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Numeros Naturales

wilder2812 de Abril de 2013

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Fox Searchlight Pictures presenta MI NOMBRE ES KHAN, interpretada por Shah Rukh Khan, Kajol, Jimmy Shergill y Tanay Chheda. Dirigida y producida por el aclamado realizador Karan Johar, el guión se debe a las plumas del mismo Johar y de Shibani Bathija. El equipo de producción incluye al director de fotografía Ravi K. Chandran, a la montadora Deepa Bhatia, a la diseñadora de producción Sharmishta Roy, a los diseñadores de vestuario Manish Malhotra y Shiraz Siddique, y a los directores musicales Shankar, Ehsaan y Loy.

La Odisea de un Khan (por Shah Rukh Khan)

El valor no siempre consiste en un rugido que deba ser oído por todo el mundo. En ocasiones es un sigiloso susurro dirigido a uno mismo que dice: "Mañana lo intentaré de nuevo".

En un mundo que no puede estar más atareado buscando a un héroe, o creándolo cuando no lo encuentra, MI NOMBRE ES KHAN es una discreta voz interior que susurra: "Para andar por el camino recto, para encontrar respuestas, para salvarte a ti mismo y al mundo contigo, no necesitas llevar una coraza exterior y poder volar". Todo cuanto te hace falta es una sutil conciencia que te diga que las sencillas verdades de la vida son las que más importan. Lo que está bien y lo que está mal no forman una ecuación compleja. Es exactamente tan sencillo como la venida del día después de la noche; el amanecer que sigue al ocaso. Tan sencillo que uno puede ver a KHAN como un ser anormal en el mundo actual de la imperante y neurótica búsqueda de la cordura.

Podría parecer extraño decir que hemos creado una película de superhéroes. Un héroe que tiene el síndrome de Asperger en un simplón y no tiene más superpoder que su propia humanidad. En eso es verdaderamente en lo que creo que consistió mi experiencia al realizar esta película. En que para ser un héroe todo lo que uno necesita es la bondad básica de los seres humanos, algo que escasea tanto; podríamos creer que el protagonista de esta película provenga de otro mundo.

Vista a través de los ojos de este personaje, la odisea que viví me hizo darme cuenta de que es posible resultar muy especial siendo una persona normal. El rodaje de la película nos llevó por todos los Estados Unidos (algo que resultó agradable con la excepción del frío que hacía en Los Ángeles) y yo pude ver que el pilar que sostiene la película –el Islam y el Mundo Occidental– se percibe de forma sorprendentemente honesta y equilibrada entre los norteamericanos; en especial, por parte del equipo técnico que trabajó con nosotros. Comprendieron que en una guerra que no fue desencadenada por ninguna de las dos partes, las vidas que pierden una y otra merecen igual afecto, respeto y consideración. También comprenden que, tal y como Platón escribió, "los muertos son los únicos que han visto el fin de la guerra". Cuanto antes podamos detener este conflicto sin sentido, más felices serán nuestras vidas.

Como comentario personal, quisiera decir que, como actor, no tengo muy afinado el arte de la sutileza y la compostura, pero mi amigo y director Karan Johar ha dado muestras de disponer de madurez en cantidades industriales no sólo dirigiéndome, sino manejando tan peliagudo tema en su conjunto. Verdaderamente él es el héroe de esta película porque ha sido capaz de preservar la complejidad del síndrome de Asperger, del mundo occidental y del conflicto islámico. Todo esto lleva entretejida una historia de amor, tan maravillosamente sencilla y con la que es tan posible identificarse, que en realidad parece sacada de un mundo distinto. Desde la realización de la secuencia de la inundación, pasando por la captación de este personaje neuro-atípico, hasta gastar más de lo que se puede para realizar una película con un corazón tan grande como el del realizador, sólo puedo estar agradecido por ser una pequeña parte de esta aventura.

También quiero dirigir unas palabras a nuestros distribuidores, Fox: Todos nosotros podríamos habernos desanimado a mitad de la película de no haber sido por el ánimo que nos infundisteis incorporándoos al grupo para lograr que esta película llegara a todos los públicos del mundo. ¡Un millón de gracias, muchachos!

Ruego a Alá que lo que decimos por medio de esta narración tenga sentido emocional para todos, y que, a nuestra manera, nos haga sentir que hemos contribuido a recorrer el camino que lleva a la cordura, la normalidad y la sencillez que tanto necesita el mundo actual. Como diría Rizvan Khan:

"Ahora está arreglado y funciona".

"Es una épica historia de amor entre dos personas que tienen una forma singular de ver el mundo" - Karan Johar. Director y Guionista

La odisea comienza

Ambientar una epopeya dramática en la Norteamérica posterior al 11-S, es algo que cabe esperar de un realizador estadounidense contemporáneo. Sin embargo, la onda expansiva de este catastrófico suceso continúa rebasando las fronteras y transcendiendo de las ideologías, inspirando nuevas obras de arte procedentes de los lugares más inconcebibles. Para el director indio Karan Johar, lo que inspiró MI NOMBRE ES KHAN fue una posibilidad de aportar una nueva perspectiva a un mundo que permanece sumido en la intolerancia y los malentendidos culturales.

A Johar le entusiasmaba hacer realidad esta idea, un híbrido de lo personal y lo épico, enmarcándola con la historia de una pareja india transcultural que vive en los Estados Unidos después de los sucesos del 11-S. Se enfrentarían a la agitación social que afectó a tantas personas originarias del Sudeste Asiático a las que, sin pensarlo dos veces, se consideró generalmente como terroristas sin más fundamento que sus características físicas y su iconografía cultural. Más aún: el propio Johar quería comprender los efectos de que semejante dinámica llevara a los Sikhs a negar su propia identidad religiosa por miedo a ser perseguidos. Sin embargo, para humanizar unos temas políticos tan intensos, Johar trató de crear un hilo narrativo que consiguiera atraer al público a un espectáculo cuyo interés y emoción fueran universales.

"MI NOMBRE ES KHAN es, en el fondo, la épica historia de amor de dos personas que tienen una forma singular de ver el mundo", dice Johar acerca de la película. "Lo que la diferencia es el paisaje en el que el relato se desarrolla. Siempre es mi intención hacer algo distinto con mis películas, pero la constante que permanece es mi deseo de seguir examinando la multitud de formas como dos personas pueden enamorarse y seguir enamoradas independientemente de cualquier reto que ello les suponga, o de todos los que les salgan al paso".

Johar reconoce sentirse atraído por relatos que eliminan las capas que cubren una relación; por historias de compasión, compromiso y devoción entre adultos. Para Johar, a sus treinta y siete años, "esa fuerza especial" que se oculta en el interior de un individuo es lo que sustenta la búsqueda en pos del camino de regreso al centro de la realidad: cada uno de los demás. Porque los personajes, al igual que el público, tienen que ser transportados a través de mundos que alimentan y contribuyen a la amargura y el resentimiento, para tratar de comprender por qué las personas reaccionan ante determinadas cuestiones y situaciones. No otra es la razón por la que su propio viaje a través de Norteamérica demostró ser un valioso recurso a la hora de crear MI NOMBRE ES KHAN, transmitiendo a los papeles centrales de Rizvan y Mandira una conmovedora veracidad.

"Cuando vemos a Rizvan y a Mandira compartir un momento de ternura", dice Johar, "comprendemos cuán dificultoso debe ser para ambos ya que sus expresiones de amor son tan distintas de lo que hasta ahora ha sido la norma en el cine indio".

Durante sus viajes por los Estados Unidos, Johar asistió a menudo a cenas y participó en la discusión de temas que eran primordiales entre los intelectuales indios que viven en Nueva York. Éstos compartían, con tanta pasión como dolor, la difícil situación que experimentaban sus compatriotas en Norteamérica; que no eran intelectuales ni podían defenderse de una creciente marea de animadversión y confusión creada después de los ataques del 11-S.

"Me pregunté qué efecto tendría esa clase de tensión y de miedo en una pareja hindú-musulmana", observa Johar. "¿Se introduciría la agitación exterior en su hogar y pondría en duda la base de su matrimonio? ¿Echaría la mujer hindú a su esposo musulmán la culpa de las preguntas y el desdén a que tendrían que enfrentarse por un apellido? La historia de esta pareja y la forma como sus vidas habrían cambiado me infundieron el deseo de examinar el paisaje social de los Estados Unidos a través de los ojos de una pareja inocente atrapada las situaciones extremas de la política y la propaganda".

A medida que Johar, que nació en Bombay, iba recorriendo los Estados Unidos, se reunía con organizaciones musulmanas locales que ardían en deseos de contar nuevamente el acoso al que se enfrentaban no sólo en las grandes ciudades sino también en los pueblos más pequeños.

"Cuando conocí a esas personas", recuerda Johar, "que podían decirme de primera mano la sensación que producía el lanzamiento de piedras y botellas contra sus mezquitas, el vandalismo que sufrían sus negocios y la intimidación de sus hijos en la escuela, una voz interior me gritaba: ‘Pero, ¿es que estas personas, estos norteamericanos tan cultos, no entienden que no se puede catalogar a

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