Los límites De La Libertad
gabin2312 de Junio de 2014
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John Stuart Mill, en su ensayo “Sobre la libertad” plantea la problemática de la colisión de derechos fundamentales, mediante los límites del poder que se puede ejercer por la sociedad sobre un individuo.
Según el autor, la premisa “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”, tiene por significado que la única finalidad por la que la sociedad puede ejercer poder sobre un individuo es para evitar cualquier tipo de perjuicio a los demás. Dicho de otra forma, nadie puede forzar justificadamente a realizar o no determinados actos a alguien porque “es lo mejor para él” sino únicamente como elemento de persuasión o razonamiento, a menos que sea para prevenir un daño a otro(s), pues los sujetos gozan de libertad de acción. Cualquier supuesto daño a los demás tiene que ser claro y demostrable. Cuando exista alguna duda, el comportamiento no debe ser suprimido.
Uno de los símbolos más importantes de los derechos de las sociedades democráticas como en la que vivimos, es la existencia de la libertad de expresión, y Mill la incluye dentro de los elementos que para él conforman la libertades personales: libertad de consciencia, sentimiento, pensamiento, gustos y fines propios, asociación entre individuos libres y opinión. Postula que el efectivo ejercicio de esas libertades, solo puede lograrse si existen en primer lugar condiciones favorables para el desarrollo de la última (que según dice es fundamental), y si alguien trata de imponer silencio a ella “supone un robo a la especie humana” (Mill, 1859:33).
Por otra parte, el texto permite llegar a la cuestión ¿qué poder debe tener el Estado? o, visto de otra manera, el grado de libertad del que deben gozar los ciudadanos, dado el análisis sobre la relación entre los gobernantes y gobernados.
El concepto clave es la idea de que la libertad es esencial para asegurar el progreso tanto del individuo como de la sociedad, sobre todo cuando esta última se vuelve más importante que el Estado.
Los defensores de la libertad individual se opusieron a la tiranía de los gobiernos cuando éstos no eran democráticos. Más adelante, en la democracia representativa, la oposición entre los gobernantes y los gobernados desaparecería, pues los gobernantes solo representan los intereses de los gobernados. Sin embargo, dicha situación no garantiza la libertad.
Cuando la sociedad se libera de las restricciones del gobierno, comienza a consolidar los intereses de un grupo selecto y poderoso, que amenaza la libertad individual de una manera nueva. Es necesario tener cautela por la tendencia de los gobiernos democráticos de hacer a la mayoría tirana de la minoría, suprimiendo sus derechos mediante la opinión pública y costumbres.
El autor supone el progreso de la sociedad de tal modo que se impida la represión del individuo por una mayoría cada vez más potente y segura. El progreso social solo existirá si se establecen límites en la libertad individual, pero que también exija la liberación del individuo de tales límites.
John Stuart Mill deja de lado este dilema para profundizar en la máxima de que lo único importante es la felicidad del individuo, y esa felicidad solo puede lograrse en una sociedad civilizada donde las personas sean libres de involucrarse en sus propio intereses, con las habilidades y capacidades que se han desarrollado y perfeccionado en un buen sistema de educación. Por lo tanto, Mill destaca el valor fundamental de la individualidad, del desarrollo personal, tanto para el individuo y la sociedad como para el progreso futuro.
No habrá ningún cambio positivo para la sociedad en su conjunto, si no se le permite a las personas experimentar el comportamiento contrario a la costumbre y la opinión de la mayoría. Cada cambio progresivo y positivo en la historia, que se ha sumado a la felicidad humana, es contrario a la tradición.
El filósofo,
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