La ética como persona

La ética como persona:

En los fundamentos de la ética se expresa que los seres humanos son libres en sus actuaciones y comportamientos, y como tales, deciden proceder a su juicio, haciendo el bien o el mal al prójimo. La ética como persona está presente en cada momento de la vida y en cada paso que se da. Es por ello tan importante que los seres humanos conozcan “el bien”, para no sobrepasar los límites de respeto hacia el otro, de tal forma que no se termine afectando el bienestar de las otras personas, olvidando el significado de lo que es una persona, por querer quizás, sobreponer los intereses propios o individuales.

La ética como persona es la más importante, ya que indistintamente de la profesión que desempeñe una persona y hasta en la situación más simple, que pueda parecer insignificante, los seres humanos se dan a conocer como lo que son y dejan ver si poseen esa ética que tanto pide la sociedad, o no.

Cuando se habla de una persona ética, se habla de una personas que sabe y logra controlar sus deseos y emociones, que deja de pensar en defender sus intereses y se convierte en un ser justo que busca un beneficio colectivo.

La ética en la empresa:

De acuerdo a lo mencionado en el título anterior, la ética como persona finalmente viene a reflejarse en el mundo empresarial, pues todo aquello que compone al ser humano, sale a flote en todas las prácticas que lleva a cabo, sin ser esta la excepción.

El propósito de toda empresa es crecer en el mercado, aumentar sus ingresos y por ende, sus utilidades. Sin lugar a dudas cualquier empresa lo puede lograr, sin embrago, lo que hay que tener en cuenta, son los medios que utiliza para lograr tal fin. Lo anterior lleva a suponer que siempre se aplican las buenas prácticas empresariales en todas sus actuaciones, y que son gracias a ellas que se puede lograr el éxito tanto al interior de la organización, como en el exterior de la misma.

Para garantizar el crecimiento y mantenimiento de una empresa, se hace necesario poner en marcha las buenas prácticas organizacionales, pues de ello dependen unas relaciones duraderas con los clientes, basadas en la confianza. En la medida en que se actúa con ética y el cliente recibe lo que realmente se le ofreció, ya sea cliente interno o externo, se pueden lograr dos cosas importantes: la satisfacción del cliente y una eficiencia en los procesos, repercutiendo en un beneficio colectivo, ya que la empresa funciona sistemáticamente y en equipo.

La ética en la Calidad

En la calidad, como en cualquier otro ámbito, no deja de ser necesario tener ética para el desarrollo de las actividades.

Si como empresa o funcionario se piensa en

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