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Nuestra Definición Del Anarquismo, El Socialismo Libertario


Enviado por   •  1 de Marzo de 2014  •  2.418 Palabras (10 Páginas)  •  190 Visitas

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Nuestra definición del anarquismo: el socialismo libertario

Al comenzar su libro El ABC del comunismo libertario, Alexander Berkman –anarquista de origen lituano que pasó 22 años en prisión por asesinar a uno de los patronos en la huelga de Homestead– asume, desde la introducción, la difícil tarea de definir el anarquismo[1]. En su estilo simple y directo, Berkman anticipa la confusión que puede crear un término de significado equívoco y, por tanto, decide dar un rodeo que le permita mostrar primero lo precisamente no es el anarquismo. Este rodeo es, de un lado, necesario, dada la obstinación de los enemigos del anarquismo por señalar que éste siempre ha sido sinónimo de desorden, caos, bombas, salvajismo, guerra y asesinato. De otro lado, es un síntoma de un problema más profundo que se pone de manifiesto en el sentido fluido e indeterminado de la palabra misma. La fluidez del anarquismo se manifiesta en su multitud de definiciones y usos históricos, estratégicos y tácticos que parten del griego an-arkhé, “ausencia de gobierno” o “ausencia de autoridad”. Ante esta situación, muchos se inclinan a hablar de “anarquismos”, nosotros y nosotras, por el contrario, preferimos sentar una posición y, desde nuestra propia perspectiva, argumentar lo que comprendemos por esta tradición.

Noam Chomsky, valiéndose de los escritos del anarquista alemán Rudolf Rocker, adopta una posible perspectiva. Para él, las ideas anarquistas provienen de la Ilustración y tienen sus raíces en el Discurso de la desigualdad de Rousseau, en los Límites de la acción del Estado de Humboldt y en la defensa que Kant hace de la Revolución Francesa[2]. De este modo, el anarquismo preserva y extiende el radical mensaje humanista de la Ilustración y de las ideas del liberalismo clásico. Ya Rocker, en su extensa y sugestiva obra Nacionalismo y Cultura, había sostenido que “el socialismo vitalizado por el liberalismo lógicamente conduce hacia las ideas de Godwin, Proudhon, Bakunin y sus sucesores”[3] y, además, que “el socialismo inspirado por ideas liberales, sin embargo, lleva en línea recta al anarquismo”[4]. Ahora bien, esta posición de Rocker y Chomsky explica con claridad que el anarquismo, como hijo de su tiempo, acoge gran parte de las ideas ilustradas, revolucionarias y liberales del siglo XVIII, sin embargo, crea una confusión categórica: hace del anarquismo un liberalismo radicalizado.

Sin duda, tanto el liberalismo clásico como el anarquismo buscan proteger al individuo frente al abuso del poder del Estado. Pero, mientras que el primero sostiene que el Estado es un mal necesario, el segundo afirma que es un mal innecesario, es decir, una institución política de la cual se puede prescindir para vivir en sociedad. Sin embargo, esta no es la diferencia más radical entre ambas teorías políticas. De hecho, la distinción central, que pasa a un segundo plano en la definición que ofrecen Chomsky y Rocker, está relacionada con lo que entiende cada doctrina por la noción delibertad.

Mijail Bakunin considera que los doctrinarios liberales son los primeros en exaltar la libertad individual y en afirmar que el desarrollo de la civilización consiste en disminuir cada vez más los atributos y derechos del Estado. Sin embargo, el anarquista ruso sostiene que en la práctica los doctrinarios liberales, por sus intereses de clase, terminan siendo más absolutistas que los monarcas. Por otro parte, en la teoría, los liberales vuelven al culto del Estado porque presuponen que la libertad individual es anterior a toda sociedad y que por medio de un acto voluntario se tiene que recurrir a un contrato para fundar un ente trascendente que regule las libertades y derechos de los ciudadanos[5]. Bakunin insiste en sus textos en que el problema del liberalismo es que parte de una libertad individual que es previa a la sociedad y que, por ende, presupone que el ser humano “está completo en sí mismo, que es un ser entero y absoluto”[6] antes de su vinculación con otros seres humanos. Pero, para el anarquista ruso no hay nada más absurdo, ya que el ser humano no puede estar completo, no puede realizarse como tal, por fuera de la sociedad:

El ser humano no se convierte en ser humano y no llega, tanto a la conciencia como a la realización de su humanidad, más que en la sociedad y solamente por la acción colectiva de la sociedad entera[7].

Con esto, Bakunin reafirma que no hay libertad en abstracto, sino que ésta sólo es concebible junto a la libertad de los demás. El liberalismo parte de una libertad absoluta en el estado natural y después renuncia a ella con la creación del Estado. Esto no quiere decir que en el Estado no haya libertad, sino que la libertad original se reduce a una libertad negativa, la protección de los goces privados del individuo. El punto que resalta Bakunin es que el liberalismo se contradice a sí mismo bajo sus propios supuestos. Partir de una libertad individual asocial conduce, a través del contrato, a la enajenación de esta libertad en un tercero, esto es, en el Estado. Ahora bien, con esta crítica al liberalismo Bakunin no busca, por consecuencia, la defensa de una libertad natural absoluta. El anarquista ruso no está diciendo que el problema del liberalismo sea la alienación de la libertad asocial, sino que esta libertad es inexistente. En otras palabras, la crítica de Bakunin apunta a la raíz del asunto, es decir, al supuesto liberal de una libertad individual previa a los vínculos sociales. Frente a esto, sostiene que la libertad anarquista sólo es posible “gracias al trabajo y al poder colectivo de la sociedad”[8] y que el ser humano “no realiza su libertad individual o bien su personalidad más que completándose con todos los individuos que lo rodean”[9].

El hecho de que la libertad no sea un dato individual, sino un producto colectivo, permite mostrar que el anarquismo no debe ser comprendido como un liberalismo radicalizado. Pero, además, abre el camino para afirmar que el anarquismo es principalmente un tipo de socialismo, un socialismo libertario. De ahí la importancia de partir de Bakunin. Aunque numerosos historiadores y estudiosos del anarquismo, entre ellos Max Nettlau[10] –a quien Rocker llamó “el Heródoto del anarquía”–, han tratado de rastrear las ideas anarquistas empezado por las manifestaciones antiautoritarias de la Grecia antigua, lo cierto es que el anarquismo, como movimiento social y revolucionario, irrumpe en la modernidad y más precisamente en la década de 1860, como una tendencia del movimiento obrero y socialista[11]. En este sentido, los escritos de Willliam Godwin y Pierre-Joseph Proudhon, son antecedentes importantes, pero sólo expresan la prehistoria del anarquismo. La justicia política de Godwin, que puede ser considerada

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