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La importancia de las humanidades


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  2.895 Palabras (12 Páginas)  •  214 Visitas

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La intención de este ensayo consiste en reflexionar entorno a la importancia de las humanidades en la formación académica universitaria, se formula desde el punto de vista teórico las perspectivas y posibilidades del humanismo, en la Sociedad del Conocimiento. En tal sentido, en la actualidad la Universidad colombiana, vienen gestando un proceso fuerte que apunta a convertirla en una institución pertinente y de alta calidad. Situación que nos lleva a pensar seriamente a los docentes y sobre todo a crear comunidades de indagadores desde las aulas, desde la formación del pregrado, desde el ejercicio del humanismo, desde la lectura y la escritura como preámbulo de la investigación formativa que contribuya al desarrollo del mencionado proceso.

Todos sabemos y lo hemos repetido muchas veces, que la forma más importante del hacer universitario es la investigación, la lectura y la escritura. Gracias a estas habilidades se puede avanzar en cualquier tipo de indagación. Por lo tanto, es un deber de todos, incorporar en la estructura académica las asignaturas de humanidades que permitan al estudiante universitario, no importa el nivel que se encuentre, asumir un compromiso mayor con sus aprendizajes y que redunde en un mejor desempeño como persona, como individuo competente capaz de expresar sensibilidad ética y estética, y sobre todo, que contribuyan en la formación de un nuevo ciudadano participativo como lo señala la Constitución Política del país.

De acuerdo con lo planteado hasta ahora, es preciso recordar, que el acercamiento del hombre a la verdad consiste en un proceso que se hace desde el lenguaje y mediante el intercambio comunicativo con los demás seres sociales. El hombre se relaciona con el mundo no como una conciencia aislada, lo hace desde una comunidad de hablantes, que reciben saberes de otras comunidades distantes en el tiempo y el espacio. Por tal motivo, el mundo del que se ocupa el hombre le viene temporalizado por el lenguaje, y por ello, todo discurso ha de ser un ir y venir a través del lenguaje, es decir, un diálogo.

Tenemos, entonces, que sin el conocimiento teórico y la sabiduría práctica, no es posible formar una verdadera cultura académica comprometida con la investigación, como lo sugiere Charles Sand Pierce. De ahí que, la universidad colombiana no puede ser otra cosa que una comunidad de buscadores, al servicio del humanismo. En ella por encima de todo, se debe enseñar a pensar cooperativamente y a pensar por sí mismo, donde discrepar o disentir no sea visto como una actitud de amenaza sino como un ejercicio de racionalidad práctica que contribuya a la consolidación de una nueva democracia, más abierta e incluyente.

La Universidad, pues, ha de enseñar a pensar, pero ha hacerlo mediante el diálogo, el debate abierto, ha de educar a las personas a ser capaces de defender sus conocimientos, creencias, presentando razones y teniendo en cuenta los argumentos de los demás. Por lo tanto, es tarea fundamental de los humanistas transformar la academia en una comunidad pertinente, conformada por argumentadores éticos, en la que cada cual se esfuerce por presentar sus tesis, siempre en procura de alcanzar acuerdos comunitarios a través de la comunicación, es decir, logrados solamente, con la fuerza de sus argumentos.

Todos sabemos que una comunidad académica de alta calidad y pertinencia institucional, no se construye de la noche a la mañana; se necesita planear a mediano y largo plazo; buscar alternativas viables que permitan superar nuestro atraso ancestral en investigación y sobretodo, no quedarnos en la programación de simples seminarios y diplomados, como ocurre en la actualidad. Es preciso gestar una amplia política académica que redunde en la capacitación en maestrías y doctorados, con énfasis humanista para todos los docentes.

Colombia, según un informe del Compes, es uno de los países latinoamericanos con los peores porcentajes de doctores entre los profesores universitarios. Se sabe que algunos países europeos tienen hasta el 80 %, cuba el 35 %, los Estados Unidos y Canadá 70 %, Japón un 90 %, mientras que en Colombia, sólo el 1.7 por ciento de los docentes tienen doctorados. Estadística que contraste con Latinoamérica, que es del 9 %. Ahí, radica, el desprecio por la teoría y por toda forma de conceptualización, eso explica, porque no existen muchas comunidades de investigación académica en los ambientes universitarios.

La reconstrucción del país es tarea de todos y contribuir a pensar una nación distinta a la que nos ha tocado vivir, debe ser también, una tarea colectiva. En tal sentido, las cátedras de humanidades presentes en el currículo deben abrir el espacio para la discusión en torno al modelo de democracia que requiere Colombia, sin eludir el debate abierto, la confrontación ideológica, la diversidad crítica y sus implicaciones éticas.

Colombia tiene una sociedad desgarrada por violencia, la corrupción, la irracionalidad ideológica y la indiferencia de sus dirigentes y lo que es peor, educada por burócratas de la educación, insensibles ante cualquier propuesta humanista, seudo-educadores alejados de la indagación y de la investigación. Es preciso reconocer, que el incremento en los niveles de pobreza, de violencia, de la corrupción no sólo impide al Estado defender los Derechos Humanos, consagrados en la Carta fundamental sino también modernizarse y por supuesto, cumplir el precepto constitucional garantizar el progreso para vivir en paz.

Estamos convencidos, que es por medio del diálogo, la acción comunicativa, la argumentación. Y el humanismo, como se lograran los acuerdos básicos que harán posible una nueva sociedad, fundamentada en la justicia social. Por eso debemos asumir, que el salto al futuro, sólo es posible investigando la razón de nuestro atraso y superando las dificultades de nuestro contexto sociocultural.

Todos coincidimos, en la urgencia de crear una cultura de investigadores que desde el aula se proponga hipótesis pertinentes que contribuyan al logro de una visión compartida: una Universidad dialógica, constructora de paz y de progreso. Es vital comprender, que tal cultura de investigación, requiere de una política clara en la producción intelectual, de impulso a las publicaciones como modo de difusión del pensamiento y sobre todo el reconocimiento del potencial creativo que generan las humanidades como áreas de investigación.

No olvidemos, el país a partir de la Constitución Política de 1991, la Ley General de la Educación y la Ley 30 de 1992, se comprometió en mejorar en forma sustancial sus bajos niveles educativos; con el firme propósito de convertir ésta nación, en un país pacífico, prospero y sobre todo, democrático.

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