La calle es mia

                                                     ¡LA CALLE ES MÍA!

Jonathan Álvarez Mora

Mónica Andrea Calderón

Diana Herrera Bernal

Yudy Ballesteros Sánchez

Diego Moreno Angarita

Bajo la sombra de un semáforo, se inicia una presentación artística, tomando como escenario la vía pública, con el fin de tener recursos, esos dos jóvenes; un extranjero proveniente de Suramérica, y su compañera de lucha de nacionalidad colombiana, y quienes juntando sus talentos para deleite de los peatones que cruzan la calle, y en especial de los automóviles que se detienen atendiendo y acatando la luz roja del semáforo hacen una parada de aproximadamente 30 segundos.

En cada cambio de semáforo, diferente público los observa a través del panorámico del auto. Minuciosamente algunos conductores observan del espectáculo y el carnavalesco acto que se da en la vía, mientras que otros lo ignoran. Además de un fin lucrativo, buscan brindar un mensaje significativo con ese corto lapso de distracción, con la idea de cambiar el ánimo de las personas que transitan por allí.

¡La calle es mía! La uso como un espacio de trabajo.

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Sin llegar a calcular cuantas personas pueden deleitarse con este show brindado por los jóvenes artistas, sin importar el clima o el riesgo que corren al efectuar sus acrobacias, en cada muestra de talento humano, actúan con la fuerza y energía como si fuera el primer acto del día. Es la potencia, y la personalidad que poseen o dan a conocer en cada acto, hasta que este nuevamente este cambie a verde, y ellos reciban en algunas veces un reconocimiento económico por su arte.

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Algunas calles más abajo, un despampanante e interesante imagen aborda la atención de las personas que con diferente destino, se mueven con esa agilidad cotidiana ya sea para el trabajo, la universidad, el colegio, alguna cita romántica, o sencillamente el regreso a casa después de todas las diferentes actividades de rigor que hoy en día se manifiestan debido al ritmo de vida que se maneja.

Manuel Pérez un ex-combatiente del ejército, plasmó durante tres días algunas memorias de su vida como militar, con el fin de expresar el repudio hacia la guerra interna que y algunos afectados. Este retirado soldado, había permanecido durante diez años en el municipio de Ituango, situado al norte de Antioquia. En esa región que durante los años de los 90 fue epicentro de los duros combates entre el Ejército, los paramilitares, y las FARC. Manuel  había sobrevivido a las diferentes guerras, atentados y enfrentamientos que se presentaban en esta región, donde había una fuerte disputa entre los paramilitares y las FARC por obtener el control de los cultivos de coca y amapola.

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