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Me enfrento a la consigna de la profesora


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2018  •  Tareas  •  509 Palabras (3 Páginas)  •  119 Visitas

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Me enfrento a la consigna de la profesora, mientras me rodeo de gente que inmediatamente empieza a pensar, a poner en palabras lo que quizás guardaron por mucho tiempo. Pasan los minutos y el calorcito primaveral se empieza a sentir, me inquieto, no solo porque no entre una brisa desde la ventana sino porque siguen pasando los minutos y se acerca la hora de entregar. Un compañero ya entrego su escrito y yo sigo con la hoja en blanco, esperando que unas de las variedades de ojos visualice mi situación y me preste un poco de su creatividad. Sé me hace inevitable no detenerme a mirar u observar lo que ocurre en esta aula de la facultad. Acostumbrado a oír solo la voz autoritaria de un profesor que me intimida o a las aulas ordenadas y en silencio noto que hay algo distinto, algo nuevo. La profesora nos invita a escribir libremente e interactuar entre los estudiantes, es decir, nos propone criticar el trabajo de algún compañero una vez que terminemos. Es increíble que se me vengan tantas preguntas ¿estaremos aprovechando la intención de la profesora? ¿Debería? A la facultad se viene a transitar un camino solitario, o al menos eso me transmitieron desde que entré a una organización institucional, certificar el paso a la siguiente sin mirar para los costados, sin mirar al que se encuentra a mi alrededor. En este instante la incomodidad de la hoja en blanco pareciera quedar atrás pero la marejada sigue atravesándome profundamente. La cultura y la norma que nos hace seres egoístas y sin empatía. Si, esta palabra tan escuchada y repetida que pareciera sacada de un librito para ayudarnos a generar vínculos, pero que tanto nos cuesta practicarla y arraigarla a las instituciones. Sigo sentado en mi banco, en la clase de social uno y visualizo la crueldad, el tan reconfortante acostumbramiento entre nosotros, pareciera que no hay consigna que cambie el tacto entre los estudiantes, pero la alarma que suena en mi pensamiento me sugiere lo mucho que tenemos en común, y eso si me asusta.

El material leído me invita a reflexionar y en tanto trato de volcar lo que percibo me pregunto ¿realmente puedo sostener mi escrito? ¿Mis palabras? Tal vez no sea el indicado, lo asumo. Puede que estos interrogantes se manifiesten justo cuando pienso en la locura, en el loco. Sus palabras resultan intolerables a lo instituido y sus gritos de ayuda no se escuchan. Poco se sabe aunque los construyamos en nuestra cultura, es claro que su verdad no la sabemos reflejar, solo evitamos parecernos. Esta indiferencia que elimina lo distinto se hace presente en cada momento.

Un posible recurso para combatir con esto se hace difícil imaginarlo en este momento, la clase está por terminar y el aula pronto quedar vacía. Solo queda pensar en los que aun se encuentran en los manicomios, lejos de las calles, de nosotros. Su muerte pareciera ser la mejor cura y los medicamentos la forma de padecer este sistema que los hunde en la oscuridad de lo distinto.

Bruno Palma Alnbizu

         

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