acoplamiento entre sí, para actuar de manera coordinada. No solo debe haber sentido lógico en cuanto a la parte interna, también es importante lo externo y estético, es ahí donde decimos que gracias a una apariencia formal, un objeto puede comunicar su función, gracias a esos mensajes visuales, pongamos por caso un destapador de botellas, por medio de su forma aparente y estética, se logra percibir o apreciar la función que realiza, nos comunica cómo funciona, sin necesidad de un mecanismo como tal o un manual de instrucciones.

Teóricamente podemos cambiar la forma exterior del objeto cada vez que lo queramos, pero sin cambiar para nada la función. Sin embargo, los aspectos culturales y de tradición nos indican la generalidad de las formas de los objetos.

Expresión del material de la función.

La expresión es el resultado de la conformación y combinación de múltiples parámetros que le confieren a una forma su carácter, su personalidad. La expresión se manifiesta de diversas maneras según los materiales utilizados, la función expresada en el exterior, la ornamentación, la conformación de la volumetría, la incorporación de conceptos tales como: la tecnicidad, la escala, la organicidad, la racionalidad, etc.

La expresión está determinada por la incidencia de varios factores que se intercalan conjuntamente para determinar su configuración. En este trabajo el elemento de análisis será la materialidad, la relación indivisible entre el material y su expresión. La función como parte integrante de la expresión en donde, si queda manifiesta, la forma entonces tendrá mayor expresividad. Y por último lo artístico en cuanto a que la expresión está también determinada por la conformación de los elementos artísticos que se incorporan en la forma.

Forma: Visual, Real e Ideal.

La imagen como forma visual se ha constituido en una vía privilegiada para la relación que el ser humano tiene con el entorno. Considerada como soporte de la comunicación visual que materializa un fragmento del entorno óptico (universo perceptivo), y susceptible de subsistir a través de la duración, constituye uno de los componentes principales de los medios masivos de comunicación (fotografía, pintura, ilustraciones, esculturas, cine, televisión). A partir de la imagen descubrimos un espacio natural que pertenece a la realidad percibida o imaginada (ideal) ahora geométrico, calculable y controlable. Esto podemos verlo en los primeros registros rupestres. El hombre primitivo pintaba, dibujaba y grababa en la roca aquello que veía, fundamentalmente animales y escenas de caza. Desde su perspectiva la idea era representar por medio de trazos lo que un “testigo ocular” podría haber visto desde un determinado punto y en un determinado momento.

Así que, si bien en la prehistoria las imágenes en un principio comenzaron por imitar, sintetizar y simbolizar al objeto real percibido, poco a poco se fueron convirtiendo también en imágenes cuya función era representar la distancia que existía con su referente, y en las que, según fuera el grado de este distanciamiento, ofrecían distintas lecturas para la misma realidad representada. Antes habíamos indicado que en las imágenes prehistóricas ya había una intención de representar el movimiento, por esta razón aquellas primeras inscripciones rupestres también fueron adquiriendo otras conformaciones en las que se hacía referencia, por ejemplo, a la forma gestual que adquirían los animales y los humanos cuando estaban en las faenas cotidianas. Así que las representaciones del mundo fueron evolucionando en sus formas. La imagen dejó de ser un trazado simple sobre la roca para convertirse en una representación tridimensional fija y en movimiento, en las que se destacaban los distintos detalles expresivos del referente. La imagen en movimiento, por ejemplo, fue consecuencia técnica de la imagen fija y adquirió nuevas características en su representación que, aunque no veremos en profundidad, ampliaban las posibilidades expresivas para la representación de realidades.

Esta clasificación, digamos reduccionista, muestra las distintas etapas en las que se ha ubicado la imagen desde las épocas prehistóricas hasta hoy en día. Desde la forma analógica

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