La Mas Bella De Las Artes

LOS TOROS VISTOS DESDE EL REDONDEL.

“De las más bellas de las artes, es el arte en movimiento, es la fiesta Brava”

J. Sabina.

¡Asesinos, asesinos! Son las primeras palabras que logro escuchar al acercarme a la entrada principal de la plaza de toros; mientras para mi es un placer asistir a la fiesta brava ante los ojos de aquellos manifestantes parezco ser un homínido no evolucionado.

Según la teoría de Darwin todas las especies evolucionamos. En este proceso hemos sido compañeros de todos los habitantes del planeta y establecimos diversos vínculos con las demás especies, en concreto con los animales a los que usamos como mascotas, alimentos, vestimentas y también como recreación entre otros tantos usos que se les da.

De acuerdo con Dolores Palacios (2004) desde el año 711 en España ya se practicaba algo parecido a lo que conocemos hoy como la tauromaquia. En México esta costumbre se remota al tiempo de la conquista española; ese tiempo que implicó la combinación de culturas y que terminó por desarrollar la propia de los mexicanos. Pero fue hasta 1816 en que esta expresión taurina hizo sus propios reglamentos con respecto a la lidia, las suertes e instrumentos convirtiéndose en una “tradición Reglamentada” (Velázquez 2011).

Desde ese entonces y hasta ahora la tauromaquia no ha tenido grandes cambios en su forma más pura de realizarse, cuestión que hoy la lleva a ser duramente criticada por sus detractores pues dicen solamente las personas irracionales, sin sentimientos ni compasión pueden gozar al ver la tortura del toro hasta su muerte.

Mientras ellos me tachan de insensible yo les pregunto ¿Por qué no somos congruentes? ¿Por qué atacar la corrida de toros mientras miles de animales son sacrificados para consumir su carne o sus pieles? Y ¿Qué opinan de todos los deportes practicados con animales? ¿Qué piensan de la pesca deportiva, la caza deportiva, las carreras de caballos? ¿Acaso en esos eventos no existe la crueldad hacia los animales? Lamento decirles que sí, en esas otras actividades si que existe el sufrimiento animal. Y quizá este sea peor que el que sufre el toro, pues el toro vive 4 años (mínimo) antes de ser elegido para la corrida. En ese tiempo es alimentado y cuidado celosamente por los ganaderos, no es toreado ni una sola vez y se le mantiene en espacios abiertos para que pueda andar de un lado a otro ¡Es libre! condiciones que no tienen los cerdos, pollos o vacas en las granjas donde lo que importa es que alcancen el peso para poderlos sacrificar.

Sin embargo miles de argumentos nos tratan de asegurar que los aficionados al toreo somos una “raza inferior” que solo se dedica a lastimar al animal. Lo que me hace pensar y llegar a esta otra pregunta ¿será que de verdad conocen en que consiste el arte del toreo? ¿Alguna vez han asistido a una plaza de toros a ver el espectáculo? ¿Se puede criticar lo que no sé conoce?

Regularmente los aficionados vamos a la plaza de toros no para disfrutar del maltrato animal, ni de la muerte del toro o esperando ver la muerte de algún torero, nosotros disfrutamos de un espectáculo, donde se hace presente un cúmulo de emociones y sensaciones que solo nos puede otorgar la fiesta y sus faenas, es un ritual en el que lo que nos interesa es la defensa del toro, su manera de embestir, la manera en la que esta defendiendo su vida ante el torero que también defiende la suya. Si estos elementos no existieran entones si que seriamos unos bárbaros pues seria solo asistir a un espectáculo de carnicería.

Francis Wolff (2010:8,9) nos lo explica de esta manera: “El sentido, la esencia y el valor de la corrida descansan sobre dos pilares: el primero es la lucha del toro que no debe morir sin haber podido expresar, de la mejor manera, sus facultades ofensivas o defensivas; el segundo pilar, simétrico del primero, es el compromiso del torero, el cual no puede afrontar a su adversario sin jugarse la vida. Ninguna corrida tendría interés sin ese permanente riesgo de muerte del torero”.

Los toros de lidia son una raza especial que biológicamente está mejor armada para soportar el dolor y que en su naturaleza está el atacar. El toro jamás huye, enfrenta y vuelve a atacar y esta reacción es completamente normal, esto es lo que permite la lidia, el toro bravo siente dolor, y ese dolor lo impulsa a seguir atacando y lo hará ante cualqui

er figura que le represente una amenaza. Muchos dirán que la lucha es desigual, y en efecto tienen razón la lidia no es entre iguales; pero ambos contrincantes tienen sus armas de pelea. Como lo menciona Wolff (1989) El combate en el ruedo, aunque sea fundamentalmente desigual, es radicalmente leal. Tiene, que ser con el respeto de sus armas naturales, tantos físicas como morales. El hombre debe esquivar al toro, pero de cara, dejándose siempre ver lo más posible, situándose de manera deliberada en la línea de embestida natural del toro, asumiendo él mismo el riesgo de morir. Sólo tiene el derecho de matar al toro quien acepta poner en juego su propia vida. Un combate desigual pero leal: las armas de la inteligencia y de la astucia contra las del instinto y la fuerza.

La muerte del toro es el final de la corrida es el climax de esta lucha. Sin embargo la muerte del toro está llena de simbolismos para nosotros significa la lucha y la derrota ante la estocada final; ahí están en el ruedo ambos contrincantes frente a frente uno deberá morir y se demuestra la supremacía del hombre y la inteligencia, ante

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