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La Lógica de la Intervención del Estado

tiocolchicosido22 de Septiembre de 2014

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La Lógica de la Intervención del Estado

En la época moderna los gobiernos han mostrado interés en intervenir sobre el proceso económico.

La intervención del Estado en el sistema económico se ha dado prácticamente desde la aparición en cuanta organización social máxima de éste. Ya en la antigua Grecia, los Imperios Romano y Bizantino tenían un Estado interventor, lo mismo en la Edad Media. En un principio simples motivos políticos y militares llevaron a los gobiernos a participar en la producción (fábricas de armas por ejemplo) e intentar controlar las actividades comerciales. La época mercantilista se caracterizó precisamente por el excesivo intervensionismo estatal, denunciado posteriormente por los economistas clásicos.

La economía clásica y los fisiócratas pugnaron por el laisse faire que implica la nula intervención del Estado en los asuntos económicos, salvados los aspectos necesarios para la subsistencias de la sociedad, como era para asegurar la paz exterior e interior y la garantía de la propiedad.

A pesar de la propuesta de los clásicos, el Estado tuvo que intervenir en varios aspectos de la economía en el siglo XIX. Debido al impacto de la industrialización, los gobiernos (el inglés en primer lugar) tuvieran que intervenir para paliar las pésimas condiciones de trabajo de la clase obrera; la factory reform inglesa de la década de 1830 y 1840 limitó el empleo de los niños y las horas de trabajo diario y reguló el empleo de las mujeres, al tiempo que nombró inspectores de fábricas; la ley de salud pública de 1848 estableció normas que permitían la intervención del estado en este campo.

Con el surgimiento del estado de Bienestar, la intervención estatal se amplió considerablemente al campo de los seguros sociales y a la intervención en el mercado de trabajo.

Pero fue a partir de la depresión de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial cuando la intervención estatal se amplió de forma importante. El intervensionismo en las épocas de guerra y de depresión económicas amplió las funciones del Estado y aumentó el gasto público y aunque tras la vuelta a la paz cierno algunos gastos, nunca retornaban a su nivel previo.

En el periodo de entre guerras surgieron los controles del comercio exterior y las intervenciones en los mercados de divisas. En ese mismo periodo se difundió la teoría keynesiana que proponía la intervención del Estado en la economía, a través de la política fiscal y la política monetaria, para evitar la crisis de desempleo. Por último, en el periodo posbélico se difundió la participación activa en pos del desarrollo económico.

La provisión por el Estado de servicios y bienes públicos tiene una larga historia, sin embargo, es solamente después de la Segunda Guerra Mundial cuando se generaliza en Europa la convicción de que es el Estado el sujeto económico que debe impulsar el crecimiento económico. De este modo, durante los años sesenta y setentas se generó un protagonismo creciente del Estado en las actividades industriales de los principales países europeos, surgieron así las primeras manifestaciones de las "economías mixtas de mercado" que suponían que más del 16.5 % del PIB (Producto Interno Bruto) era generado por el Estado en la Europa de los setentas.

El Estado, como representante oficial de la sociedad capitalista, tiene que hacerse cargo del mando de la producción, pero básicamente de la administración de la industria y de todas las ramas de la producción para que esta ya no perteneciera a unos u otros individuos en competencia, sino por el contrario, estas ramas de la producción pasarían a manos de toda la sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos los miembros de la sociedad. Engels, advertía una tendencia hacia la rectoría del Estado sobre la economía nacional, como algo inevitable, una transición obligada hacia una forma de capitalismo de Estado.

La presencia económica y social de un aparato burocrático, fuerte, centralizado y social es un elemento constitutivo básico en la modernización capitalista, cuyas políticas estatales han afectado los mecanismos, modalidades y tasas de acumulación de capital, y los mecanismos de distribución de los frutos del progreso técnico contenido en la industria.

El intervencionismo estatal ha existido siempre y en todos los ámbitos de la vida pública y privada. De hecho, la actividad reguladora mediante normas jurídicas, al tratar de ordenar la vida social, ya es una acción intervencionista. Sin embargo, el término se usa para significar distintos casos en los que esa actividad es considerada por algunos sectores políticos y económicos como rechazable.

En el orden de política internacional, se denomina intervencionismo a los actos mediante los cuales un Estado trata de influir en la decisión de otro de forma no legítima, mediante el uso o no de la fuerza.

Dentro de la propia política interna de un Estado se entiende por intervencionismo a las acciones de la administración central encaminadas a limitar la autonomía política de otras administraciones territoriales.

En materia económica para el liberalismo, el intervencionismo son aquellas acciones del Estado mediante las cuales se condiciona la actividad económica del país mediante la regulación del mercado laboral, fijación de precios y salarios, control de política monetaria y mercado cambiario, nacionalización de determinados sectores financiero, industria pesada y, en general, que atribuye una amplia capacidad al Estado como productor de bienes y servicios.

STIGLITZ Y LA INTERVENCION DEL ESTADO EN LA ECONOMIA

El reciente anuncio de los premio Nóbel de Economía para este año ha servido ara destacar la importancia del trabajo de Joseph E. Stiglitz en el desarrollo de la economía de la información y sus análisis sobre las imperfecciones del mercado y sus implicaciones de política. En particular, la necesidad de que el Estado intervenga en el proceso de asignación de recursos y en el funcionamiento de los mercados. De la misma manera, se ha destacado también la crítica del autor tanto al llamado Consenso de Washington como a las recetas que del Fondo Monetario Internacional para superar la crisis económica de los países emergentes.

En las siguientes líneas se busca poner estas ideas de Stiglitz dentro de un contexto histórico y teórico que ayude a su mejor comprensión. Esto porque ellas son resultado de un largo trabajo del Premio Nóbel que llegó a su punto de mayor madurez en el umbral de los años noventa. Para esta época el autor consolidó una visión global del funcionamiento de una economía de mercado que denominó "nuevo keynesianismo", soportada por unos principios microeconómicos fundamentados en las consecuencias de la información imperfecta sobre el comportamiento de los agentes y de los mercados1.

La Economía de la Información Imperfecta

Muy brevemente, la información incompleta, desigualmente distribuida entre los agentes y costosa de adquirir, conduce a un comportamiento distinto al que tradicionalmente se conoce como el mecanismo de la oferta y la demanda. Los individuos se ven limitados en su racionalidad económica, deben destinar recursos a diferenciar, distinguir, clasificar a sus contrapartes en el intercambio de bienes y servicios, se ven a su vez incentivados a asumir un comportamiento estratégico fundamentado en el manejo ingenioso y ventajoso de la información privilegiada. El interés propio, motor de la actividad productiva y las decisiones económicas, es complementado por el oportunismo. Resultado: la calidad de los bienes y servicios depende del precio y del marco contractual que rodea las transacciones, la oferta y la demanda se hacen indiferenciables, los mercados generan desequilibrios, hay inercia en los precios y salarios, los consumidores y trabajadores son racionados en su acceso a los productos, al crédito y a los empleos, los inversionistas no encuentran mecanismos para protegerse de las contingencias que enfrentan sus decisiones. Al nivel agregado, esto se traduce en ciclos económicos, desempleo y producción deficitaria de bienes públicos2.

La economía de mercado se encuentra así seriamente limitada en su desempeño por la trinidad conformada por las imperfecciones en la información, en los mercados de capital y en la competencia3. Las implicaciones de esta trinidad sobre dicho desempeño se resume en los llamados "fracasos de mercado" y justifican la intervención estatal para "corregir" la asignación de recursos y los niveles y patrones de actividad productiva que ellos generan. Stiglitz lo expresó en términos muy precisos desde hace ya veinticinco años: una economía de mercado con estas características viola los principios de la Economía del Bienestar al no dar espacio para mejorar a algunas personas sin desmejorar a otras. Se requiere entonces de la intervención selectiva del estado si se desea un incremento en el bienestar de la población ante la imposibilidad de conseguir este resultado a través del libre juego de la oferta y la demanda4.

En muchas ocasiones Stiglitz

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