Medios De Comunicacion
Moonshine1D17 de Febrero de 2015
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Introducción
A la hora de hablar de juventud y medios de comunicación audiovisuales uno
mismo se sorprende, como profesional del medio, al reflexionar sobre la
terrible presencia que este colectivo tiene en la mayoría de los programas
televisivos y, lo que es peor, sobre la negativa influencia que la televisión y sus
mensajes suelen ejercer en los jóvenes.
Observando la mayoría de los productos audiovisuales podemos concluir que
la televisión, generalmente, considera a la juventud como una masa acrítica e in-
ÁMBITOS. Nº 11-12 - 1er y 2º Semestres de 2004 (pp. 115-129)116 Juventud y Medios de Comunicación. La televisión y los jóvenes:
Aproximación estructural a la programación y los mensajes
dividualista, a la que parece sólo tener en cuenta en su calidad de miembros de la
sociedad de consumo, como un inmenso target al que poder dirigir anuncios y
mensajes que inciten a consumir los productos publicitados sin mayores metas. Los
programas culturales, formativos o de entretenimiento de calidad brillan por su
ausencia y, en su lugar, proliferan formatos aberrantes en los que el reality show,
se ha convertido en principal protagonista. Pero, ¿es la televisión tan demoníaca?,
¿es en sí misma responsable de sus contenidos?, ¿es un instrumento desculturizante,
si me permiten el término, y deformador por naturaleza? La respuesta es obvia: en
absoluto.
Para entender por qué la televisión se ha convertido en ese inmenso cajón
de sastre en el que “todo vale, si es por la audiencia”, es imprescindible tener en
cuenta el contexto global en el que se desarrolla esta actividad. Sólo teniendo presente
dicho contexto, podremos entender por qué las que deberían ser las principales
funciones de la televisión, como medio de comunicación de masas por excelencia
- recordemos las tres máximas de informar, formar y entretener-, se han pervertido
en función de un único objetivo: la rentabilidad económica, el share, la audiencia.
Es ésta la verdadera espada de Damocles que dirige prácticamente todos los productos
televisivos, y decimos, prácticamente todos, porque afortunadamente todavía
perviven honrosas excepciones a esta regla, cada vez más general, por otra parte.
Los formatos televisivos se conciben en función de la audiencia a la que van
dirigidos, y sólo en función de la cuota de pantalla que consigan se mantienen en
la parrilla de la programación o son eliminados. Ya no es ningún secreto que las
cadenas persiguen, ante todo, la rentabilidad económica. Los programas sólo logran
mantenerse “vivos” si son capaces de captar audiencia, de captar publicidad, que
es de lo que de verdad se trata.
Lógicamente los pocos programas existentes dirigidos a los jóvenes se rigen
por esta misma dinámica, por lo que es de suponer que la formación de telespectadores
críticos y de una juventud culta y librepensadora es lo que menos le conviene
a la televisión, si su objetivo final es convertirles en perfectos consumidores.
La siguiente información, aparecida en el diario El Mundo, el 21 de mayo
de 2002, pone de manifiesto esta dictadura de los índices de audiencia en la programación,
denunciada por los propios profesionales del medio:Leticia García Reina 117
La televisión en el contexto de la comunicación
Como decíamos, sería ingenuo considerar al medio televisivo como responsable
de los productos que genera o, lo que es lo mismo, pensar que la televisión
es mala en sí misma, ignorando las enormes posibilidades que un medio tan complejo
ofrece para la comunicación.
La unión
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