Niños apegados, niños independientes - Empezar a ir a la escuela: ¿qué se siente?

El comienzo de la escuela es un proceso de dolorosa incertidumbre e infelicidad emocional para todos los niños. Si bien no todos lo sintomatizan de la misma manera ni en el mismo momento, podemos afirmar que en su mayoría procesan un sentimiento de abandono, desorientación y miedo a no volver a lo conocido que va remitiendo una vez se aclimatan a este nuevo espacio, persona de apego y rutina.

El primer paso de todos los nuevos alumnos es analizar la situación, el lugar y al maestro que en principio le desconcierta pero que será su nueva persona de apego con el tiempo.

Todos los niños deben de realizar un trabajo emocional y mental extenuante para aclimatarse al entorno nuevo y asimilar la situación de su nueva rutina carente de personas de apego conocidas.

A su vez, los padres experimentan una ambivalencia de sentimientos por la sensación de “liberación” por tener tiempo para ellos y por otro lado el sentimiento de culpa por no tener a su hijo cerca generándoles sentimiento de culpa por sus pensamientos.

Los padres primerizos o nuevos en el colegio suelen mostrar inseguridad hacia el maestro por el desconocimiento previo del niño y sus costumbres, miedo hacia el posible mal comportamiento del niño, su bienestar físico y mental y su inclusión con el resto de alumnos y el profesor.

Poco a poco, todo va incluyéndose en sus rutinas diarias y las del niño lo que genera calma y normalización de la situación con el tiempo.

Para el maestro este proceso de nuevo curso y adaptación supone una elevada tensión y carga emocional por la nueva interacción con nuevos alumnos y sus padres ligado a la experiencia propia personal en la infancia. Esta experiencia de los profesores cuando eran alumnos y su relación con los padres repercute enormemente en los miedos y tensiones predispuestas al comienzo de curso.

Me parece interesante que todos los implicados en dicho proceso de adaptación a una nueva rutina tengan tanto miedo y angustia. Esto refleja claramente el miedo del ser humano a lo desconocido, a “salir de la zona de confort”. El apego a otro ser humano que nos reconforte, los procesos mecánicos organizados temporalmente integrados en nuestras rutinas y los espacios conocidos ofrecen una seguridad que creo que hace que solo descubramos cosas nuevas si nos obligan a ello, como obligamos a los niños a ir al colegio.

Gracias a esta lectura, vemos el gran esfuerzo emocional de todos los implicados pero sobretodo de los niños, por lo que creo que hay que verse reflejados en ellos y apoyarles en este proceso como buenos maestros de infantil que deseamos ser. Si bien es difícil lidiar con los padres y sus inseguridades (creo que es la más tediosa e incluso frustrante de las tareas por nuestra parte), nos debemos centrarnos en crear un clima en el que todos los alumnos se encuentren a gusto, libres, felices

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