Observaciones en el Hospital S.A.M.Co

El día 20 del mes de enero, comencé mis observaciones en el Hospital S.A.M.Co (Atención Médica de la Comunidad), ubicado en la ciudad de Las Rosas, Santa Fe en la cual resido. Esta institución pertenece al ámbito de la medicina pública provincial. Cuenta con servicios de medicina general, atención ambulatoria, internación, diagnóstico, tratamiento; acompañado con personal muy amplio.

El edificio se divide en dos espacios: por un lado se encuentran los consultorios en donde el público puede sacar turnos en la administración y ser atendido por médicos con distintas especialidades (ginecólogos, dermatólogos, traumatólogos, psicólogos, un psiquiatra, un oncólogo, neurólogos, y demás). También atienden kinesiólogos y odontólogos.

Por otra parte podemos hallar la Guardia, para emergencias, con asistencia de enfermería, paramédicos atentos a los llamados del *107, habitaciones de internación, quirófanos, y habitaciones de radiología.

Allí tuve la grata oportunidad de poder acompañar en la Guardia de la institución al Doctor y actual Director Pablo Ibáñez, observando su relación con los pacientes, y las actividades que realiza dentro del Hospital.

No solo yo estuve haciendo observaciones de terreno, además de mí, fueron cinco o seis estudiantes más de la U.N.R.

Los pacientes eran llamados por su nombre y apellido, no eran tratados como una cama más. Tal vez porque no eran demasiados, o porque realmente son importantes para cada médico.

A diferencia de sanatorios privados o consultorios particulares, en hospitales como este, la realidad social de las personas que asisten es difícil. Para algunos es la única opción, para otros es lo más “rápido”. La asistencia médica privada, para muchos habitantes de aquí sin mutual y sin recursos económicos, es inaccesible, por lo que el SAMCo es la primer y única opción.

Todos me preguntaban Qué carrera vas a seguir, me felicitaban, me decían que era una profesión que te llena de satisfacción ayudando a los demás, y que por más que sea un poco difícil vale la pena. Son todas cosas que motivan.

Utilicé un ambo y eso me llenaba de expectativas a mi familia, amigos y a mí, por sobretodo; me sentía una de ellos. Yo adopté una posición neutra en todo el período, pero el doctor, cuando el paciente se iba, me explicaba su enfermedad, sus síntomas, las posibles causas, si tuvo antecedentes, si recurre seguido a la institución.

Me invitaba a que lo acompañara a pasar por las habitaciones cuando iba a revisar a sus pacientes, o a radiología cuando precisaba que saquen una placa.

Presencié visitas de presos a la institución, suturas, desmayos, pérdidas, curaciones, muertes y situaciones en las cuales el paciente, era el que quería morirse. El hospital no cuenta con asistencia psiquiátrica pero el médico hizo lo que tenía a su alcance, tranquilizarlo con un calmante y nada más.

Al estar en una guardia, pude observar diferentes realidades, diferentes tratos. Presencié situaciones dolorosas, familias destrozadas, médicos desesperados; así creo que se refleja un poco la parte dura de la profesión y de esa manera pude ponerme a pensar si realmente elegí bien emprender esta hermosa carrera, y con convicción dije: ¡SÍ! Admiro de qué manera dejan parte de sus días para estar a disposición de personas que necesitan su ayuda, de manera urgente o no, pero aún así, cómo se preocupan por cada persona que toca la puerta para ser atendido.

En el día dos, fue la situación más extrema que vi en mis 16 horas. La ambulancia tuvo que acudir rápidamente a un domicilio a causa de que una persona mayor se había caído del techo. El paciente llegó casi sin vida al hospital porque se había desangrado, y luego de unos minutos falleció en la camilla del hospital. Jamás voy a olvidarme de la cara de amargura los doctores y las enfermeras.

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