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PULGARCITO


Enviado por   •  9 de Julio de 2015  •  1.126 Palabras (5 Páginas)  •  211 Visitas

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PULGARCITO

Un pobre leñador y su mujer estaban sentados junto al fuego una noche de invierno.

— ¡Qué solos estamos! —Dijo el leñador— ¡Cuánto siento no tener hijos! ¡Qué silencio hay en nuestra casa, mientras que en las otras todo es ruido y alegría!

—Sí —respondió la esposa—. Yo me daría por satisfecha aunque no tuviéramos más que uno. ¡Aunque fuese pequeñito como el dedo pulgar estaría contenta! —agregó suspirando.

Algún tiempo después el deseo de la buena mujer se cumplió y les nació un niño sano y lindo, pero no más alto que el dedo pulgar.

—No por eso dejaremos de quererlo con todo nuestro corazón —dijeron los padres. Y lo llamaron Pulgarcito.

Lo cuidaron mucho, lo alimentaron bien, pero Pulgarcito no creció nada. Sin embargo, era ligero como un resorte, tenía unos ojos brillantes y vivos y le gustaba mucho ayudar a los demás.

Un día, cuando se preparaba el padre para ir a cortar leña al bosque, le dijo a Pulgarcito:

—Si alguien me llevara el carro por la tarde, no tendría que volver a buscarlo.

—Papá —dijo Pulgarcito—, yo me encargaré de llevártelo. No tengas cuidado; estaré a tiempo para cargar la leña.

El leñador se echó a reír.

— ¿Cómo vas a poder guiarlo, si no alcanzas a la brida del caballo?

—No importa, papá. Si mamá lo puede enganchar, yo me sentaré en la oreja del caballo y lo guiaré.

—Bien —dijo el padre convencido—. Probaremos por una vez.

Y así fue. Por la tarde iba Pulgarcito muy orgulloso gritando ¡so! y ¡arre! al caballo, como el mejor de los carreteros.

En esto pasaron dos desconocidos.

— ¡Eh! —dijo uno de ellos—. Mira ese carro; se oye la voz del carretero, pero no se ve a nadie.

—Parece cosa de magia —dijo el otro—. Vamos a seguirlo y veremos a dónde va.

Cuando llegó al bosque y vio a su padre, le gritó muy satisfecho:

— ¿Ves, papá, lo bien que he llegado? ¡Bájame ahora!

El padre bajó a Pulgarcito de la oreja del caballo y los dos desconocidos se quedaron asombrados.

Uno de ellos le dijo al otro en voz baja:

—Ese enanito podría hacernos ricos si lo lleváramos de pueblo en pueblo. La gente pagaría por verlo.

Entonces se acercaron al leñador y le dijeron:

—Véndenos ese chiquillo. Le irá bien con nosotros.

—No —repuso el padre indignado—. Es mi hijo y no lo vendo por todo el oro que hay en la tierra.

Al oír esto, Pulgarcito trepó por los pliegues de la ropa de su padre y le suplicó al oído:

—Papá, véndeme a esos hombres. Quiero ver el mundo, pero te prometo que volveré.

El leñador lo vendió entonces por una hermosa moneda de oro.

Después que Pulgarcito se despidió de su padre, uno de sus amos le preguntó:

— ¿Dónde quieres que te pongamos?

—Póngame en el ala de su sombrero. Allí estaré como en un balcón; podré ver el paisaje y caminar sin caerme.

Al cabo de mucho rato, cuando ya era de noche, Pulgarcito empezó a dar gritos:

— ¡Déjenme bajar! ¡Necesito bajar! —hasta que lo pusieron en el suelo.

Entonces salió corriendo, se metió en un caracol vacío y les gritó a los hombres, que se cansaron de buscarlo por todas partes:

—Adiós,

...

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