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AGUSTIN1234525 de Octubre de 2013

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Educación física o del cuerpo

Objeto de la educación física. Su posibilidad, necesidad e importancia; su doble aspecto. -Cooperar al desenvolvimiento de nuestras energías físicas (órganos y funciones), con el fin de dar al cuerpo la belleza, la ligereza, la agilidad, la perfección, en una palabra, de que sea susceptible, conservando su salud y restableciéndola cuando se ha alterado, y mediante todo ello, haciéndolo apto para servir bien los intereses del espíritu, es el objeto de la educación física, que, como se ve por esto, tiende a realizar en su segunda parte el aforismo Mens sana in corpore sano.

Aunque el cuerpo, como ser activo que es, se desenvuelve en parte mediante el poder que hemos reconocido en nuestra naturaleza para desplegar todas sus energías por sí misma , necesita, como el espíritu, de una ayuda exterior o dirección que encauce y fecunde su desarrollo espontáneo. La posibilidad de esto, que no es otra cosa que la educación del cuerpo, la muestran y prueban los ejercicios gimnásticos y los cuidados higiénicos, por los que se procura cierto desarrollo a determinadas partes del cuerpo o a todo él, se corrigen algunas deformaciones congénitas o adquiridas, y se previenen y con frecuencia se curan determinadas enfermedades.

La necesidad y la importancia de la educación física se evidencian recordando que el cuerpo colabora con el alma a la realización de nuestra vida y destino y ejerce influencia constante y decisiva sobre el espíritu, al que da los medios para expresarse, por lo que el buen sentido hace presentir a todo el mundo.

Por lo dicho se comprende que la educación física hay que considerarla desde dos puntos de vista: con relación al cuerpo y con respecto al alma.

La cultura del cuerpo en bien del cuerpo mismo. -Del desarrollo y los cuidados que demos al cuerpo dependen el vigor y la lozanía de nuestras fuerzas físicas, y, por lo tanto, la mayor o menor aptitud que tengamos para los trabajos corporales, de los que depende a su vez la subsistencia de la inmensa mayoría de los hombres y en todos la salud, cuyo quebrantamiento nos imposibilita para dichos trabajos, amengua los rendimientos de ellos y pone en grave peligro la vida, que tan cara nos es y cuya conservación tanto anhelamos.

Declara esta última consideración que, mirando a los intereses del cuerpo, la educación física descansa ante todo en el principio incontrovertible de que la salud corporal es un bien, una fuerza que se destruye frecuentemente porque la abandonamos, y que necesitamos cuidar para realizar nuestra vida en las mejores condiciones posibles; de aquí el deber moral de atender a la cultura del cuerpo. Las estadísticas prueban que las generaciones y los pueblos preparados por una buena educación física viven más, como es más frecuente la mortalidad de los niños y personas mayores en las clases pobres, que por ignorancia y falta de medios desatienden esa educación. Esto mismo justifica el hecho puesto de manifiesto por numerosos y exactos viajeros, de que las razas salvajes se hallan más expuestas que las civilizadas a enfermedades y a la muerte frecuente.

La cultura del cuerpo en beneficio del alma. -En la educación física hay que tener en cuenta los intereses del espíritu, por virtud de la influencia que lo físico ejerce sobre lo moral. En tal sentido, precisa que la educación atienda a poner los órganos del cuerpo los de las funciones de relación especialmente, por ser como el nexo en que se adunan la vida espiritual y la corpórea) en las condiciones más apropiadas al fin de desempeñar la función de servir al espíritu de medio para expresarse y manifestarse, de base para realizar su vida; de aquí, por ejemplo, la doctrina de la «base física de la memoria», y la conclusión a que llega Bain (que es de los que menos alcance conceden al influjo de lo fisiológico en la educación), de que para acrecentar la propiedad plástica del espíritu es preciso nutrir el cerebro, y es muy natural pensar que se obtendrá este resultado nutriendo el cuerpo todo.

Debe tenerse en cuenta, además, que del estado del cuerpo depende en mucho que podamos desempeñar bien el trabajo mental (cuando el cuerpo no ayuda, la inteligencia no funciona bien), y que el ejercicio de las energías físicas puede, en determinados casos y condiciones, proporcionar descanso a las intelectuales y morales, cuyo trabajo contrapesan y ponderan, estableciendo entre unas y otras energías el ritmo obligado, que la educación debe mantener.

El desarrollo físico en el niño. -Trae el hombre al nacer su cuerpo ya formado con órganos capaces de prestarle los servicios de que precisa, pero todos los cuales son débiles e incompletos, y algunos no se han ejercitado aún. Los de la vida vegetativa, por ejemplo, no consienten que el niño digiera otro alimento que la leche, cuyas partes nutritivas se asimila el organismo, convirtiendo así en propia substancia cuerpos extraños. A medida que esos órganos se ejercitan, se fortifican cada vez más, aumentan en volumen y fuerza y hasta dan lugar a nuevos órganos (los dientes), que al permitir que se amplíe la función digestiva y, en general, la nutritiva, son causa de nuevos desarrollos. Análoga marcha siguen los órganos de la locomoción, que, débiles al principio hasta rayar en la impotencia, permiten, sin embargo, que realice el niño algunos pequeños movimientos, con cuya repetición continuada se fortifican poco a poco, aumentan de volumen y adquieren más agilidad, lo cual sucede antes a los que primeramente entran en ejercicio, por lo que los brazos se desarrollan en los niños más pronto que las piernas, las que a su vez adelantan lo atrasado desde que los niños se sueltan a andar y se entregan a los juegos propios de la infancia.

Los progresos que aquí apuntamos no se llevan a cabo aisladamente, sino en estrecha correspondencia. Así, mientras que las funciones de los órganos de la nutrición sustentan y acrecientan a los del movimiento, éstos contribuyen a que sean cada vez más completas y sólidas las funciones nutritivas. Sirviéndose de los brazos y las manos, y fortificándolos por el ejercicio, se suelta el niño a andar, con lo que se desarrollan las extremidades inferiores, a la vez que con el trabajo de las superiores se desenvuelve y fortifica el tronco, y en particular el pecho y sus órganos principales. Mediante estos ejemplos, que pueden multiplicarse, se viene a la conclusión de que cada progreso que realizan los órganos de un orden es causa y medio de nuevos progresos en los demás y, en último término, en el organismo entero, que de esta manera llega a constituirse en la plenitud de sus fuerzas.

Principios fundamentales, puntos culminantes y funciones de la educación física. -Después del estudio que precede, como base de la cultura del cuerpo, podemos pasar a determinar los principios fundamentales en que descansa esta cultura, que, en último término, son los mismos de la educación general, a saber:

a) Fundarse en el conocimiento del cuerpo, teniendo en cuenta, para apreciarlas y atemperar a ellas los medios educativos, las diferencias individuales de constitución, temperamento, idiosincrasia, sexo, edad, etc..

b) Ser íntegra o completa; es decir, abrazar todo el organismo y cuidar de todas sus funciones.

c) Ser progresiva y gradual, de modo que, yendo siempre de lo menos a lo más, proceda con moderación en vista de las fuerzas del educando y se atenga a la normalidad del desenvolvimiento espontáneo del cuerpo, siguiendo sus pasos; es decir, procediendo sequere naturam.

d) Que la acción que suscite en el educando lo sea realmente y no degenere en esos ejercicios lánguidos, fríos, de verdadera pasividad, en que suelen degenerar algunos gimnásticos, como, por ejemplo, los de la gimnasia de sala, cuando no hay acción propiamente dicha de parte del educando.

e) Ser agradable y atractiva, para que en vez de apagar esa acción la suscite, estimulando al educando a ella, como sucede (contrayéndonos al ejercicio) con los juegos corporales, en los que, por regla general, el ejercicio es más activo, ardoroso y persistente que en la mayoría de los gimnásticos. Como ya dijera nuestro inolvidable Montesino, para que el ejercicio sea fructuoso es preciso que sea agradable; es decir, que intervenga la voluntad, que el alma se interese y haya estímulo nervioso proporcionado a la acción muscular.

f) Ser armónica, no sólo al respecto de los órganos y las funciones del cuerpo, sino además, y muy principalmente, de éste con el espíritu, para que se realice el fin que implica lo que antes hemos dicho al hablar de la educación física en beneficio del alma (73), y se declara en el aforismo Mens sana in corpore sano, ya recordado.

g) Por último, debe tenerse aquí muy en cuenta la ley que rige el desenvolvimiento de nuestra naturaleza, y, por consiguiente, del cuerpo, y que, por lo tanto, constituye uno de los principios fundamentales de la educación física, a saber: Cada uno de los órganos del cuerpo humano, y este en su totalidad, se acrecienta y fortifica, se desenvuelve por el ejercicio alternado con el reposo y en razón de su actividad, y disminuye y debilita en la inacción continua y prolongado.

Pero la educación física es obra muy compleja, en cuanto que a su realización completa concurren numerosos factores que precisa tener en cuenta. Para que el organismo conserve la normalidad de funcionamiento, se desarrolle y vigorice, hay que atender además de al ejercicio, al medio en que vive, o sea a cuanto le rodea (circunfusa, que dicen los higienistas), y, en lo tanto, a resguardarlo contra las inclemencias del clima y a que las habitaciones reúnan condiciones de salubridad, sean higiénicas. A esto,

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