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Persona Etica


Enviado por   •  24 de Febrero de 2013  •  2.180 Palabras (9 Páginas)  •  372 Visitas

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Sobre la existencia de la ética

Sin libertad la ética es imposible. La libertad humana abre la actividad práctica humana a la ética . De ahí que negar la libertad conlleve negar la ética. En esa apertura el hombre mejora o empeora. Sin ello, no habría ética. Pero mejorar o empeorar algo suyo indica que la persona puede sacar partido de su naturaleza, y que, en consecuencia, es superior a ella, a la par que irreductible a la misma. O si se quiere, si cada hombre es irreductible a la humanidad, es capaz de ser cada vez más hombre.

Sólo eleva su naturaleza (ética) quien la trata como naturaleza de la persona y para lapersona. La naturaleza crece cuando entra en contacto con lo superior a ella. Lo superior a ella es la persona. Por eso la naturaleza humana crece especialmente cuando en el trato con los demás no perdemos de vista que son personas y que también nosotros lo somos.

¿Y si no se crece humanamente? Se pierde el tiempo , se pierden las capacidades de la naturaleza humana, y se pierde uno mismo. Se pierde el tiempo, porque crecer no es sólo ahorrar tiempo sino ganarlo cada vez más. Se pierden las capacidades de la naturaleza humana, porque éstas quedan inéditas, es decir, no se saca de ellas el partido que puede sacarse en orden a su fin. Se pierde, en fin, uno mismo, porque la naturaleza humana está hecha para actuar, siendo la omisión corrosiva para ella. Pero perder culpablemente la naturaleza es responsable y, por ello, personal. Esa culpa personal recae sobre uno. Por eso es uno el que se pierde. Crecer en humanidad: en esto consiste precisamente la ética.

Pero ¿es el hombre un ser ético? La cuestión es actual hoy, y lo es desde hace tiempo, porque ya en el siglo pasado fue puesta en duda la índole de la ética. Para autores contemporáneos (filosóficamente hablando) como NIETZSCHE, la ética no es nada natural del hombre sino un invento, algo artificial creado por los débiles para atemorizar a los fuertes y evitar que estos opriman a aquellos.

A lo primero que hay que hacer frente, por tanto, es a aquellas doctrinas fundamentalmente modernas y contemporáneas que niegan la existencia de la ética. La crítica de estas teorías no es difícil, pues no se puede negar la ética sin suponerla. En efecto, defender que “la ética no buena” ya es una valoración, y por tanto, ética. En el caso del autor arriba citado, sostener que la moral tradicional es mala implica una valoración previa acerca del bien y del mal que no se ha cuestionado temáticamente.

Negar la ética es decir, también, que el comportamiento humano es meramente positivo o empírico. Esta opinión desconoce que el hombre es un sistema abierto, que ninguna de las alternativas es necesaria, que ninguna de ellas determina al hombre, y el decidirse por una u otra, de un modo u otro, es libre, y por tanto, responsable, ético. Lo ordinario, sin embargo, no es una crítica tan radical a la ética, a su existencia, sino una crítica a alguna de sus bases. Los errores teóricos en esta materia (los prácticos lamentablemente los cometemos todos diariamente) también se dan por defecto. Estos reduccionismos hacen girar el peso de toda la ética sobre uno de sus componentes o partes integrantes. Para poder rebatirlos necesitamos saber qué sea la ética -otros la llaman moral- y cuáles sus componentes.

¿Qué es la ética?

La vida humana nos la han dado, pero no hecha. El hacerla conlleva una tarea. Pues bien, la ética se deduce de tomar la vida humana como tarea. Tarea indica esfuerzo. No es ético, pues, el pasivo, el que se duerme en los laureles, el que no saca partido de su vida, el que, en lenguaje aristotélico, se queda en potencia y no se actualiza, el que es como el hombre dormido. Tarea implica asimismo meta, fin. La tarea de la vida sin tener como fin la felicidad sería absurda.

El motor de la ética, por tanto, es la felicidad. Pero sin bienes mediales, que precisamente por ello lo son en orden al fin, sin normas de actuación, que iluminen el camino que acerca progresivamente al fin, y sin virtudes que fortalezcan la tendencia de la voluntad en orden al fin, la felicidad es inalcanzable. De ahí el papel central de éstas bases. Por eso, el que sólo busca posesiones prácticas, o pasarlo bien (sociedad del bienestar) se castiga a la infelicidad.

Vista desde la antropología, la ética es el modo de conducirse del hombre; el estudio del crecimiento del hombre como hombre; el modo según el cual lo personal se manifiesta en lo natural. Pero dado que lo natural humano es lo humano abierto por la libertad humana, “la ética es la ciencia que considera al hombre como sistema libre”. Sólo la persona humana eleva su naturaleza, su humanidad, siempre abierta a crecimiento irrestricto. Por eso, no cabe ética al margen de antropología. A la par, la ética que se fragua depende del hombre que se es.

Suele describirse la ética como “la parte de la filosofía que estudia la moralidad del obrar humano”, esto es, el estudio de los actos humanos en cuanto que son buenos o malos. A lo largo de la historia se vincula la ética o sólo a bienes, o sólo a normas o sólo a virtudes. En síntesis, se la reduce o sólo a la búsqueda de algún bien real, o sólo al conocimiento del mismo, o sólo a la inclinación de voluntad hacia éste, a quererlo. En ningún caso, y es la denuncia clave de K. Wojtyla, se relaciona la acción humana con la persona (Persona y acción).

Por lo demás, la ética no se puede desvincular de los bienes, de las normas y de las virtudes, siendo la acción humana el engarce de esas dimensiones. Por tanto, la ética es ese saber humano, vivido, acerca del hombre mismo que hace referencia a la acción humana en tanto que en ésta se entretejen los bienes reales, las normas presentadas por el conocimiento y las virtudes de la voluntad. Como ese saber a ese nivel no es sólo teórico sino connatural a la propia vida del hombre, la ética es la expresión del núcleo íntimo de la vida personal en la esencia humana.

El bien

El término «bien» está cargado de toda la historia de la reflexión humana. Por consiguiente, su uso encierra dificultades, sobre todo porque es más fácil despertar con él emociones que mover a argumentaciones. Se refiere a una cosa, acción, o a un estado de cosas (situaciones) de carácter positivo en el mundo; "positivo" se refiere a la persona afectada, a la que el observador quiere designar, a todas las personas en situaciones semejantes; “en el mundo” no indica necesariamente el cosmos, sino lo objetivo, lo real, lo no fantástico. Incluso algunos cambios internos al sujeto humano pueden ser objetivos: por ejemplo, perder una cierta actitud para con una persona, aprender inglés, etc. Así pues, este término indica algo que tiene que ver con un posible cambio, tanto si éste acontece al agente como si es provocado por él. En este último caso hablamos de obrar entendiendo con ello la capacidad de introducir cambios en el mundo contrapuesto al sujeto agente, incluso cuando él actúa sobre sí mismo.

En el obrar general del hombre es preciso introducir una nueva división; el hacer (poiesis, facere) y el obrar en sentido estricto (praxis, agere). El primero se refiere esencialmente a la acción que se dirige a objetos no humanos (o no considerados como tales), mientras que el segundo tiene como objetivo del cambio a una persona humana o sus capacidades. Así, para Aristóteles, el obrar consistía sólo en la acción política y comunicativa del ciudadano libre, diferenciándose del hacer, es decir, de la actividad del esclavo.

El bien moral es, por consiguiente, el que puede desear un hombre, considerando su naturaleza en absoluto; es el bien que se refiere al desarrollo de la persona como persona, a la búsqueda de la felicidad a largo plazo, a la expresión plena de todas las capacidades humanas. Por eso, los bienes morales son sólo una serie en el conjunto de bienes humanos, la serie que contribuye a la autodeterminación hacia el fin del hombre, al despliegue de su estructura más profunda. El bien moral se realiza en el espacio y en el tiempo, pero es una realización absoluta ligada a la dignidad de la persona. El bien es lo primero que se capta Y lo último que se realiza.

El mal

El mal es la situación que experimenta el hombre como contraria a una positividad concreta (el bien), que resulta ausente, a pesar de que podría y debería resultar presente. Como tal, el mal es desde siempre el problema del hombre. Las culturas han intentado durante siglos ofrecer diversas explicaciones de la presencia del mal en el mundo del hombre: teológicas, mitológicas, filosóficas, cósmicas, antropológicas, sociales o sociológicas, científicas, etc" hasta llegar a pensar en la presencia simultánea del bien y del mal como divinidades, como realidades presentes en el hombre debido a un acontecimiento primordial (los dualismos de las filosofías y de las visiones religiosas); se ha intentado conciliar la presencia del mal con la afirmación opuesta de la existencia de Dios; o bien se ha atribuido el mal a la condición oscura y misteriosa del alma humana, viendo en la búsqueda del bien la finitud angustiosa del hombre que vive una vida inauténtica y absurda, cuya única perspectiva verdadera es morir a esa existencia (existencialismo).

La Biblia sigue un recorrido alternativo : excluye a priori que el mal pueda tener origen en Dios, que es un Dios de amor y de bien: Dios ha creado el mundo y - al hombre sin el mal; la razón de ser de este mal se encuentra, por el contrario, en la condición creada, pero degenerada, del hombre que ejerció de manera profundamente equivocada su condición de criatura libre. La etiología de Gn 2-3 afirma que todo el mal del hombre y su misma inclinación a obrar el mal tiene su fuente en el pecado del hombre; a partir de aquí se difundió en todos los hombres, haciéndolos destructibles y presa mortal del pecado (Rom 5,12), es decir, suscitando la situación universal y objetiva del mal.

La responsabilidad primaria de todo esto no recae tanto sobre el hombre, sino sobre otro personaje, persuasivo y maligno, del drama de los orígenes, que la misma Biblia interpretará como responsable principal: es Satanás, adversario de Dios y del hombre. Por eso es juzgado severamente por el poder de Dios, a quien está totalmente sujeto (Gn 3,14ss; Sab 2,24). Y mientras que para el hombre el mal se transforma, por obra de Dios, en ocasión de salvación, para aquel otro sujeto del drama, misteriosamente, no se manifiesta en la revelación ninguna posibilidad de redención y de perdón. Si ésta es la situación del hombre, a Dios se le ve, por el contrario, como Aquel que a disgusto permite (el misterio de la permisión del mal) que se dé lugar a esta degeneración de su creación (un riesgo que, por otra parte, es intrínseco en la creación del hombre libre), pero que con su intervención produce en el hombre la conciencia del mal (Gn 3,7-12) (y consiguientemente la nostalgia del bien perdido); finalmente Dios se pone en obra enseguida para cambiar la situación en sentido original, ya que el hombre se ve en la imposibilidad absoluta de hacerlo.

En este sentido el mal en la Biblia es la oposición radical al programa creativo y elevador de Dios; pero, paradójicamente, es también el elemento que desencadena la dimensión de la salvación que Dios quiere dar al hombre, prisionero del mal. La historia de la salvación comienza concretamente por el hombre pecador (Gn 3,15), que, como tal, precisamente por estar privado de la gracia, se convierte en el destinatario de la autocomunicación cognoscitiva, salvadora y elevadora de Dios.

Esta revelación avanza por etapas históricas sucesivas hasta culminar en la encarnación misma de Dios. Aquí es donde se sitúa la solución del problema del mal: Dios viene a eliminarlo personalmente, desde dentro de la naturaleza humana, puesto que también el mal había nacido dentro de ella. El modo de realizarse este acto salvífico resulta paradójico y desconcertante: Dios toma sobre sí e1 mal y el pecado del hombre (Jn 1,29) para expresar en este acto su caridad omnipotente con el hombre (Lc 15,1 ss) y la capacidad de transformarlo en salvación, sanándolo en su propia raíz. Acaba con la dimensión destructiva del mal en una muerte en la cruz y en una sepultura real, la del Hijo encamado: Cristo muere por, a causa y en favor de los hombres prisioneros del mal (Rom 5,8).

-honesta

-trabajadora

-responsable de sus derechos y deberes de ciudadano.

-Cumplir y respetar las normas de convivencia,tolerar distintas ideas<políticas-religiosa-etc->

-Ser un ciudadano digno desde el punto de vista moral

Ser respetuoso de la vida de los demás,,.

-colaborar y participar en actividades públicas<cooperadoras-hospitales-etc-.

-Respetar y hacer respetar a los ancianos

-Desdeñar la mentira

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