Los Numeros
cremanivea1 de Diciembre de 2013
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Divinidad numérica
Todos en este universo tenemos un principio y un final, incluso desde que nacemos empezamos a escribir nuestro final, nuestra vida se relaciona con todo lo que nos rodea, así sea la más mínima partícula, hasta la partícula más grande que existe en el universo, el más pequeño movimiento lo puede alterar todo, porque somos una gran red interconectada, somos “victimas” del más grande orden, del más grande y perfecto sistema, el movimiento de la partícula más mínima traerá repercusiones incluso hasta años luz de este sistema.
Muchos no lo comprendemos, o quizá no lo queremos entender, pero las matemáticas juegan un papel fundamental en la vida del orbe humano, en su pensamiento, en su alma, en su filosofía, en su antropología, en su ser, en su espíritu, en la conciencia que como seres humanos nos hace consientes que: somos hombres y estamos vivos, que pensamos y que somos conscientes de dar valor a un número, ¿Por qué?¿ quien en verdad nos puede comprobar a ciencia cierta que cuatro en verdad es cuatro? ¿Cuándo el hombre se dio cuenta que cinco era cinco? ¿Quién ha dado en verdad un valor exacto al tiempo? al espacio, al universo, Quizá cuando de verdad dominemos nuestro pensamiento, lógico, filosófico y humanista tendremos la conciencia de algo que nos dicte que estamos muertos y podamos entender que hay más allá de la vida.
Infinidad de autores matemáticos, físicos, astrónomos, filósofos han intentado entretejer el delgado pero fuerte lazo que existe entre la parte divina y la parte matemática, ¿Podríamos en verdad como seres humanos demostrar a base de la perfección matemática que: ¿Existe algo perfecto llamado Dios? ¿O solo es una creación del pensamiento humano a sus mismos miedos? ¿A sus filosofías? ¿A su manera de comportarse? ¿Hay algo que existe en la gran orbe capaz de dominar a la perfección todo lo que el hombre ni siquiera tiene conciencia de que existe? ¿ cómo tratar de descifrar esa existencia tan magnifica? Cuando ni siquiera el mismo hombre conoce internamente su propia constitución? ¿Cuándo ni siquiera conoce el mismo planeta donde vive?
No encontramos entonces en el gran paradigma de la existencia de lo infinito en un pensamiento humano que tiene fin, el hombre siempre cuando busca la verdad le surgen infinidad de miedos, infinidad de temores, porque por naturaleza el hombre le teme a lo desconocido, incluso cuando en nuestra vida todo marcha bien, podríamos decir “perfectamente” nos empezamos a crear nuestras fobias que hacen de lo perfecto algo a imperfecto y retrocedemos nuevamente a nuestra zona de confort habitual, a nuestra “tranquilidad humana”
Dios es la parte infinita, pero Dios no es un número, Dios no es un símbolo, Dios no tiene un valor como tal, pero si un significado, quizá para conocerlo tendríamos que viajar infinitamente años luz partiendo del punto cero del universo para poder hallarlo, para poder comprender a Dios tendríamos que ser los seres más eruditos del universo, conocer todos los universos, todas las galaxias, todas materias que constituyen el todo, para en verdad conocer su esencia, para quizá darle un valor, un momento, un símbolo.
El siete es siete, no lo vemos como tal, pero alguien nos lo represento, no lo sentimos como tal pero allí esta, representando algo, así es Dios, un día San Agustín al tratar de descifrar el misterio de la trinidad de Dios: padre, hijo y espíritu (alma, conciencia y ser) encontró por la playa un pequeño niño que con una vasija pequeña había escavado un pequeño agujero en la orilla de la playa, y corría al mar, llenaba la bandeja y corría de nuevo al pequeño agujero que había cavado y depositaba el agua, San Agustín se le acercó y le dijo: ¿Qué haces? Y el niño le respondió: trato de vaciar el agua del mar en este pequeño agujero que he cavado, a lo que Agustín respondió:
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