Opinión Pública: Proceso, Hecho, Control y Motor.
jdsequera97Monografía21 de Noviembre de 2016
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Opinión Pública: Proceso, Hecho, Control y Motor.
Desde que la humanidad tomó el “mando” del mundo, se ha ido constituyendo muy paulatina lo que llamamos Sociedad, que se trata de un grupo de personas que están agrupadas (no necesariamente todas juntas) y que comparten una cultura en particular. En estas sociedades, existen distintos tipos de actores o personas que actúan como creadores de tendencias o preferencias en temas de interés público y que buscan que el resto de las personas se alíen con ellos; esta es la manera más práctica en la que se puede definir qué es la opinión pública.
En principio, se puede entender que la opinión pública no es hecho que sale de la nada, sino que más bien es un proceso que evoluciona constantemente debido a factores externos e internos que han hecho que la opinión pública acerca de un tema o persona en específico sea la misma siempre, y esto lo podemos comprobar en la historia de la humanidad, donde ciertos “actores” fueron una gran influencia en sociedades y que lograron cambiar el rumbo de las cosas en diferentes épocas. La opinión pública nace en Grecia, con Aristóteles y Platón, quienes tenían una visión que la opinión nace de la retórica de los discursos y que a través de estos se puede seducir y persuadir al pueblo.
Por lo tanto, en esta época aparecieron ciertas vías de comunicación (señales de humo y el correo humano), que no eran muy efectivas y por eso aún no existía una tendencia social hacia ciertos temas, de forma palpable o visible. Esto no cambió sino hasta la creación de la imprenta por Gutemberg en 1440 aproximadamente, donde se empezaron a crear hojas informativas periódicas por parte de la burguesía o el clérigo y que tenían mucha resonancia en las sociedades, dejando de lado así a los manuscritos.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XVI que con Lutero, a través de su discurso elocuente pudo captar seguidores y causar impacto en la opinión de los europeos, lo que ocasionó terribles enfrentamientos con la Iglesia Católica, por la pérdida de adeptos. La opinión continuó como una evolución permanente en los siguientes dos siglos hasta que a principios del siglo XIX, Bonaparte se dio cuenta de la gran influencia social que ejercían los medios de comunicación, por lo que cerró las imprentas y todos os periódicos se los adueñó para crear lo que se llama actualmente una “hegemonía comunicacional” y así crear una opinón inducida.
Luego, ya en el siglo XX, con las 1era y 2da guerra Mundial, además de otras guerras menores como la de Vietnam y la de Corea, sin tampoco dejar de mencionar a casos de corrupción como el Watergate y lo que se conoció como la Guerra Fría, la opinión pública de la sociedad en aquel entonces se vio absorbida en un cúmulo de acontecimientos socio-políticos, que les fueron introducidos a través de los grandes medios de comunicación (Radio, TV, Periódicos y hasta el Cine), y donde ya el tema del acercamiento de los continentes era un hecho cada vez más cercano.
Con la revolución tecnológica en las últimas 2 décadas del siglo XIX, la opinión pública se trasladó, o mejor dicho consiguió un canal mucho más efectivo para llegar a la mayor cantidad de gente posible a un costo muchísimo menor. Con el internet, personas de diferentes pudieron conectarse (no directamente, sino a través de espacios donde publicaban lo que pensaban) y así establecer relaciones que producían en ellos tendencias o preferencias en la gente, de aquí nace lo que llamamos hoy en día “Influencers digitales” o personas que tienen un espacio en la opinión (sea personal o colectiva) que ha calado a través del WWW.
La opinión pública ha funcionado desde aproximadamente el siglo XVIII, como un arma de control social, porque quienes están la parte más alta de la pirámide social son a quienes se les presta más atención, y a quienes por estatus social, tendrán más recursos para que sus ideas puedan ser propagadas por los distintos medios de su preferencia; además de que también es hecho social que la opinión ponga “las reglas del juego”, es decir que ella se encargará de marcar las pautas en lo que se refiere a poder encajar o no, ideológicamente hablando.
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