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MI NUEVO QUEHACER DOCENTE

osanherba30 de Agosto de 2013

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MI NUEVO QUEHACER DOCENTE Y POR DONDE COMENZAR

¡Por donde comenzar! eso es algo bastante difícil, pues enseñar es algo que se tiene que definir, sentir y empezar a cultivar. Para poder empezar cada quien debe encontrar su yo interior, saber con qué es lo que cuenta como ser humano.

Cada quien tiene una obligación con la sociedad y ¿cuál es esa obligación? Saber describirse como ser humano, saber cuál es el papel a desempeñar en la misma. Por qué se necesita, que uno esté presente allí en la sociedad, empezar a determinar, a conocer, a desarrollar el potencial que cada uno tiene.

Todo esto está determinado por los llamados recursos internos que cada ser humano posee y que no se da cuenta que posee estos. Pues se debe contar con una coherencia entre lo que se sienta, se piensa y se hace; además todo esto se marca en el desarrollo desde la niñez y su evolución hasta la edad adulta e incluso su vejez. Aquí también cuenta el desarrollo psicosocial, la influencia del pensamiento y el entorno social.

El comenzar es bastante difícil como lo dije antes, pues allí también implica en que uno como persona influye en los demás, los otros me miran, se dan cuenta de mi compromiso y mi comportamiento. Los recursos internos no solo los debemos identificar, también los debemos poner al servicio de los demás e incluso proponerlos integralmente en todos los campos de la vida.

Al tener identificados, desarrollados y que hayan trascendido en todos los ámbitos de la vida nuestros recursos internos ya hemos construido un modelo, un paradigma para poderlo poner al servicio de nuestros estudiantes. Esto quiere decir que de esta forma estoy dando inicio a mi nuevo quehacer docente.

Pero este quehacer docente debe desarrollarse bajo una identidad y una dignidad. Las cuales van ligadas una de la otra; pues la dignidad permite definir la identidad, ya que cada quien es dueño de su dignidad; posee un nombre, unas cualidades y características que nos hacen diferentes de los demás.

Cada quién está dotado de autonomía, espíritu, alma, cuerpo, libertad de pensar, de ser creativo, contar con un espíritu innovador e investigativo que le permita entender a sus estudiantes, que le permita identificar las etapas por las cuales cada uno de ellos está pasando. Una dignidad y una identidad que nos permita ayudarle a ese estudiante a formarse integralmente, a que se sienta cada día convencido de que lo que escogió para estudiar es lo suyo; a que se sienta bien consigo mismo. A crear su propia identidad y dignidad.

También en mi quehacer docente nos debemos involucrar con el estudiante, pero involucrarse de una forma adecuada sin sobrepasar barreras ocultas que debemos empezar a diferenciar, acercarnos sin morbo, pensando y sintiendo esas mismas necesidades que cada estudiante como persona única e irrepetible posee.

No nos debemos apartar del modelo de la institución, pero podemos hacer pequeños o grandes paréntesis según la necesidad del momento o la situación que se presente en nuestro diario quehacer docente.

Además debemos recordar que lo que tenemos frente a nosotros y a nuestro alrededor cada vez que ingresamos a nuestras aulas de clase es un talento, un talento humano al cual debemos aportar lo mejor de nuestro recurso interno y no tratar de meter en sus cabezas un conocimiento vano si no un conocimiento que le sirva por y para la vida.

Lo que si es cierto es que el docente juega un papel muy importante en la sociedad y debe poseer lo mejor de lo mejor de sus recursos internos para poder impartir de forma imparcial, objetiva, asertiva e integral una formación a sus estudiantes y que estos a su vez puedan distinguir en todos los ámbitos de su vida sus propios recursos internos y también entreguen lo mejor de lo mejor

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