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La intolerancia, por definición práctica

Gedan16 de Octubre de 2014

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La intolerancia, por definición práctica, es una fantasía que alimenta el intelecto hasta convertirse en una aptitud mental que poco a poco brota del inconsciente para transformarse en una postura irreconciliable frente a hechos concretos de la vida real

La intolerancia tiene sus orígenes en el fanatismo religioso del catolicismo, que en su arrogancia de adueñarse de la intelectualidad del Dios creador, eliminó todo aquello contrario a la sumisión católica, e impuso un dogma de comportamiento entre las relaciones humanas, que en un grado superior de intolerancia, adoptaron judíos y musulmanes en lo que se ha llamado fundamentalismo.

En el aspecto político, la intolerancia ocupa el segundo grado en la escala de valores que conllevan a una autentica revolución.

El primero es la frustración, como una aptitud mental enquistada en el subconsciente por efecto del despotismo, cesarismo, arbitrariedad, hegemonía, abuso, injusticia, avasallamiento, crueldad, atropello, sometimiento, sujeción e iniquidad, que sembró en el colectivo un sistema político electoral característico de las democracias representativas enquistadas en las cúpulas políticas, que degeneran los valores de la democracia a un despotismo presidencialista como un subterfugio hacia una dictaduras de partidos… y en tercer lugar en la escala de valores, encontramos la sumisión, como un estado mental transitorio, que desbordará en una anarquía explosiva de imprevisibles consecuencias, si la revolución no está a la altura de dar respuesta a los problemas que conllevó la insurrección política, o no tuvo la honestidad y la inteligencia de llenar las expectativas del colectivo; bien sea por el carácter autoritario y fascista del Jefe de Estado, o por una revolución caracterizada por la omnipotencia, totalitarismo, opresión, absolutismo, coacción, imposición, dominación, caudillaje, y principalmente por la corrupción y la injusticia que tienden a incrementarse en los gobiernos despóticos, si el gobernante no tiene la habilidad y la sabiduría de hacer los correctivos a tiempo… De allí las sabias palabras del Libertador:

“Si hay una violencia justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos y, por consiguiente, felices; y no hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y perfeccionar su suerte… Las revoluciones populares son contagiosas en grado superlativo… La revolución popular es impredecible y tan indócil como el viento”

Simón Bolívar

“La justicia es la reina de todas las virtudes… Si no hay un respecto sagrado por la patria, por las leyes y las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo; es un conflicto de hombre a hombre”

Simón Bolívar

La intolerancia arrastra consigo la impaciencia, como otra de sus nefastas particularidades, que conllevan inefablemente a la improvisación, la indisciplina y la mediocridad; tal es el caso de las posturas intolerantes de los dos bandos en adelantarse a dictaminar sentencia cuando el juicio apenas se está iniciando. Cabe destacar que existen cuatro posturas o hipótesis del asesinato: son responsables los indiciados, son inocentes, la versión de una extorsión comandada por el fiscal que se revirtió en su contra con la complicidad de la DISIP, o una cuarta que surgirá durante el juicio, que pudiera involucrar la CIA estadounidense… Como podemos ver, se trata de un juicio largo y complejo, y donde imputar a los autores intelectuales no es sencillo, dado el poder que ostentan para manipular y tergiversar todo lo relacionado con el tema: espacios de opinión ilimitados, desplegados en prensa escrita, foros, incidencia internacional y miles de millones de dólares para comprar conciencia; por su parte, el gobierno hace lo suyo colocando todo el poder judicial y policial al servicio del esclarecimiento del caso…

…y en medio de este juicio emblemático que pone a prueba la justicia revolucionaria, se suceden dos hechos de extrema intolerancia

LA TOLERANCIA: ENTRE TRAMPAS Y DEMANDAS

Dr. Manuel Calviño

Facultad de Psicología. Universidad de La Habana. Cuba.

El tema de la tolerancia se inscribe en diversos discursos sociopolíticos y sociopsicológicos contemporáneos. Si bien las bondades de la tolerancia como esquema actitudinal son bien reconocidas, en ocasiones se pierden de vista las trampas que ella misma genera en relación al comportamiento humano. En el trabajo se somete a análisis el concepto así como sus implicaciones actitudinales y su connotación ética.

Intentaré para comenzar, describir algunas de las connotaciones y denotaciones fundamentales de LA TOLERANCIA:

1. Forma de comportarse una persona o grupo social que soporta sin protesta un detrimento inferido a sus derechos.

2. Desviación máxima permitida de lo que está establecido.

3. Regla de comportamiento que supone el dejar a cada uno la libertad de expresar sus opiniones.

4. Manera de obrar de una autoridad que acepta en dependencia de cierto interés.

5. Capacidad de asimilar influencias noscivas sin producir reacción de rechazo.

6. Cualidad de algunas personas para coexistir con lo diferente sin perjuicio de su individualidad.

7. Indulgencia, condescendencia.

8. Flexibilidad.

Una mirada al contenido de las representaciones antes señaladas, nos permite comprender la afirmación de Hoffding de que tolerancia es una mala designación de una cosa bella, o la posición radical de Boutroux que decía no me gusta la palabra tolerancia. Y es que en cierta medida, la tolerancia supone ciertos contenidos de valor emocional negativo asociados a la sumisión, la resignación. Tolerancia es también aguante, resistencia estóica y pasiva, y es una suerte de doble moral que se instala en el sistema de relaciones entre sujetos, grupos, instituciones, etc.

Junto a ésta, otra subtrama de la tolerancia irrumpe con un clima de dimensión emocional antitética. Así se afirma, como lo hace Trublet, que la tolerancia es superioridad, o que la indulgencia del hombre tolerante es su camino hacia Dios. Resaltan entonces los contenidos emocionalmente positivos asociados a connotaciones éticas.

Resulta entonces que La Tolerancia tomada de conjunto, instituye una representación contradictoria que desde una visión acrítica, podría desembocar en un patrón de referencia comportamental cuando menos errático, en los diferentes ámbitos de la vida de la sociedad, los grupos y las personas. La noscividad de la intolerancia es generalmente bien reconocida. Así mismo sucede con un llamado exceso de tolerancia. Sin embargo, parecen ser menos claras lo que en otras ocasiones he llamado las trampas de la tolerancia y que requieren de un llamado de alerta.

La trampa de la resignación.

Tolerancia supone: alguien que debe tolerar, alguien o algo que debe ser tolerado, y un motivo para ser tolerante. Es precisamente en el "motivo de tolerancia" donde podemos encontrar la trampa de la resignación, que consiste en la asunción de una estrategia comportamental en la que se considera inútil cualquier intento de modificación de la situación (fenómeno también denominado "desesperanza aprendida" ), o se hace una lectura de la situación que favorece la actitud pasiva suponiendo que el intento de modificación seria una ruptura de los vínculos de compromiso y responsabilidad.

La trampa de la resignación tiene que ver sobre todo con el sujeto puesto en situación de tener que tolerar algo. Aquí, con mucha claridad, se manifiesta esa connotación de la tolerancia como el "tener que soportar"- es mejor dejarlo así; pudiera ser peor; es una prueba; no es el momento-. Se expresa comportamentalmente en diversos ámbitos y sus consecuencias son, por sólo considerar el nivel del individuo, la apatía y el desinterés, la despersonalización y la ausencia de un real compromiso individual, el formalismo y la ausencia de reflexión critica. La palabra tolerancia - decía Prat - implica demasiado a menudo en nuestra lengua la idea de cortesía, a veces de lastima, a veces de indiferencia; es tal vez causa de que la idea del respeto debido a la libertad de pensar se falsee en la mayoría de los espíritus.

La asunción de tal actitud tolerante se ve favorecida por algunos factores entre los que se encuentran: el modo y el lugar desde donde esa tolerancia es demandada, las peculiaridades psicológicas del sujeto, la importancia de aquello que ha de ser tolerado, los interéses complementarios asociados, y otros.

La trampa del inmovilismo.

De particular interés resulta el tema del riesgo de adaptación reproductiva de la tolerancia, instituyente de los que denominamos la trampa del inmovilismo. Intentaré una aproximación al asunto desde mi representación profesional.

La trampa del inmovilismo está en que la tolerancia supone que los niveles de conflicto, de contradicción, disminuyen. Disminuye así la sensación de displacer asociada al conflicto. Luego de ciertas concertaciones, la tolerancia ha permitido un acuerdo que puede estar ubicado, generalmente es así, en los niveles más superficiales que caracterizan la situación, y he aquí que la tolerancia puede devenir acomodamiento. Contribuir a la resistencia al cambio.

La trampa del poder.

De todas las trampas que la tolerancia supone, a mi juicio, la más peligrosa y de efecto más nosciva (quizás porque incluye a las anteriores) es aquella que tiene ver con la perpetuación del poder. Hablo, con Foucault, de ese modo de ejercer el poder que tiene que ver con la exclusión, la represión, la censura, sea no sólo con intensiones tanáticas,

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